El Círculo de Bellas Artes de la capital tinerfeña, acogió ayer, jueves 26 de abril, a las 19.30 horas, la tercera de las ponencias de Caligrafías Queer. En busca de una palabra propia: la herencia de Virginia Wolff de la mano de Izaskun Legarza, fundadora de la Librería de Mujeres en Santa Cruz de Tenerife. Se eligió como referente a Wolff por el hecho de ser una persona importante para la literatura anglosajona del siglo XX y del feminismo a nivel internacional.
Para dar comienzo, se hizo una introducción por parte del coordinador del ciclo de conferencias Caligrafías Queer, Rafael-José Díaz, narrador y poeta tinerfeño. “Era interesante transitar estos territorios del mundo queer”, declaró. Posteriormente, introdujo a Izaskun Legarza. Nacida en Tenerife, en 1973, fue en 2010 la fundadora de la librería de Mujeres de Canarias, especializada en teoría feminista.
Legarza comenzó afirmando que “soy librera, por lo tanto, lectora y en calidad de lectora estoy hoy aquí, no de otra cosa” y, dando agradecimientos tanto a los organizadores como a los asistentes, hizo una advertencia: “La exposición que voy a realizar no va a contar con apoyo audiovisual alguno, porque soy, como lectora, una enamorada de la palabra y de la lectura en voz alta y me parece un ejercicio más que saludable dejar otros estímulos y centrar la atención en lo que nuestro oído percibe”.
«La herencia de Virginia Wolff»
«La herencia de Virginia Wolff», esas fueron las palabras que dieron comienzo a la conferencia. Legarza hizo uso de citas de escritoras que habían sido herederas de la autora del siglo XX a lo largo de la charla, destacando en todo momento lo que obtuvieron de ella y el motivo por el que se les considera como tal. Todas se caracterizon por realizar una búsqueda de palabra propia de la que encontramos huella en los últimos cien años, “ritmo, metáfora y aparición intermitente del ‘yo’ capaz de auto juzgarse”, palabras que leyó Legarza de la intelectual inglesa.
Por otro lado, a raíz de los extractos de obras de mujeres que iba leyendo, hizo varias críticas. Una de ellas fue: “Sí creo que hay en el panorama literario actual, novelas que podemos tildar de femeninas, no por el sexo asignado a quien las escribe, sino por ser productos literarios y digo ‘productos’, intencionadamente, como alusión al mercado y a lo consumista, pensados para un público femenino”, destacando así todas aquellas novelas que son románticas o que tienen un lenguaje más suave o “ñoño”. Al hilo de este tipo de proyecciones literarias destacó a Úrsula Le Guin, con su obra Contar es escuchar. “Creo que existen unos productos de mercado, que independientemente de estar escrito por hombres o mujeres están pensados para un consumo de mujeres”, afirmo.
Seguidamente, remarcó tras una serie de lecturas “ser mujer no es una forma fallida de ser hombre, aunque así nos lo hayan hecho creer durante generaciones”. Volviendo a recalcar que la huella de la que habla puede encontrarse en escrituras de todo el mundo. Además, comentó que no por ser herederas, quiere decir que pertenezcan a una escuela literaria, sino por la necesidad de salir de la marginalidad en la que estamos sometidas las mujeres en “un mundo de algunos para algunos”, declaró.
Finalmente, explicó el por qué se piensa que las obras mencionadas a lo largo de la conferencia son herencia de Wolff, “tenemos dos posibilidades: apropiarnos del lenguaje del amo o posicionarme en mis márgenes, esta última, es la opinión de todas estas literarias”, recalcó. El evento acabó con el debate, en el que se dio paso al público para comentar y preguntar acerca de En busca de una palabra propia: la herencia de Virginia Wolff.