Spiderman regresa a casa pero, a la de Washington y no a la de Nueva York como nos tenía acostumbrados. La última producción del director Jon Watts (Clown, 2015; Cop Car, 2017), primera de la nueva saga del universo cinematográfico Marvel, une sin unir a todos los superhéroes de la productora y los relaciona con un trepamuros adolescente. La película, en la que se puede apreciar a un joven Peter Parker en plena pubertad, se sale de los guiones anteriores y genera una nueva historia. Tom Holland (Capitán América: Civil War, 2016; Lo imposible, 2012) interpreta al héroe más infantil e inseguro que hemos visto hasta ahora. Al fin y al cabo es un niño de 15 años.
El personaje, todavía en el instituto, enamorado de un imposible, es también víctima de lacras sociales. Nada nuevo cuando estos galanes sobrenaturales, que quieren pasar desapercibidos ante la sociedad, son los típicos nerds. Como también fue el caso de Superman. Esta proyección se desarrolla en medio de guiños a sus antecesoras The Amazing Spider-Man, Vengadores, Capitán América y se desprende de la estela de las versiones previas creadas para la gran pantalla.
En la película Tony Stark (Robert Downey), su mentor, le ofrece al chico la oportunidad de formar parte de su equipo de superhéroes y le regala un nuevo traje, equipado con tecnología útil pero compleja, que su nuevo propietario no conoce. La trama reduce el poder sobrenatural del muchacho al uso del vestido aunque debe demostrar que no es solo el atuendo el que lo hace grande.
El contenido del filme es un camino a la madurez en el que Peter se da cuenta de que lo importante está en el interior. No es lo que tenemos si no lo que somos y aprende que «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». En resumen, es una película sin más, con un buen reparto, con una banda sonora delicada, un malandro complicado y un protagonista que se mete en la piel del héroe.
«La cinta no empatiza con el público adulto, aunque se deja ver»
En esta actuación Iron Man desempeña un papel paternal. Pone a prueba la personalidad del chico que no es otra que la de un menor de edad, iluso y soñador, que se equivoca al tomar decisiones inmaduras. En más de una ocasión el título pudo ser Iron Man: Homecoming porque en varias secuencias Stark le quita el protagonismo a la araña. Tiene una parte de humor sencillo que se combina con la acción fantástica. Este niño héroe se enfrenta al Buitre (Michael Keaton), su peor pesadilla. Un hombre que se corrompe por las ansias de poder y utiliza tecnología humana y extraterrestre para hacer negocios en el mercado negro.
El filme es entretenido para la audiencia infantil y los seguidores del cómic. Para los demás, puede parecer muy simple. La cinta no empatiza con el público adulto, aunque se deja ver. Tiene un argumento en el que no se sabe en qué momento exacto adquirió sus poderes, ni en qué época está ubicada la Tía May (Marisa Tomei). No parece ser una precuela, ni una secuela. Es una nueva versión de la historia que introduce a la figura arácnida en el equipo de Los Vengadores, después de haber logrado un acuerdo en el que Sony Pictures y Marvel Studios comparten los derechos del personaje.
Se estrenó este pasado 28 de julio en España en 3D, IMAX e IMAX 3D. El guion estuvo a cargo de John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein, Christopher Ford y Jon Watts. Reembolsó en su primer fin de semana 256.5 millones en todo el mundo. El 1 de agosto la recaudación total era de 633.5 millones de dólares. Cifra que la posiciona como la octava más taquillera de 2017.