Basilio Valladares Hernández es catedrático de Parasitología de la Universidad de La Laguna, diplomado en Sanidad y Especialista en Análisis Clínicos. Dirige, desde hace trece años, el Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y de Salud Pública de Canarias, centro que en 2013 ganó la Medalla de Oro de Canarias. En él, trabajan 50 personas entre profesores, investigadores y profesionales de la Salud Pública y la Biotecnología.
El desencuentro surgido entre el científico y el rector de La Universidad de La Laguna por las declaraciones de este último en la ceremonia de apertura del curso académico 2017-2018, en las que se sorprendió del apoyo prestado por el Ministerio de Sanidad al Instituto, cuando los Presupuestos Generales del Estado no recogían ninguna partida para la ULL, fueron el detonante que provocó la dimisión del catedrático, quien afirmó que “las consecuencias se verán el próximo año cuando la financiación desaparezca”.
El rector no aceptó la dimisión y Valladares da por zanjado el tema porque sabe que todo se ha conseguido siempre con trabajo, proyectos, currículums y méritos propios. No le da mayor importancia y considera que lo que de verdad merece la pena es hablar de las aportaciones científicas que ha conseguido su equipo. El científico seguirá al frente de la institución que fundó hasta su jubilación en agosto del próximo año y confiesa que ya está colaborando en la búsqueda de su sucesor, aunque no piensa desvincularse de la organización que ha sido su vida.
Cerca de cien tesis doctorales, más de quinientos artículos científicos y casi cuarenta proyectos de investigación
¿Qué importancia le da al trabajo del Instituto durante todos estos años? “Hemos conseguido cosas a nivel local, nacional e internacional. Han transcurrido casi 16 años desde que se pensó en fundar esta organización y en este período se han leído cerca de cien tesis doctorales, más de quinientos artículos científicos y casi cuarenta proyectos de investigación europeos e internacionales”.
¿Cómo se protege a la población canaria de las enfermedades tropicales? “Tenemos una serie de líneas. Contamos con todo un sistema de estudio. Hay laboratorios de investigación de medios ambientales, laboratorio de inmunología y biología molecular de parásitos, de entomología médica… Cada grupo de trabajo desarrolla su actividad. Hemos aportado un granito de arena para que la sociedad se sienta mejor. También contribuimos con el apoyo en el diagnóstico de enfermedades, aportamos conocimiento y educación sanitaria, sistemas de control de entrada de vectores a canarias e investigamos para mejorar las terapias”.
¿Qué hay respecto al funcionamiento de la entidad fuera del archipiélago? “Pertenecemos a la RICET (Red de Investigación Cooperativa en Enfermedades Tropicales) una organización a nivel nacional. Además, formamos parte de sistemas internacionales de trabajo. En Cuzco, por ejemplo, empezamos con un laboratorio y terminamos creando un Instituto de Enfermedades Tropicales y Biomedicina. En Cabo Verde, en la universidad pública, se estableció un espacio de investigación de Inmunología y Biología Molecular. En Senegal, una serie de estos espacios de búsqueda a distintos niveles con la colaboración del Cabildo. Hemos conseguido bastantes objetivos”.
«A medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que todavía nos queda mucho por aprender»
¿Qué puede decir de Jacob Lorenzo-Morales? “Es un investigador nuestro y ha sido reclamado por Estados Unidos (por una posible alerta por encefalitis). Lo llamaron para participar en un equipo internacional de expertos en amebas de vida libre tras el paso del huracán Irma en Florida”.
¿Qué significa para él y para el Instituto? “Es un reconocimiento al buen trabajo. Jacob fue el contratado Ramón y Cajal más joven de España. Se ha formado con nosotros pero al mismo tiempo ha ido a otras entidades. Es un lagunero con muy buen nivel científico. Esto es un logro. Es una respuesta, a algunos ataques, que no necesita palabras”.
¿Se debería apostar más por la labor científica? “Por supuesto”.
¿Salen muchos profesionales de su instituto a otros sitios? “Eso es inevitable. Algunos trabajan fuera del país. Tilman Eiken es un ejemplo. Es jefe de un laboratorio de Genómica Molecular en Alemania. Los equipos que tienen para trabajar en esos centros son los mismos que tenemos aquí. Nuestra infraestructura es muy buena para formar a la gente. Tenemos siempre extranjeros trabajando en nuestro laboratorio y de aquí vamos a otros para aprender. La ciencia es una red y una interrelación continua de conocimiento e intercambio”.
¿Qué significa el instituto para usted? “Le he dedicado mi vida y aunque ha sido duro me ha dado muchas satisfacciones. El balance es positivo. Es muy bueno cuando un paciente nos agradece que la opinión experta que le dimos resolvió su dolencia. Se han arreglado problemas sanitarios cuando las enfermedades eran desatendidas o poco estudiadas. Antes del instituto no había nada. Se diagnosticaba en el hospital. Ahora, nosotros caracterizamos el parásito y recomendamos la terapia adecuada para evitar resistencia al tratamiento. A medida que pasa el tiempo me doy cuenta de que todavía nos queda mucho por aprender”
«La persona que aspire a trabajar con nosotros tiene que tener una mente clara y facilidad de movimiento. Y, sobre todo, debe ser buena persona»
¿Si volviera a atrás, qué cambiaría? “Seguiría la misma línea de trabajo. Me encuentro satisfecho con las cosas que hemos logrado en África y América del sur. Ese es el mayor de los premios. Eso compensa los horarios, comer fuera de casa… Es una profesión sin reloj ni calendario. Sabemos cuándo entramos pero no cuando salimos”.
¿Qué profesionales pueden desempeñarse en el centro? “Tienen que tener formación afín como biólogos, farmacéuticos, médicos, veterinarios… y les tiene que gustar el laboratorio. Nuestra labor consiste en apoyar a las clínicas y hospitales en diagnóstico pero no atendemos enfermos. La persona que aspire a estos cargos tiene que tener una mente clara y facilidad de movimiento. Sobre todo, debe ser buena persona. La convivencia, el respeto por el trabajo de los demás, una actitud de servicio, el compartir experiencias… En resumen el buen ambiente en el trabajo es fundamental”.