inmigración ilegal – Periodismo ULL https://periodismopre.ull.es Diario digital de la Universidad de La Laguna Wed, 29 May 2019 06:18:27 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://periodismopre.ull.es/wp-content/uploads/2016/04/cropped-PULL_Redondo-1-32x32.png inmigración ilegal – Periodismo ULL https://periodismopre.ull.es 32 32 «Hemos venido aquí para defender este país de nuestros vecinos del Sur» https://periodismopre.ull.es/hemos-venido-aqui-para-defender-este-pais-de-nuestros-vecinos-del-sur/ Sat, 25 May 2019 13:15:10 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=103334 Soraya González y Severiano García, que forman parte del elenco de Delirium Teatro, dieron vida a Arizona, una obra dirigida por este último y que está escrita por Juan Carlos Rubio, guionista y dramaturgo español. La representación tuvo lugar anoche, viernes 24 de mayo, en una única función en el Teatro Leal de La Laguna. Cuenta con música compuesta y producida por el tinerfeño Diego Navarro. La xenofobia, la violencia machista y la manipulación son algunos de los temas tratados en la historia.

Apenas quince minutos antes de iniciarse el evento se empezó a llenar la sala principal del edificio. Pasadas las 21.00 horas se cerraron las puertas y el espacio se inundó de humo. Al comienzo, el escenario era lúgubre, solo se veían unos focos que pertenecían a algún coche. De él bajaron George y Margaret, un matrimonio de Estados Unidos que se había embarcado en una aventura abandonando la ciudad unos días para trasladarse hasta el desierto del estado de Arizona. Lo hacían por una razón, lo hacían con una finalidad.

Allí se asentaron los dos para estar una temporada juntos, viviendo una experiencia que sería diferente para ambos. Solo estaban acompañados por el calor infernal del paraje, una radio, algunos enseres domésticos que habían traído consigo y por un enorme y precioso cactus.

El proyecto


La mujer es muy risueña, inteligente, aficionada a la lectura y a la fotografía. «Las cosas importantes de la vida pueden perderse en un instante», apuntó. Aunque también es ingenua. Está enamorada hasta las trancas de su marido. El hombre la quiere, pero tampoco tanto. No como a ella le gustaría. Es egoísta, orgulloso, déspota y demasiado xenófobo. «Hemos venido aquí porque tenemos un objetivo: defender este país de nuestros vecinos del Sur, acompañados por cientos de voluntarios, al mismo tiempo que reflexionamos sobre las fronteras», decía a su esposa una y otra vez.

La historia se basa en un acontecimiento real que ocurrió en abril de 2005, el llamado proyecto Minute Man, donde civiles estadounidenses armados se encargaban de bloquear mediante la fuerza el paso a personas indocumentadas en la frontera de Estados Unidos y México. George llevó a Margaret hasta allí para vigilar de forma física la zona día tras día. Pero ella no fue consciente de la gravedad de los hechos hasta pasados varios amaneceres y atardeceres.

La incertidumbre se respira en el aire. El público, muy atento a lo que sucede en cada instante, recibe señales de lo que podría ocurrir a continuación gracias a determinados momentos en los que las luces del Leal se apagan casi en su totalidad, para que imágenes de hechos concretos se proyecten a modo de flashes sobre los cuerpos de los personajes. Imágenes que reflejan la realidad que se vivió hace 15 años en aquel desierto americano y que complementan la situación. Aunque también el espacio es bombardeado en distintas ocasiones por vídeos reales de militares intolerantes y de muros de todo el mundo, que impiden que los seres humanos accedan a una vida mejor. Con todo esto se pretende dar un significado global de lo que es la inmigración hoy.

La violencia machista, presente en la historia


La evolución de Margaret durante el transcurso de la narración es bastante grande. Todas las preguntas que se hace a sí misma, al igual que las que formula a su marido, en conjunto con su buena ética y empatía, la ayudan a empoderarse y desprenderse de las manipulaciones a las que está sometida.

Un episodio violento y bastante grave la despierta de golpe y la hace abrir los ojos, comprendiendo que la actitud que tiene George hacia ella no es la correcta. Del mismo modo, informaciones publicadas a través de la radio donde se revela que integrantes del Minute Man están envenenando pozos de agua potable para que los inmigrantes no puedan beber de ellos la hacen enloquecer, posicionándose totalmente de una vez por todas contra su esposo.

El final, rompedor y controvertido, dejó boquiabiertos a todos los asistentes, que no esperaron que sucediese lo que habían contemplado en aquel momento. Aplaudieron por varios minutos a la pareja de actores y a todo el equipo técnico por su gran labor.

