La moda es la segunda industria más contaminante del planeta después del petróleo. Cada vez son más las personas que buscan ayudar al medioambiente mediante la reutilización de las prendas de vestir que ya no les sirven. Sin embargo, la ropa que no se recicla adecuadamente suele terminar en los barrancos o en el océano. Sandra Cozzi es una de las responsables de Canarias Recycling, centro de reciclaje textil en Santa Cruz de Tenerife, cuyo objetivo es recuperar y dar otra vida a los residuos de este tipo en las Islas.
¿Cuál es la labor de Canarias Recycling? ¿Por qué es tan importante para el medioambiente? «Gestionamos residuos textiles. Hemos colocado alrededor de setecientos contenedores y trabajamos con municipios, universidades y Puntos Limpios. Una persona consume alrededor de catorce kilos de ropa al año. Empezamos a recoger en 2010 dos por habitante anualmente y esa cifra se ha mantenido, lo que quiere decir que pasa el tiempo y no hay más conciencia medioambiental. Nuestro objetivo es tratar de captar esos doce kilos sobrantes que están mal gestionados».
¿Qué impacto medioambiental generan los textiles cuando no se reciclan? «Un textil en el bosque es inflamable, sobre todo si está hecho de poliéster. Mucha de la ropa en la basura va al vertedero. Hay personas que piensan que una vez llegue a la Planta Insular de Residuos Sólidos se separa, pero no es así. Al estar mezclada con el resto de materias se prensa y no se puede salvar nada».
¿Es en Canarias un problema grave teniendo en cuenta el paisaje? «Existe basuraleza textil en las Islas. Cuando se deja una caja abierta con ropa al aire libre pues el viento se la lleva, una persona la revuelve buscando a ver si algo le va bien… Al final, todo eso termina en la basura, en barrancos o montes, e incluso en el océano. En Candelaria llegaron a encontrar un vestido de novia en el mar. Es necesario prestarle atención a estos sucesos».
«Tirar a la basura 2700 litros de agua no es ético»
¿Cuánta agua se utiliza para generar la ropa? «El consumo de agua para fabricar una camiseta es de 2700 litros. Termina siendo un equivalente a tres años del agua que bebemos. Esto está en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en concreto el de agua limpia y saneamiento. Hay poblaciones que a día de hoy no tienen agua corriente, y tirar a la basura esa cantidad de líquido no es ético. En cuanto al CO2, un pantalón produce alrededor de cinco kilos».
¿Cuáles serían las buenas prácticas de la ciudadanía? «Cada persona es libre de hacer lo que considere, pero en caso de llevar la ropa a una ONG es necesario ir directamente y preguntar. No hay que dejar la ropa en un lado porque eso no es sostenible. Existe la opción del contenedor para quien quiera y pueda usarlo, ya que se puede poner todo tipo de textil, calzado, pañales, sábanas, accesorios como la funda del móvil, una cartera… Inclusive juguetes de peluche o de lana».
¿A dónde llegan estos textiles después de ser situados en los contenedores habilitados? «Los trasladamos y después van a una planta de procesado. Allí se separan y clasifican hasta cincuenta categorías diferentes de ropa, tanto por la variedad como por la calidad del producto. Hay empresas que se dedican a hacer hilaturas, así el residuo textil se convierte en una materia prima que se puede utilizar para lograr una economía circular».
¿Cómo es el proceso de separación de la ropa que viene, por ejemplo, con manchas de lejía? «Aunque tenga manchas de lejía, de pintura o no esté en buenas condiciones, la prenda se recorta y se hacen trapos. Cuanta más mezcla haya, más difícil es reciclarla. Lo que no se puede reutilizar se tritura para hacer rellenos. Al final, lo que realmente interesa es no quitar más recursos a la Tierra, sino aprovechar los que ya tenemos».