El conocido Grupo de Ciencia de Superficies y Electrocatálisis de la Universidad de La Laguna, cuya investigadora principal es la catedrática Elena Pastor, patentó recientemente dos importantes descubrimientos relacionados con el campo de la eficiencia energética. Concretamente, un nuevo modelo de pila de combustible de pequeño tamaño, y una célula fotoeléctrica que aprovecha más superficie de las placas para captar una mayor cantidad de energía solar.
La primera de ellas está firmada por la propia Pastor, así como por Gabriel Ángel Planes, Gonzalo García y Jonathan Flórez, y se enmarca dentro del ámbito del diseño de materiales nanométricos para su aplicación como catalizadores. En este caso, la batería no tiene las medidas habituales, sino que cuenta con pequeño formato, aproximadamente del tamaño de una moneda, que podría ser muy útil para abastecer dispositivos como teléfonos móviles o, incluso, marcapasos.
La novedad no está en el material empleado, denominado mesoporoso, sino que lo está en el diseño del artefacto, con una disposición en capas que mejora su eficiencia energética. “La idea”, explica Pastor, “es preparar una estructura que esté perfectamente ordenada en hileras, de manera que el combustible oxidado discurra por esos canales y haga que reaccione”. La pila funciona con alcoholes como el metanol y el etanol, “que podrían ser de origen bio, con lo cual, desde el punto de vista ambiental, son más amigables”.
La OTRI las pondrá en el mercado para licenciarlas
La segunda patente, cuya autoría está compartida con Benito Anula Alameda, Gonzalo García y Olmedo Guillén, mejora la actividad de las células fotoeléctricas, que poseen una base de silicio dopado que, al llegar los rayos de sol, absorbe los fotones de la luz y libera electrones que son conducidos a través de los denominados “dedos colectores”, los cuales sirven para facilitar la conducción y que, visualmente, son las líneas brillantes visibles en la superficie de la placa.
Con todo, se plantea un novedoso diseño en el que todos estos elementos son reemplazados por nanopartículas. “Este desarrollo viene de otra iniciativa anterior, en el que preparamos unos nanodiscos de unos 4 o 5 nanómetros de diámetro y dos átomos de altura, una altura que los hace transparentes”, explica Pastor.
Ahora, la siguiente fase será investigar de qué metal son las nanopartículas idóneas, teniendo en cuenta sus características, pero también su coste económico, abriéndolo también al campo de la fotoelectroquímica.
Ambas patentes se han gestionado a través de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de la Universidad (OTRI), la cual también se encargará de explorar el mercado en busca de empresas potencialmente interesadas en licenciarlas para su aplicación.