La relación entre el cine y los videojuegos siempre ha sido bastante tormentosa, ya que hasta el momento no ha habido ninguna adaptación de un videojuego a la gran pantalla que haya dejado satisfecho ni a los fans ni al público casual. El 2016 venía con la promesa de poner fin a la maldición, ya que se estrenan dos superproducciones basadas en dos franquicias tan potentes como la de World of Warcraft y Assassin’s Creed. La primera en llegar es Warcraft, dirigida por el eficiente director Duncan Jones (Moon, Código Fuente) y que se estrena este fin de semana en nuestro país, precedida por una crítica especializada que no ha tenido piedad con la película y que no auguraba nada bueno. Pero, ¿es Warcraft: el origen tan mala?
Se me ocurren pocas formas de que una película empiece de forma tan abrupta con en el caso de esta. La cinta nada más empezar pisa el acelerador y hace que los primeros veinte minutos resulten bastante confusos, algo a lo que no ayuda el ritmo, ya que el primer tercio de la cinta es bastante pausado, y la suma de estos dos factores puede contribuir a que alguien no conocedor de esta mitología se pierda durante buena parte del film. Sin embargo, pasadas las presentaciones, la película se vuelve más ágil y la trama se torna más clara, haciendo que el resto de la película resulte más entretenida. Mencionar también que se me ha hecho muy evidente el tijeretazo que le han pegado a la película, algo que ya intuí cuando el director dijo que habría versión extendida y me ha quedado patente tras verla.
El otro punto débil de la cinta es el reparto humano, ya que salvo Dominic Cooper y Ben Foster, el resto de los actores son bastante sosos y carecen de carisma. Eso sumado a que por este lado, tampoco hay ningún personaje que goce de profundidad, todos son bastante planos y estereotipados. Por el lado de los orcos la cosa cambia un poco. Toby Kebbell interpreta al protagonista del bando de los orcos, Durotan, un personaje hecho mediante efectos especiales, pero que tiene más carisma y profundidad que cualquier otro personaje de la película. En mi opinión este el gran problema que tiene la película: carece de personajes con los que empatizar. No llegas a cogerle cariño a ninguno y hace que la película pueda resultar anodina e indiferente.
Sin duda, su gran virtud es el apartado visual, que es asombroso y para mi sorpresa, no llega a saturar pese a que la mayor parte de la cinta esté realizada con efectos especiales.
Otro de sus puntos fuertes es la banda sonora. La labor de Ramin Djawadi (Iron Man, Juego de Tronos) ha sido bastante notable. Su acto de presencia es muy potente nada más empezar y se hace notar a lo largo de la cinta.
Warcraft: el origen no es esa gran película que necesitaban con urgencia las adaptaciones de videojuegos. Ni Duncan Jones ha conseguido romper la maldición. Sin embargo, no me ha parecido mala. Supone un salto bastante importante, ya que pese a sus evidentes problemas que hacen que no pueda calificar a esta película más allá de un pasable, tenemos delante una adaptación bastante fiel de videojuego en el que se basa y que está hecha con un evidente cariño y respeto por el material original, ya que en ningún momento reniega de lo que es ni intenta ocultarlo.
Es una película honesta, valiente y entretenida.