antivacunas – Periodismo ULL https://periodismopre.ull.es Diario digital de la Universidad de La Laguna Thu, 17 Mar 2022 14:51:09 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://periodismopre.ull.es/wp-content/uploads/2016/04/cropped-PULL_Redondo-1-32x32.png antivacunas – Periodismo ULL https://periodismopre.ull.es 32 32 Yo no me pongo eso, a saber qué tiene https://periodismopre.ull.es/yo-no-me-pongo-eso-a-saber-que-tiene/ Tue, 04 May 2021 15:13:47 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=165022 Dicen que es mejor prevenir que curar, pero lo cierto es que la sociedad se encuentra en una época en la que la cura preocupa más que la propia enfermedad. La Covid-19 llegó para trastocar rutinas y formas de vida. Hace un año no se podía ver la luz al final del túnel, ahora, como si de una linterna se tratara, las vacunas iluminan el camino de salida, pero hay quienes se empeñan en caminar hacia la oscuridad. El miedo que ha desarrollado la gente hacia las vacunas es un enemigo mayor que el propio virus.

El otro día escuché como un fumador, con cigarro en mano, dijo que él no se iba a poner «la vacuna esa nueva» porque «a saber qué tiene eso, los efectos que produce a la larga y los trombos que crea».

Las cifras son el mejor aliado para analizar la gravedad de los hechos. Según datos del Ministerio de Sanidad hay una probabilidad del 0,17 % de que el cigarro produzca trombos en las personas que lo consumen. Por otra parte, la vacuna AstraZeneca tiene un 0,0001 % de riesgo de generar el mismo efecto. El dato es muchísimo más irrisorio en relación a la juzgada vacuna de Janssen: solo seis de 6’8 millones de personas vacunadas han sido asistidas por trombosis.

Puede que descrito de esa forma, este 0,0001 suene elevado. Si se lee bien el dato, se puede llegar a la conclusión de que el número es bastante bajo. El ABC ha publicado hace poco una tabla comparativa que muestra que es mayor la posibilidad de ganar el Gordo de Navidad o de que te caiga un rayo antes que tener efectos dañinos a causa de las vacunas contra el SARS-CoV-2.

«La píldora anticonceptiva causa 120 trombos al año por cada cien mil mujeres y se sigue comercializando»

Ahora mismo se presenta un escenario de caos completo. Las fuerzas políticas prefieren pausar la vacunación y la comunidad científica presiona a los diligentes para que la reactiven. En medio de la disputa, una ciudadanía temerosa que no sabe qué hacer y los medios de comunicación apagando fuegos.

¿Por qué pausar una vacunación que tiene una probabilidad bajísima de ser dañina o que afecta a casos muy extremos? Es como si las cúpulas políticas se estuvieran riendo de todo el personal sanitario que ha estado doblando turnos y trabajando sin descanso durante todo el pasado año.

La aspirina causa tres mil muertes al año en el Reino Unido y no ha sido cancelada. El ibuprofeno aumenta el riesgo de ataque al corazón y de ictus y sigue vendiéndose en todas las farmacias. La píldora anticonceptiva provoca entre 5 y 120 casos de trombosis por cada cien mil mujeres al año y se receta a adolescentes de catorce años. La vacuna de Janssen ha provocado seis trombos y se pausó durante un periodo de tiempo que provocó un gran retraso el plan de vacunación a escala global. Es, en pocas palabras, un chiste.

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El fenómeno de los antivacunas, una amenaza real para la salud pública https://periodismopre.ull.es/el-fenomeno-de-los-antivacunas-una-amenaza-real-para-la-salud-publica/ Mon, 13 May 2019 13:20:28 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=100061 La comunidad científica señala las vacunas como uno de los mayores avances en contra de las enfermedades de la historia. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha situado para este 2019 el rechazo a la vacunación como una de las diez mayores amenazas para el Planeta. Por ello, las hermanas María y Elena Alcover, estudiantes de los grados de Medicina y Matemáticas en la Universidad de La Laguna, respectivamente, han decidido investigar las causas y las consecuencias de este movimiento que crece cada año de manera exponencial.

El sarampión es una enfermedad que está rebrotando con fuerza en medio mundo debido a este movimiento. ¿Esta amenaza afecta únicamente a quienes deciden no vacunarse o es un peligro para el resto de la población?  Elena Alcover: «Las personas que ya han recibido la inmunización no estarían en riesgo pero, por circunstancias médicas, existen personas que no pueden vacunarse, y estas si se verían afectadas. Cada enfermedad, matemáticamente hablando, tiene una variable que guarda a cuantas personas puede afectar, por la cual distinguimos afecciones más y menos contagiosas.  El problema principal con el sarampión es que esa variable, a la que denominamos ‘R’, es muy alta porque una sola persona afectada puede contagiar a entre 12 y 18.  Si nos aseguramos de que la población que puede inmunizarse lo haga, formamos una especie de escudo para proteger esas personas que no pueden hacerlo porque se reducen las posibilidades de estar en contacto con la enfermedad».

