«Yo también soy un cerebro y puedo aportar mi granito de arena»

Ciencias

Begoña Barrios formó parte de la iniciativa ULLVioleta, cuyo objetivo es impulsar la imagen de la mujer en la Ciencia. Tras haber pasado ocho años en el extranjero, trabaja en la Universidad de La Laguna como investigadora. Su experiencia durante su carrera científica profesional permite ampliar la visión del panorama que hasta entonces conocemos.

¿Qué te llevó a ser investigadora? «Cuando acabé la carrera de Matemáticas seguía teniendo curiosidad por conocer de dónde venía todo aquello que había aprendido, así que como a mí me gustaba y no me sentía cansada, sino con ganas de más, seguí. Un poco por decir ‘¿qué hay después de esto?’. Entonces hice un Máster, entré en contacto con las primeras cosas de un nivel más avanzado y esto me motivó a hacer la Tesis Doctoral. También es verdad que teniendo un buen expediente académico, todo se ve más fácil, porque te ofrecen becas. Esto es muy importante, porque si no tienes financiación no tienes motivación para continuar».

¿Consideras que la mujer está invisibilizada en el ámbito científico o es que hay un número muy bajo de investigadoras? «Yo no creo que seamos invisibles, pero sí que somos muy pocas. Esto es porque la carrera es muy exigente y tienes que estar dispuesta a viajar, a dedicarle mucho tiempo y, para mí, lo fundamental es que tienes que estar dispuesta a la incertidumbre. La incertidumbre es la gran pega de la carrera científica hoy en día, porque si quieres organizar tu vida, si deseas quedarte embarazada y tener una planificación familiar, la mayoría de las mujeres queremos tener algo seguro. Las compañeras que han dejado esta profesión ha sido porque no quieren la inestabilidad que acarrea. Soy consciente de que somos una minoría. Por ejemplo ahora tengo un Congreso en el que soy la única mujer que habla. En la carrera de Matemáticas, éramos un grupo femenino muy grande, pero a la hora de ampliar los estudios científicos, el número de mujeres desaparece».

¿Alguna vez has sentido que se ha intentado ‘opacar’ tu trabajo solo por tu género? «Sí, lo he notado en algunos casos, porque me han dicho que yo he publicado en revistas o colaborado con X persona por ser una chica, lo que me ha hecho ver que muchos piensan que puedo sacar ventaja de ser una mujer joven y que mi éxito profesional proviene de ahí. Esto existe y yo lo he vivido. Es uno de los sentimientos más tristes que he tenido nunca, ya que es difícil luego demostrar lo contrario. Por ello es importante tener la moral tranquila y seguir siendo cómo eres, que cada uno piense lo que le dé la gana. Yo también soy un cerebro y puedo aportar mi granito de arena. Igualmente, los colegas hoy en día son más conscientes de esta realidad, ya que para nosotras abrirnos paso en este mundo no es fácil».

Has estado desarrollando tu trabajo fuera de Canarias, ¿qué diferencias encuentras? ¿Qué recomendarías para la ULL? «Hay mucha diferencia, en lo que más lo noto es en el número de personas con quienes puedes contrastar opiniones. Es decir, yo hice mi tesis en Madrid, luego realicé el doctorado en Milán y después un postdoc en Estados Unidos. En cualquiera de esos centros había muchos alumnos de doctorado. Eso es muy bueno para la gente joven porque puedes intercambiar opiniones no solo científicas. Aquí en determinadas áreas creo que es más complicado para alguien joven seguir con la carrera de investigación porque hay un hueco generacional muy grande. Esto en lo referido a la parte de capital humano. A nivel intelectual en la ULL tenemos a gente muy valiosa. No es tanto la capacidad mental sino la capacidad humana. Al haber menos estudiantes hay menos seminarios, y así la cosa es menos interdisciplinar, las áreas se comunican menos».

¿Qué destacas de tu estancia del extranjero? «Es maravilloso. Creo que todo el mundo debería irse fuera. Pero no con la mentalidad de que esto es malo y tienes que hacerlo por ello. Yo me fui y he vuelto, eso es porque hay algo en este lugar. Es extraordinario por el idioma, aprendes otra cultura y te das cuenta de que puedes ser autosuficiente, de que eres capaz de realizar una carrera competitiva sin tener a tu familia o a tus amistades de siempre apoyándote. Supone un reto, y cuando lo logras es una experiencia personal importante. La parte científica te hace estar en un ambiente donde todos se dedican a lo mismo. Te hace ver el mundo más pequeño y pensar que puedes ir a donde quieras. Yo tengo la suerte de que las matemáticas se entienden de la misma forma independientemente del lugar en el que estés. También ves el funcionamiento de otras universidades y tomas ejemplos de ellas. Yo lo recomiendo, aunque dé miedo».

¿Cuál es la importancia actual que se le da a la Ciencia en España? ¿Consideras que ha disminuido? «Por desgracia sí. En algo que a mí me ha afectado es que, cuando antes acababas el doctorado, te quedabas en la universidad directamente. Ahora, si te quieres quedar, tienes que hacer un postdoc fuera. Yo aquí estoy por un contrato postdoctoral. Antes en España había más convenios de este tipo, a día de hoy, se han reducido a la mitad. Para ganar una beca como Ramón y Cajal, tienes que ser la mejor persona de tu área en todo el país. Con lo cual la apuesta por la Ciencia ha descendido. El importe que se destina a este ámbito es menor y sí siento que se están cerrando puertas. Es un momento difícil, pero yo soy una persona positiva y creo que en la actualidad está empezando a abrirse de nuevo el camino. Hemos pasado un momento de cierre absoluto en el que era imposible casi, y ahora empiezo a ver que comienzan a cambiar las cosas».

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