El Espacio Cultural CajaCanarias de La Laguna acogerá hasta el 13 de abril de 2024 una exposición titulada Manolo Sánchez y la experimentación en la acuarela. La muestra pretende por un lado, arrojar luz en un tramo significativo de la pintura de Sánchez y por otro, rendir homenaje al pintor tinerfeño y dar a conocer sus obras a las nuevas generaciones de artistas. Martes y sábados de 10.00 a 14.00 horas, y de miércoles a viernes tanto en horario de mañana como de tarde, de 17.00 a 20.00 horas.

¿Por qué el arte? «Desde que tengo memoria fue lo que más me atraía de una forma inexplicable. Cuando tenía tres años solo jugaba con lápices, pinceles, colores, plastilina de modelar, barro… Sentía la necesidad vital de crear, de expresarme a través de cualquier disciplina plástica.  A pesar de mi corta edad, tenía una gran madurez artística. Reconocía mis limitaciones e intentaba mejorar cada día. A esa edad visité el Museo del Prado con mis padres y no consiguieron sacarme de allí fácilmente. Velázquez me hechizó. Mi máxima a partir de ese día era que mis dibujos y pinturas parecieran tan reales como los de él, así que, a partir de ese momento, pasé de leer cuentos a pedir libros de arte, que aún hoy conservo con celo y cariño».

¿Cómo ha sido tu experiencia con el arte? «Mi primer encuentro con el arte fuera de las cuatro paredes de mi habitación fue en la Escuela de Arte Luján Pérez. Mi maestro sería nuestro reconocido Felo Monzón. En principio, la edad mínima para entrar era de 10 años. Pero al comprobar cómo le iba contando a mi madre la historia de las obras que iba viendo en la galería de la Escuela quedó boquiabierto y accedió a que ingresara. Pero, tras unos meses, todas mis ilusiones de aprender con él quedaron reducidas a una total decepción. Así, le comuniqué a mi madre delante de él que no quería seguir perdiendo el tiempo».

¿Y qué supuso eso para usted? «Esa experiencia me convirtió en una autodidacta acérrima. A partir de ese día, cuando no estudiaba, dedicaba todo mi tiempo a aprender, a leer y practicar. A los quince años, personas de mi entorno empezaron a hacerme encargos. Fue una inyección de autoestima que me llevó a mejorar aún más»

¿Es difícil vivir del arte en Canarias? «No, vivir del arte no es difícil en ninguna parte si lo haces con rigor, profesionalidad y le dedicas muchísimo tiempo y energía. Lo que es difícil en Canarias es convertirte en un artista de renombre. Pero es así en cualquier disciplina artística, y si no, que se lo digan a los músicos y cantantes. Por desgracia, en esta región te valoran sólo cuando has triunfado fuera y han reconocido tu talento. Ahí es cuando estas islas te ponen la «alfombra roja» y te llaman con el fin de que te conviertas en su embajador mientras se cuelgan la medalla de que procedes de la cantera canaria».

¿Se les da importancia a los artistas «pequeños» de las Islas? «La respuesta sería la misma que para la anterior pregunta. No importa qué arte defiendas ni cómo lo expresas, el problema está en la política y su mala praxis en gestionar la cultura en general».

«El arte debería ser una prioridad para cualquier país»

¿Ha sido difícil vivir del arte siendo madre soltera? «Lo que me resultó más difícil fue arrancar. Darte a conocer, buscar clientes, conseguir salas para exponer… pero lo más difícil fue compaginar la maternidad en solitario de dos hijos. Empecé dando clases de dibujo y pintura en una galería de arte. Un año más tarde, abrí mi propia academia donde daba dos turnos de clases por la mañana y uno de tarde (seis horas en total), de modo que, por las noches, cuando acostaba a los niños me sentaba en el estudio de casa a pintar cuadros por encargo, sobre todo retratos».

¿Cuáles son tus mayores influencias? «Velázquez y el realismo me cautivaron nada más verlo. Después de esa experiencia sólo he querido ser una pintora realista. Me hice una artista muy individualista, y, lejos de dejarme influenciar, cada día noto cómo mi propia evolución artística y personal me hace integrar en mis obras pequeños cambios de matiz minimalista, donde tiendo a sintetizar».

¿Qué le dirías a los estudiantes/artistas que comienzan en este mundo? «Que se preparen mucho y bien. Que practiquen. Que se especialicen y que se alejen lo más que puedan de la mediocridad. La mediocridad les hará invisibles. Y que no se impacienten por vender si pueden evitarlo, porque si lo hacen estarán abocados a convertirse en un fraude. Y el arte ya está lleno de ellos».

