A pesar de que la imagen de las mujeres dentro de este deporte está siendo cada más visible y reconocida, las restricciones y desigualdades siguen presentes en cada combate. Estos prejuicios no solo lo debe cambiar la propia Asociación internacional de boxeo (IBA), sino también la sociedad, que sigue pensando que es un deporte para hombres y que las mujeres debemos de realizar tareas del hogar. Muchas boxeadoras profesionales se han visto sometidas a situaciones de este tipo a lo largo de sus carreras, como el caso de Tania Álvarez, a quien en su propio gimnasio la discriminaban por ser mujer.

«Son iguales de valientes, se dejan la piel en el ring»

Aguantan entrenamientos, cambios de pesos, se someten a un trabajo físico y mental realmente espartano. Son iguales de valientes. Se dejan la piel en el ring. Y si ellas pueden entrenar al igual que los chicos, por qué no pueden pelear de la misma manera. Las reglas deben de ser igual para ambos sexos. A diferencia de ellos en el boxeo amateur las chicas boxean a tres minutos, con casco y protecciones, cosa que el masculino no. Sin embargo, en profesional se les quita esa seguridad, pero solo pueden pelear a dos minutos.

Solo piden tres minutos. Tres minutos que les pueden cambiar la vida. Un minuto más que les ayuda a preparar el golpe y convertirse en campeonas. Minutos de más que compensarían si se reconociese el sacrificio diario que hay detrás. Pero, como era de esperar, nosotras no estamos a la misma altura que un hombre. Por tanto, la bolsa salarial que reciben en las veladas es inferior. Las mujeres han evolucionado mucho físicamente. Podrían hacer igual de cantidad de asaltos y minutos por pelea, así como cobrar las mismas bolsas en el caso del boxeo profesional.

El boxeo femenino poco a poco va subiendo escalones y acaparando el interés de la población, y así hacerse más visible. Sin embargo, las desigualdades siguen estando presentes, una batalla continua sin resultados algunos. Ellas inciden en que el boxeo, por el que tanto luchan, es un frente constante para «ir abriendo puertas» a todas aquellas mujeres que vienen pisando fuerte y no tengan que encontrarse con esta situación. Todavía queda mucho por hacer dentro de este deporte.

Como pretexto, reconocen que en la sociedad actual existen diversas comunidades que se encuentran en una situación muy vulnerable, ya sea por sus características o condiciones de vida, que hacen que día a día tengan que convivir con desigualdades y dificultades económicas que se van incrementando con el paso del tiempo. Factores como la precariedad laboral, el desempleo juvenil, el entorno geográfico, la discriminación por género y raza, el fracaso escolar o la ineficiente gestión de recursos por parte de las administraciones, son algunos de los indicadores que proporciona el INE en lo que respecta al riesgo de pobreza o de exclusión social.

Por ello, Andrea Martín, Fernando Ruiz y Sara Plasencia, que son quienes se encargan de la organización de Informa, pretenden lograr que los colectivos más vulnerables tengan acceso a una orientación jurídica que les permita conocer sus derechos y otros asuntos de relevancia con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Pretenden llevar a cabo iniciativas como charlas formativas en diferentes puntos de la Isla, un equipo de voluntariado,  lograr alianzas sociales con empresas y otras entidades, e incluso, establecer un modelo para la primera Clínica Jurídica Solidaria en la Facultad de Derecho.

Este proyecto guarda una estrecha relación con varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, decretados por la ONU. Informa pretende trabajar con las personas en riesgo de exclusión, así como las desigualdades sociales, las cuales suelen estar mayormente feminizadas.

La ULL colaboró de manera activa gracias a la contribución de la profesora Sara García, miembro del comité desde 2018 y coorganizadora del simposio. Además de universidades españolas, también comparecieron ponentes de Uruguay y Chile, que otorgaron un carácter internacional al coloquio.

La doble jornada invisible de las mujeres

Las investigaciones expuestas expusieron las desigualdades de género en el ámbito de los cuidados, una problemática que, según Sara García, «ha constatado la doble jornada invisible de las mujeres, que siguen siendo las máximas cuidadoras». También destacaron el resurgimiento del edadismo que sufren las personas mayores debido a su edad, que se ha visto amplificado en los últimos años.

Por su parte, la investigadora Inmaculada Pastor insistió en que «es necesario disponer de más datos desagregados por sexo, que todavía son difíciles de encontrar, ya que se requieren para llevar a cabo análisis especializados».

La socióloga Sandra Dema subrayó la importancia de las redes de cuidado comunitarias que se han puesto en marcha en distintos lugares y que «sitúan los cuidados en el sector público y fomentan la ayuda sociocomunitaria, lo que genera una mayor implicación masculina».

Durante el cierre de la convención, la junta advirtió que próximamente subirán la grabación de todo el seminario en su cuenta de YouTube. Asimismo, recordó a las personas asistentes que el XIV Congreso Español de Sociología que se realizará en 2022 se hará en formato presencial en la región de Murcia, aunque aún no ha marcado una fecha exacta.