Varios investigadores de la Universidad de Southampton han descubierto una embarcación medieval en buen estado a más de 800 metros de profundidad en el Mar Negro. Junto a él se sitúan más de 40 restos, cuya edad abarca un milenio, desde el Imperio bizantino al Imperio otomano.
El último navío encontrado se estima que pertenezca a los siglos XIII y XIV. Aún en la actualidad se mantiene prácticamente intacto debido a la ausencia de oxígeno en estas frías aguas, lo que ha evitado que las criaturas marinas puedan acercarse y corroer la madera. Por lo general, las flotas localizadas en el fondo de este mar están en tan buen estado que las imágenes revelan que tienen rollos de cuerda intactos, timones y acabados que fueron tallados minuciosamente, etc. “Se preservaron de manera asombrosa”, señaló Jon Adams, líder del proyecto y director fundador del Centro de Arqueología Marina de la universidad, a The New York Times
Este descubrimiento tiene una gran relevancia en el campo de la arqueología con respecto a tiempos pasados. “Podemos esperar que haya verdaderos aportes a nuestra comprensión de las antiguas rutas comerciales”, afirmó al periódico Shelley Wachsmann, del Instituto de Arqueología Náutica de la Universidad Texas A&M. Esto se debe a que el Mar Negro jugaba un papel trascendental en el comercio entre los siglos XIII y XIV. Se mercantilizaban pieles, alimentos, caballos e incluso personas (los tártaros vendían a los cristianos como esclavos en lugares como El Cairo). Las ganancias eran tan elevadas que llegaron a producirse guerras entre los pueblos vecinos para conseguir dominar los recorridos.
Aunque se pretende preservar estas naves en las profundidades del mar, se pondrán en marcha diversas exploraciones con el fin de descubrir si en sus interiores también existen documentos y otros objetos en buena conservación que puedan aportar información sobre esta época casi desconocida. “Podría haber libros, pergaminos, documentos escritos… Quién sabe cuánto de estos artículos se transportaba. Pero ahora tenemos la posibilidad de averiguarlo. Es increíble”, comentó emocionado Brendan Foley, un arqueólogo del Instituto Oceanográfico de Woods Hole en Cape Cod, Massachusetts.