La experta inició su ponencia asegurando que «cada vez aparecen más noticias y titulares en la prensa que son ciertamente alarmantes». En este sentido, afirmó que fue en 1960 cuando empezaron a recogerse datos sobre las emisiones de gases efecto invernadero y, desde entonces, esta cifra no ha parado de crecer.

En concreto, España es el sexto país que más emite, seguido de otros de la Unión Europea, que ocupa la tercera posición detrás de China, Estados Unidos y seguida por India, Brasil y Rusia a nivel mundial. Con estos datos, Melián decidió ir al diccionario y definir, según la Real Academia Española, la palabra sostenible: «que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medioambiente». Seguidamente, quiso destacar que «es esencial buscar el punto de inflexión para pasar de consumir a conservar».

Con respecto a qué pueden preguntar y contestar las matemáticas al respecto, la experta explicó que «si hablamos de cambio medioambiental, pueden preguntar cuánto de rápido se va a producir, si discutimos de riesgo, cuáles son las probabilidades de que se produzca y, si es de ecología, esta ciencia se podrá cuestionar como de conectada está la red».

Reducir las distancias y el consumo de combustibles

Asimismo, la científica recalcó que cualquier especialista puede encontrar el sector en el que se sientan cómodo para contribuir. En el caso de Melián, se centra en los transportes, en concreto, en la cadena de suministros: «Hay muchas cosas que se pueden hacer como cambiar tipos de vehículos, añadir aditivos a los combustibles u optimizar rutas”. El objetivo es alcanzar una logística sostenible, a través de minimizar distancias y el consumo de carburantes.

Al hilo de esta afirmación, reseñó varios datos. «En España, el transporte supone aproximadamente un 25 % de las emisiones y, desde el año 1990, se han incrementado en un 50 %, por lo que resulta importante reducir esta cifra», aseveró. Otros países como Alemania y Suecia, en cambio, han disminuido sus valores en los últimos tiempos.

Para finalizar, Melián citó varias soluciones posibles. Una de las nombradas fue el uso de metaheurísticas, que son algoritmos aproximados de optimización y resolución de problemas. El término, que fue acuñado en 1986 por el profesor Fred W. Glover, tiene un gran número de aplicaciones en campos tan diversos como la logística, gestión de situaciones de emergencia, big data, diseño de microchips, predicción de precios, gestión de almacenes, y un largo etcétera que cerró una nueva edición del ciclo de conferencias.

A pocos minutos de iniciar la charla, los asientos de la sala comenzaron a llenarse de estudiantes. Tras la presentación y la puesta en marcha del cronómetro, el universitario empezó su exposición sobre la posibilidad de vida más allá de nuestro planeta y la ausencia de su evidencia. “Se denomina paradoja de Fermi”, subrayó.

El ponente decidió explicar, por el corto tiempo con el que se cuenta, dos factores que pueden afectar a la falta de señales de existencia de organismos extraterrestres. En primer lugar, destacó las grandes distancias en el espacio incomprensible para el entendimiento humano. Para demostrarlo, hizo una escala a partir de la Facultad, las Islas Canarias y la Tierra. El segundo punto abarca los exoplanetas, astros que giran alrededor de una estrella. Los situados a una distancia media de ella entran en la zona de habitabilidad. Esta se considera el rango donde se podría encontrar agua líquida, necesaria en términos humanos. No obstante, Barrios comentó que la franja de habitabilidad es un concepto muy distinto a planeta habitable.

Después, planteó la ecuación de Drake, un método aproximado para calcular con cuántas civilizaciones se podría establecer contacto. Explicó cada parámetro y dio el resultado obtenido hasta el momento: “En 1961, podríamos estar hablando de 10 civilizaciones en nuestra galaxia, aunque en investigaciones posteriores han dicho que en realidad son 0,0000006. Algo desesperanzador”.

El ganador del primer premio de monólogos científicos cerró su discurso haciendo referencia a Les Luthiers, grupo de humoristas argentinos, con la pregunta que le da nombre al fisquito, ¿Por qué se escuenden?, poniendo así un toque de humor.