Sus pies tocaron por primera vez un tatami cuando tenía once años. Descalza, vestida con el võ phục, callada, insegura por ser nueva y sin saber muy bien qué hacer. Acabó allí porque sus padres necesitaban un lugar donde dejarla mientras iban a trabajar. La tinerfeña Casandra Hernández se veía atraída por practicar un arte marcial, ya que era un deporte fuera de lo común. Más tarde, sus profesores vieron el potencial que tenía para combatir, lo que supuso el inicio de su camino hacia el triunfo en el qwan ki do.
Este arte marcial mezcla técnicas vietnamitas y chinas. Pham Xuan Tong, su maestro fundador, sigue impartiendo clase en Francia. Tiene dos modalidades: quyên, que son poses, y combate. El Club Hâu Nhí, situado en el municipio de La Orotava, acogió a Hernández durante trece años.
«Después de clase, cogía la maleta con mi võ phục, mis guantes y mis protecciones, y me iba a entrenar», dice la joven tinerfeña con añoranza. Su adolescencia y parte de su vida como adulta estuvo marcada por el mundo del qwan ki do. Destaca que, si se acercaba una competición, lo habitual era ir al club todos los días y superar las dos horas habituales de entreno.
Añade que las pruebas para subir de grado suponían un desgaste físico importante, «pero merecían la pena porque ganaba un câp cada vez, que es una tira azul en el cinturón y representa lo cualificada que está la persona que compite». Ella tiene tres de cuatro, luego pasaría a ser cinturón negro. Sin embargo, por tener su experiencia en artes marciales ya es considerada un arma blanca. Esto implica que, en España, si ataca primero en una pelea, puede ser un agravante en caso de agresión.
«Todo cambió después de la lesión en la rodilla en el Europeo»
Subcampeona del Mundo en 2015, subcampeona de Europa en 2018, última campeona de España en 2013 y, varias veces, campeona Insular de Tenerife. A partir de los dieciocho años su trayectoria deportiva despegó. La lista de logros sigue, pero ella subraya, además de los anteriores, el Premio a Mejor Deportista Femenina de La Villa de La Orotava, concedido por el Ayuntamiento de su municipio. Otro que menciona con nostalgia es el Premio a Mejor Trayectoria Deportiva, de la misma institución. Asimismo, dice que le hizo mucha ilusión cuando al final del campeonato insular, en 2018, la subieron al podio y anunciaron públicamente que iría al Mundial.
No obstante, los medios de comunicación no han hecho suficiente difusión de sus victorias. Ha salido una vez en El Día y en Diario de Avisos por los premios internacionales. De resto, se limita a aparecer en páginas web deportivas, tales como Tenerife Deporte, Mujeres Deportistas Canarias o la de la Asociación por el Deporte Femenino.
Con el paso de los años, comenta que mantener el rendimiento le resultó muy complicado porque tenía otras obligaciones. Primero fue Bachillerato y luego la Universidad. Comenzó a desarrollar su talento creativo recibiendo clases en el grado de Bellas Artes. Los estudios, por lo tanto, empezaron a dificultar su vida como deportista. «Tenía que pasar mucho tiempo en los talleres de la Facultad fuera del horario lectivo y dedicarle horas a la imaginación», cuenta sobre el último año en el que compitió. A pesar de ello, siguió adelante hasta el XI Campeonato Europeo de Qwan Ki Do, hace dos años.
En el primer combate contra las francesas se lesionó la rodilla, pero consiguieron clasificarse. Luego, llegó el momento decisivo. «Era la final. Le dije a mi compañera que fuera primero», recuerda. Sin embargo, Eva Amarelo, natural de La Coruña, también fue derrotada. Italia se hizo con el oro y España se clasificó como subcampeona del Mundo.
«Me siento segura de mí misma porque puedo defenderme»
La deportista estuvo ocho meses con muletas y sin poder apoyar el pie, y después, necesitó un período de rehabilitación. «Estar tanto tiempo inactiva provocó que perdiera elasticidad y confianza para seguir compitiendo. Todo cambió», admite la orotavense. Alcanzar el nivel físico en el que se encontraba antes del accidente suponía arriesgar su vida académica, así que prefirió marcar un punto y seguido en su trayectoria deportiva. Por lo tanto, Casandra Hernández no ve un futuro desapegado del arte marcial. «Me gustaría retomarlo más adelante como competidora», afirma. Por ahora, se dedica a ir al gimnasio y le gustaría empezar a practicar natación o baile como pasatiempo.
Además de las habilidades físicas que le ha ofrecido el qwan ki do, resalta que después de tantas competiciones se siente segura de sí misma porque sabe que puede defenderse. Esta pasión por el arte marcial también la ha llevado a dar charlas en institutos y a participar con su club en la Feria del Deporte de La Orotava, la Infinity Sport Intersport. Gracias a esto, el número de integrantes del Hâu Nhí ha ido en aumento.
Casandra Hernández apunta que, como ella, es más común que se queden en el club quienes empiezan desde pequeños, ya que los adolescentes y los adultos suelen perder el interés muy rápido. Sobre las nuevas generaciones espera que el amor y la adrenalina por las artes marciales los lleve lejos. Destaca que se llegó a ver reflejada en los más pequeños porque cuando empezó, también le llamaba la atención que se usase una única mano para golpear.
Ahora, la niña que entró por casualidad a qwan ki do, pisa el tatami con medallas colgadas al cuello y se plantea participar en los próximos campeonatos mundiales y europeos.
La ilustración gráfica, su prioridad actual
El amor por el arte compaña desde pequeña a Casandra Hernández. La tinerfeña es graduada en Bellas Artes, por la rama de Ilustración y Animación, en la ULL. Gracias a esto se acercó más a cumplir su sueño de poder dedicarse profesionalmente al arte. «Tengo mi pequeño negocio de ilustración y estoy muy contenta, porque no ha sido un camino fácil», apunta la excompeditora.
En Instagram tiene una cuenta donde sube los productos personalizados que hace, como tazas, libretas, cuentos para niños o copas, y otro espacio en la red, donde publica sus obras de maquillaje de fantasía, el que practica como afición.