Entonces, ¿qué supone para estas personas que no se pueden vacunar que otras decidan de manera voluntaria no hacerlo? EA: «En las matemáticas hay una cifra que dice que para que una población sea segura, el 95 % tiene que estar vacunado, pero no de la población total, sino de cada lugar en el que se encuentra el individuo. Si mi hijo, que no se puede vacunar, va a un parque, a clase, o a cualquier lugar, el 95% de las personas que estén a su alrededor tienen que estar vacunadas, por lo que realmente el porcentaje real es mucho mayor. Que esto no ocurra así supondría para ellos un aumento del riesgo de entrar en contacto con el virus».

Alguno de los argumentos de los antivacunas es que desconfían de la honestidad de la comunidad científica. ¿A que crees que se debe? María Alcover: «Primero hay que entender que cada fármaco que se introduce en el mercado tiene que pasar muchísimos controles de seguridad, además de ensayos clínicos. Aunque entiendo que la farmoindustria es muy potente y puede haber muchos intereses económicos detrás de ella, para lograr que un medicamento entre en el mercado, como el caso de las vacunas, antes debe estar probado científicamente. Creo que el problema de la desconfianza tiene que ver en realidad con la falta de divulgación por parte de la comunidad científica y de los propios médicos, que no cubrimos esa parte de la educación sanitaria. Por eso es fundamental por parte de los médicos luchar por una atención de calidad en la que dispongamos de más tiempo con cada paciente».

«El gran problema no es la existencia de estas nuevas técnicas, sino que actúen como sustitutos de los tratamientos médicos»


¿Cuál es su visión de los remedios alternativos como la homeopatía o la pseudoterapia? MA: «Esta corriente se relaciona mucho con el rechazo a las sustancias químicas, y con el pensamiento de que la comunidad científica rehusa de todo tratamiento que no sea químico. Sin embargo, existen numerosas técnicas como la musicoterapia o la terapia ocupacional que también son ciencia pero que tienen detrás estudios científicos y estudios reglados. El gran problema no es la existencia de estas nuevas técnicas, sino que actúen como sustitutos de los tratamientos médicos».

Por tanto, ¿estas técnicas carecen de validez? EA: «Para creernos algo tiene que estar refutado y lo que no podemos es ser ignorantes en ese sentido. Es necesario concienciar a la gente, no solo en el ámbito de las vacunas sino en general, de que no podemos creer todo lo que nos cuenten. El estudio científico del mundo de la vacuna no se puede comparar al de otras alternativas como las que ahora están surgiendo. Es decir, teniendo un remedio que realmente sirve y que nos ha protegido durante muchos años, es inútil a aferrarnos a algo que no está avalado por la ciencia».

Otro de los argumentos de estos grupos es que los efectos adversos son mucho mas graves que la propia enfermedad. ¿Es esto cierto? MA: «Es cierto que cualquier medicamento tiene efectos secundarios porque estamos introduciendo sustancias químicas en nuestro organismo, pero los efectos adversos de una vacuna son muchísimo menos graves que las consecuencias potencialmente dañinas que puede tener la enfermedad para la que se aplica».

Si es así, ¿por qué hay tanto miedo a los efectos secundarios? EA: «Hay una parte de las matemáticas que se llama la Teoría de Juego que explica cómo actuamos nosotros ante las situaciones. En este contexto, hablamos de un concepto que se llama racionalidad miope, que es que muchas veces nosotros actuamos conforme a las cosas que vemos, y como en nuestro día a día, por ejemplo, no vemos casos de sarampión, no somos conscientes de la problemática que esto en realidad ocasiona. Somos mas cercanos a los casos de reacciones que puedan tener las vacunas que a las propias enfermedades, pero las consecuencias de no recibir la inyección son mucho mayores que las de hacerlo y sufrir efectos adversos. Sin embargo, como nosotros en nuestro entorno vemos más casos de los efectos secundarios, porque la mayoría de la población se vacuna, pensamos que son peores o más comunes».

Algunos padres están preocupados de que las vacunas múltiples en la primera infancia pudieran dañar el sistema inmunológico de sus hijos, haciéndolos más susceptibles a futuras infecciones… MA: «Es normal que muchos padres tengan dudas porque no se les ha explicado previamente, pero el calendario vacunal no está elaborado aleatoriamente. La inoculación se realiza desde edades muy pequeñas porque hemos visto que resulta mucho más efectivo.  Por otra parte, en relación a si alteran o no su sistema inmune, es cierto que aunque va a provocar una reacción, se trata de una reacción positiva incluso para el desarrollo del niño».

