Moisés Rodríguez de Armas es representante del alumnado en el Consejo Social, un órgano universitario del que muchos alumnos desconocen su existencia y desde donde el estudiante manifiesta trabajar para que la universidad «siga siendo pública y accesible para toda aquella persona que quiera matricularse». Rodríguez de Armas explica que se trata de un organismo que engloba la representación de la sociedad y la ULL para asegurar que haya conexión directa entre la actividad universitaria y las necesidades de la sociedad canaria a todos los niveles ya sea laboral, cultural, económico o científico.
El Consejo Social tiene competencias en materia de planificación, programación y promoción de los servicios prestados por la Universidad, supervisión de su actividad económica y de su gestión y de interacción con los agentes sociales y económicos.
Actualmente está compuesto por 28 consejeros y consejeras, de los cuales 22 representan a entidades importantes de la sociedad, como el Parlamento de Canarias, el Gobierno de Canarias, los cabildos, sindicatos de trabajadores, empresas, colegios profesionales, etc. «Seis somos representantes de la universidad: el rector, la secretaria general, la gerente, la vicerrectora de docencia, un representante del Personal de Administración y Servicios (PAS) y en estos momentos estoy yo en calidad de representante del estudiantado de la ULL», manifiesta Rodríguez de Armas.
En relación a las cuestiones positivas que este órgano reporta al resto de alumnado, el representante estudiantil considera que no se trata de un servicio del que se obtenga algún beneficio. Realmente, apunta, lo que se hace, junto con el Consejo de Gobierno de la ULL que es donde se elaboran las normas internas del funcionamiento de la Universidad, es aprobar normas que rigen el sistema de la institución.
El Consejo Social, trascendental para cuestiones que afectan al alumnado
«En el Consejo Social se terminan de revisar y aprobar tanto los presupuestos de la ULL como sus cuentas; las normas de progreso y permanencia, que es algo que nos toca de lleno y sólo para el estudiantado», remarca Rodríguez de Armas, que afirma que también se revisan y se aprueban o rechazan los títulos que se quieren impartir en la ULL, tanto de grado, como másteres y doctorados oficiales o propios. «De modo que, en realidad, todo lo que concierne al estudiantado se trata en este consejo», reflexiona.
Añade que, como representante del alumnado, vela por que las normas que se aprueben respeten siempre los derechos del estudiantado. También intenta aportar el punto de vista general del sector al que representa. «Participo en el pleno y en las comisiones en las que se lleva a cabo la revisión y aprobación de las normas y también llevo al consejo aquellos problemas o incertidumbres que vemos que afectan al estudiantado o a la universidad en general», detalla.
«Hacía falta que se nos escuchara en el claustro»
Moisés Rodríguez de Armas afirma que nunca tuvo en mente presentarse para este consejo porque, de hecho, durante unos años «ni sabía que existía». Relata que cuando entró en la carrera, en la clase hubo un problema con un profesor y, mediante la delegación de estudiantes se pudo arreglar, así que decidió meterse en la delegación. Una vez allí, señala el alumno, con el objetivo y la motivación de ver que, «aunque no siempre», llevando argumentos de peso podían ser escuchados.
De esta forma, Rodríguez de Armas se fue «metiendo en más cosas» como la Junta de Facultad, de Sección o diversas comisiones y llegó un punto en el que vio que según para qué problemas, hacía falta que se nos escuchara en el claustro. Tras presentarse a ese órgano, hizo campaña para entrar en el Consejo de Gobierno, donde junto con diez compañeros conforma un órgano de 53 miembros. «Y de esos diez que éramos, se decidió que me presentara yo para el Consejo Social. Y es que, para ser representante de estudiantes en ese Consejo, hay que ser consejero de gobierno de la ULL», destaca.
El alumno asegura que, pese a que por norma sólo puede haber un representante de estudiantes en el Consejo Social, cuenta con todas las personas a las que representa. «Siempre que se van a tratar temas de calado en el estudiantado hablo y pido opinión, al menos, a los consejeros de gobierno, así como a los grupos del claustro», recalca.
Complicaciones para compaginar todo
Moisés Rodríguez de Armas resalta que es complicado compaginarlo todo, porque también es representante claustral y presidente de la Delegación de Estudiantes de Farmacia. Además, agrega, cada consejo tiene sus comisiones y muchas reuniones, y varias veces ha tenido que faltar a clases o incluso a exámenes para poder asistir a reuniones.
«Porque en lo que se refiere a estudios, con el sistema que tenemos del grado no hay tiempo casi para nada. Cuando no estás en clase, tienes que hacer trabajos, cuando no, asistir a unos seminarios, exposiciones, prácticas… y aparte en mi caso, que también trabajo, pues se dificulta bastante», cuenta Rodríguez de Armas, que asegura que no puede negar que es una presión «notable» que, aún así, siente que «vale la pena» porque le gusta mucho lo que hace.
Mayor capacidad para ayudar a los alumnos
Desde que entró en la universidad asegura que ha visto muchos problemas del alumnado, no sólo a nivel académico, sino como personas porque, al fin y al cabo, es en la universidad donde se está la mayor parte del día. «Pienso que ayudándonos, aunque sea en lo más mínimo, con cualquier cosa, ese peso que cada uno lleva consigo se alivia mucho», relata.
«De toda la vida he sido el típico chico al que decían que de tan bueno era tonto, pero al llegar a casa mi madre me respondía que no se es tonto por luchar por lo que quieres, si estás convencido de que puedes», indica el representante estudiantil, que apostilla que «siempre» se ha preocupado por los demás y «afortunadamente» en el cargo que desempeña tiene mayor capacidad para hacerlo.
Remarca que cuando sus compañeros veían que se hacía algo mal en clase, aunque fueran asignaturas en las que no estaba, o algo que le afectaba a una sola persona, intentaba solucionar el problema desde la delegación. «Intento ayudar a todo el que puedo. Es algo que me llena y, sinceramente por cursi que suene, me hace feliz», subraya Rodríguez de Armas.
Valorar y escuchar la voz del alumnado, sus aspiraciones
La mayor preocupación de Moisés Rodríguez de Armas es ayudar a toda la gente que pueda y que se valore y se escuche la voz del alumnado. Además, también apunta la necesidad de que se adapten bien las normas a la realidad que vive el alumnado, como a su juicio ocurre con las de permanencia en la docencia mal impartida o los títulos propios que pueden ser oficiales.
Por parte personal, asegura que aprende mucho sobre la Universidad, cómo se gestionan las cosas desde dentro o los servicios que puede ofrecer a la comunidad universitaria. «Aportar todo lo que pueda para ir mejorando las cosas no sólo para el estudiantado sino para el resto de personas implicadas en la ULL es principalmente mi objetivo», dice Rodríguez de Armas, que añade que también se esfuerza por mejorar cuantos más asuntos posibles para toda la comunidad universitaria y, por consiguiente, para el resto de la sociedad, «pues son por quienes estamos aquí y para quienes trabajaremos el día de mañana», concluye el estudiante.