La investigadora Patricia Arranz, adscrita al grupo de Biología, Ecología Marina y Conservación de la Universidad de La Laguna, realizó recientemente, en colaboración la Universidad de St Andrews (Escocia), una investigación centrada en el comportamiento de buceo y alimentación del calderón gris (Grampus griseus). Fruto de este trabajo ha sido un estudio que aparece en el número del 13 de diciembre de la revista Science, sobre los mecanismos relacionados con el gigantismo en los cetáceos. La docente es una de las coautoras, mientras que el autor principal es Jeremy Goldbogen, de la Hopkins Marine Station del Departamento de Biología de la Universidad de Stanford.
Los animales más grandes del Planeta son filtradores oceánicos, pero el mecanismo subyacente que lo justifica es desconocido. En el estudio publicado se mide la eficiencia trófica y la calidad del alimento de catorce especies de cetáceos diferentes, desde las pequeñas marsopas, pertenecientes al orden de los cetáceos odontocetos, que miden en torno a 1,5 metros y 50 kilos de peso, hasta las grandes ballenas azules, el mayor animal que ha existido en el planeta, con 25 metros de longitud y 150 toneladas de peso. Todos ellos fueron equipados con marcas digitales DTag no invasivas, de adherencia con ventosas, que registran las vocalizaciones y movimiento de los animales.
Combinación entre la abundancia de alimento y mecanismos
Los resultados del estudio, titulado Why whales are big but not bigger: physiological drivers and ecological limits in the age of ocean giants, demuestran que el gigantismo en los cetáceos es producto de una combinación entre la abundancia de alimento y los mecanismos que utilizan para alimentarse, los cuales favorecen tanto la adquisición de un mayor número de presas por unidad de tiempo como de calorías.
La eficiencia trófica de los cetáceos con dientes (cachalotes, orcas y delfines) que se alimentan de una sola presa, en promedio capturan unas 50 presas por inmersión y está limitada por el número de organismos que pueden encontrar y capturar durante el buceo.
Por el contrario, las grandes ballenas se han especializado en explotar las grandes concentraciones de plancton (pequeños organismos que viven en la columna de agua) que ocurren de forma estacional en áreas de gran productividad, motivo por el cual realizan migraciones anuales de miles de kilómetros desde las zonas de reproducción cálidas a zonas de alimentación frías.
La capacidad de filtrar el alimento representa, por tanto, un mecanismo evolutivo que ha permitido a las ballenas maximizar el tamaño corporal, en comparación a otras especies que se han especializado en la caza de presas individuales y de menor tamaño. El tamaño máximo que ha alcanzado la gigante ballena azul está, por tanto, directamente relacionado con la disponibilidad de alimento en el espacio y el tiempo en el océano.