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La ignorancia más cara del mundo https://periodismopre.ull.es/la-ignorancia-mas-cara-del-mundo/ Sun, 11 Feb 2018 17:00:57 +0000 http://periodismo.ull.es/?p=46761 “Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología, y en la que nadie sabe nada de esos temas. Esto construye una fórmula segura para el desastre”, decía Carl Sagan, astrofísico, escritor y divulgador científico. Fue el mejor en la labor de acercar la ciencia a nuestro día a día a través del televisor. Además, era todo un futurólogo. Y es que, por desgracia, no hay un día en el que no pare de confirmarse su enunciado. Es preocupante.

Actualmente, resulta imposible despertarse sin presenciar noticias sobre movimientos antivacunas, antitransgénicos o planteamientos ecológicos imposibles de realizar. Lo peor es que todas estas peticiones absurdas han roto la barrera de la seguridad de las personas y se han transformado en un peligro real. La pseudociencia siempre ha jugado con nuestros bolsillos y ahora, debido a su enfoque a la salud, se toma el privilegio de hacerlo con nuestras vidas.

La televisión, la radio, las revistas, las redes sociales… Todos los medios se han saturado con personajes, desgraciadamente para su credibilidad, a los que se les ha otorgado la capacidad de opinar y establecer como creencia conceptos ridículos sobre ciencia cuando no son más que simples tertulianos predicando ignorancia. Se ha establecido una falsa equidistancia, dotándosele de crédito a una información simplemente porque va en contra de lo que promueve el desarrollo científico, al que parece que tenemos pánico. Muy pocos son los que se salvan.

Cada vez más grave


Al hablar de este tema se me pasa por la cabeza más de un acontecimiento realmente vergonzoso. Quizás el más reciente sea el de un joven que fue a tratarse un cáncer con un curandero, que le inundó la cabeza con falsedades y le prometió el oro y el moro con su terapia natural. Le aseguró que lo curaría, pero lo mató. Y sí, digo lo mató porque fue él, con su naturismo, el que acabó con la vida del chaval. Posteriormente, los intentos del padre de aplicar justicia fueron en vano, y es que semejante individuo continúa en la calle como si nada hubiera pasado. Lo triste es que a este predicador de falsedades se suman muchos otros casos que han quedado impunes por parte del Estado.

Me resulta triste a la vez que preocupante observar cómo los movimientos antivacunas y antitransgénicos han ido ganando terreno en nuestra sociedad. No me quiero extender aquí porque estos temas dan para escribir un libro, simplemente me limitaré a plantear dos situaciones, una de cada uno. La primera es que en 2017 han aumentado en Europa el número de niños infectados por sarampión, un hecho alarmante, ya que se trata de una enfermedad potencialmente mortal y que posee una vacuna eficaz. La segunda es que, tras su desarrollo en 1982, los diabéticos han pasado de pincharse insulina de vacas y cerdos, que producía fuertes reacciones alérgicas y choques anafilácticos, a hacerlo con insulina idéntica a la humana producida por bacterias transgénicas. Si investigan, verán que no son los únicos.

Estamos paralizados


Lo peor de todo es que en España continuamos sin una ley que condene todas estas prácticas de la manera que merece; y la Unión Europea posee una política agraria común que prohíbe los transgénicos, que llevan consumiéndose mucho tiempo en países como Estados Unidos, generando numerosos beneficios a la agricultura y a la salud de las personas, pero no posee una sanitaria que obligue a vacunarse a todo el mundo. Será que una es necesaria y la otra no… Tela. Y lo más dramático de este tema es que no solo hay vacíos legales que aprovechan las pseudociencias como la homeopatía para establecerse, sino que además tienen una opinión favorable por parte de la sociedad que no llega a entender su peligro, legitimada por ciertos “profesionales” sanitarios.

El posmodernismo en el que estamos incrustados, con su ética del ‘todo vale’ y del ‘no existen verdades absolutas’ ha hecho que se cuestione la ciencia y que se le den concesiones a los que lo hacen. Ha transformado un panorama científico-social de seguridad y progreso en una situación, en determinadas circunstancias, de subdesarrollo. Ha impregnado y enturbiado cualquier despunte de conocimiento en cultura científica. Creo que es momento de poner a funcionar nuestras mentes y nuestras conciencias para darnos cuenta de que la ciencia no tiene cabida en este concepto. Es hora de sancionar a todos aquellos que se les llena la boca hablando absurdeces y desprestigiando al motor de nuestro desarrollo, de inculcar el pensamiento crítico en la sociedad.

Porque un padre no tiene el derecho a no vacunar a su hija. Porque un médico no tiene el derecho a recetar homeopatía. Porque otros no tienen derecho a jugar con nuestra salud y nuestras vidas. Porque no todo vale.

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