¿Qué opinas del trato que está recibiendo el arte durante la pandemia? «Este país peca de gestionar de forma la cultura, sobre todo en lo que a artistas emergentes se refiere. El sector artístico, el más perjudicado, no vendemos artículos de primera necesidad. Hemos tenido que esperar a que se creen ayudas destinadas a este sector y que no todos han recibido. Paradójicamente, ha sido gracias al arte (la música, las artes plásticas, el baile…) que la inmensa mayoría de los ciudadanos de cualquier país afectado por esta pandemia ha sido capaz de sobrellevar el confinamiento. Concluyamos entonces que, gracias al arte, la vida de cualquier ser humano se hace más llevadera, más soportable, y que por lo tanto, el arte debería ser una prioridad para cualquier país».

¿Cómo empezó en este mundo? «Desde pequeño he tenido referentes y familiares que se han dedicado a este oficio. José Luis Toribio, pintor, vivía al lado de mi abuela. En ese entonces yo tendría cinco o siete años. Me ponía a su lado y contemplaba cómo trabajaba al óleo. Mi primo, Juan Rodríguez León, también ejercía esta profesión y entre los dos hacíamos algunos cuadros. Por otro lado, en el instituto tuve de profesor de Bellas Artes a Adrián Alemán, que también era aparejador y nos llevaba láminas que nosotros copiábamos a carboncillo. Asimismo, hice un curso por correspondencia del Instituto Parramón de Barcelona, donde aprendí dibujo, pintura, perspectiva… Y además, estudié la técnica de las mezclas de colores para trabajar el óleo. Yo hacía los trabajos y los enviaba, y ellos me los corregían».

¿Cuándo comenzó a exponer? «Hace 35 años. Mi primera exposición fue en la cafetería de la residencia de La Candelaria, en la que trabajaba como celador. Exactamente en el año 1982. Mis obras casi siempre han sido dedicadas a cosas típicas canarias como caseríos, paisajes, bodegones canarios, entre otros». 

¿En qué se inspira a la hora de pintar?  «En lo natural cuando reproduzco un paisaje. Pero también me suelo apoyar en fotografías. Sin embargo, de las instantáneas no te puedes fiar mucho, porque los colores no son reales. Casi siempre son oscuras y puedes llegar a confundirte con las sombras. Por eso, pinto cosas naturales. En mi obra, sin duda, ha influido José Luis Toribio».

«La gente me dice que pinto como si de fotografías se tratase, pero lo cierto es que yo le doy mi propio color»

¿Qué técnica suele utilizar? «El óleo. Mi pintura está basada en el hiperrealismo y también suele ser realista. Soy muy detallista. Yo empiezo a trabajar con pinceles de óleo y termino con los de acuarela, que son más finos, para realizar detalles como las ventanas, las velas de un barco, etc. Por tanto, quiero enfocar mi realismo de manera que dé la sensación de que ves un paisaje verdadero al mirar uno de mis lienzos».

¿Qué veremos en Restrospectiva? «Un recorrido por las Islas Canarias a través de 20 cuadros de Lanzarote, La Palma, Fuerteventura, El Hierro, La Gomera y Tenerife. Por otro lado, ocho o nueve de ellos representarán algunos escenarios de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, incluso aquellos que han desaparecido. Por ejemplo, el antiguo mercado de la ciudad o una antigua portada de una finca en Las Mercedes que ya no está. Todos estos lugares, que ahora no existen, los pinto gracias a antiguas fotografías que aún conservo. Utilicé colores apagados, sin nada llamativo, para darle una visión más antigua. Una de las obras la he querido hacer como homenaje a César Manrique. En ella se ve el Monumento al Campesino, en Lanzarote. Aproveché el gran espacio que me quedó en el cielo, introduje la cara del artista canario para que pareciera que salía de entre las nubes».

¿Qué mensaje quiere transmitir con estas obras? «Busco que mi pintura sea real, como si abrieras la ventana y vieras un paisaje. La gente me dice que pinto como si de fotografías se tratase, pero lo cierto es que yo les doy mi propio color. Con esta muestra pretendo rememorar lo que se ha perdido, a la vez que conservar lo que tenemos. Hay algunas obras en esta exposición que tienen más de siete años».

El autor ha participado en muchos proyectos colectivos en Artizar, pero Fiest(o)le es su segunda exposición individual en la galería. Han pasado dieciséis años desde la primera, expuesta bajo el título Laberinto. El propósito de llevar a cabo esta presentación surgió hace dos años con la muerte del poeta Carlos Pinto Grote, figura en la que Blancas ha basado sus creaciones.

Su nieto, Frasco Pinto, trabajador en la muestra, comenta que la labor de este inventor es muy especial e interesante. «Probablemente es el artista canario que mejor está trabajando ahora mismo, pues tiene obras en las mejores colecciones del mundo como, por ejemplo, las de Andy Warhol o Jean-Michel Basquiat. Su trayectoria lo ha convertido en un “peso pesado del arte”, añade Pinto.