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Aprender a ser tierra de acogida https://periodismopre.ull.es/seamos-tierra-de-acogida/ Tue, 30 Apr 2019 13:10:18 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=97489 Para muchos subsaharianos, Marruecos es una especie de limbo en el que esperan, en terribles condiciones, la oportunidad de cruzar a Europa. Este verano, durante mi voluntariado en un campo de trabajo en Melilla, cruzamos la frontera hasta una pequeña ciudad del país africano, donde una de las trabajadoras de una ONG, con los ojos llenos de lágrimas de impotencia, nos contó la realidad que se vive allí desde hace años. En Nador, ciudad marroquí que comparte frontera con Melilla, hay aproximadamente unas 3000 personas de origen subsahariano.

Durante años trabajan en sus países de origen para reunir el dinero suficiente para pagar a mafias que se encargan de trasladarles de unos países a otros, desde el sur hasta el norte de África. Viajan durante meses sirviéndose de las diferentes rutas migratorias, atraviesan el desierto y llegan a Marruecos, habitualmente a través de túneles que pasan por debajo la frontera con Argelia.

Quienes buscan cruzar a nuestro país esperan su oportunidad en los campamentos del Monte Gurugú, un volcán extinto con una altitud de unos 890 metros muy próximo a la frontera con España. Allí se agrupan por nacionalidades y aguardan durante meses en busca del momento perfecto para cruzar la valla. La gran mayoría espera fechas señaladas en las que el control es menor, como navidad o fin de año, o a los saltos masivos, en los que tienen mayor oportunidad de llegar al otro lado. Aunque quizá lo estuvieran imaginando así, para nada se trata de la visión tipo boy scout de campamento que se tiene en el primer mundo. Allí las tiendas están hechas de lonas de plástico que les proporcionan algunas organizaciones de voluntarios. No hay agua, ni duchas, ni contenedores de basura y, por si fuera poco, las fuerzas auxiliares marroquíes se encargan de subir cada semana a quemar los campamentos y quitarles todas las pertenencias.

En el monte la mayoría son hombres. Las mujeres normalmente aguardan en Uchda, una ciudad situada en el noreste de Marruecos. A diferencia de ellos, la mayoría de mujeres no pagan a las mafias para llegar hasta allí, sino que son capturadas en sus países de origen y retenidas en la ciudad hasta que se les asigna un destino. En Nigeria, en concreto, captan a jóvenes en las aldeas que en numerosas ocasiones no llegan a la mayoría de edad y les prometen estudios o una vida mejor. Una vez captadas les quitan la documentación, abusan de ellas y las trasladan en camiones hasta Uchda, por su cercanía con la frontera con Argelia. Allí las mafias las distribuyen a diferentes países europeos como Alemania, Francia o España, donde son obligadas a ejercer la prostitución durante años para pagar la deuda por llevarlas hasta Europa. Si tienen la mala fortuna de quedarse embarazadas, a las que viven en mejores condiciones las obligan a tomar una píldora abortiva, mientras que a las que corren menos suerte se les inyecta lejía.

La visión europea


Mientras ocurre todo esto, Europa lidera el consumo de prostitución y no solo ignora todo lo que viven los subsaharianos para llegar hasta aquí, sino que siembra el odio hacia ellos. «Vienen a robarnos el trabajo», dicen algunos. No, no vienen a robarnos el trabajo. Vienen a intentar vivir en condiciones dignas después de haber visto como sus hermanas pequeñas tenían que prostituirse para que su madre comiera. O después de que se les haya cortado el acceso al estudio gratuito desde que finalizaron primaria. Algunos jóvenes incluso han perdido la vida por fracturas craneales hechas por las fuerzas auxiliares marroquíes, simplemente por intentar emigrar a otro país para poder estudiar.

Conociendo todo esto, no concibo cómo todavía hay gente que no comprende mi frustración al leer titulares sobre aquellos que quieren instalar concertina alrededor de la valla, o en el caso de Vox, levantar un muro. A todos ellos, me encantaría decirles que no importa cuanta concertina se instale, ni cuantas vallas: cuando a una persona lo único que le queda es su vida, no le importa arriesgarla.

Aun así seguimos creando barreras, alzando muros y cerrando fronteras, mientras ahí fuera hay personas muriendo: en la valla, en el mar y en las montañas. En lugar de odiar a quienes son diferentes, tenemos que aprender, por una vez, a ser tierra de acogida. Abrir de una vez nuestros ojos, nuestra mente y nuestros brazos, para que nadie que huya se sienta abandonado.

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