El Espacio TEA de Candelaria acoge, hasta el próximo 8 de abril, la exposición temporal titulada Obscure. Se trata de una recopilación fotográfica que pone el foco en las consecuencias de la ceguera, construyendo un itinerario por las inhóspitas miradas de los invidentes. El proyecto, que cuenta con la colaboración de la Fundación ONCE, está firmado por el tinerfeño Rubén Plasencia. No se puede hacer una lectura de sus propuestas artísticas sin antes conocer sus motivaciones y preocupaciones.
Nacido en 1986, en El Sauzal, Plasencia se alza como uno de los artistas isleños con mayor sensibilidad social. En su exploración de los problemas que azotan la actualidad canaria, este fotógrafo cuida con mimo la intimidad de sus historias. No es de extrañar, por tanto, encontrar en sus imágenes la esencia desnuda de las personas a las que retrata.
Es esta imprenta de su trabajo la que ha propulsado su carrera a un plano internacional. A lo largo de su vida, su obra ha viajado desde Canarias hasta ciudades emblemáticas como Madrid o París. El perfecto maridaje entre estudios y talento lo han llevado a publicar en medios como la BBC, el periódico francés Libération y The Huffington Post.
Un enfrentamiento entre las luces y las sombras
Además de su atractivo visual, Obscure destaca por su intensa búsqueda de la descodificación de los misterios. Es esta patología la que se erige como la única protagonista de la exposición. Con pulso preciso y a corta distancia, el autor captura las miradas perdidas de los que ven el mundo de una forma desconocida para gran parte del conjunto social.
Quien ya pudo disfrutar del proyecto hace algunos años en la sede principal del Tenerife Espacio de las Artes de la capital, tiene ahora una nueva oportunidad para deleitarse con el recóndito paisaje del rostro humano. El relieve del semblante sobre la negrura del fondo construye una simbiosis en la que se diluyen las fronteras entre lo bello y lo tenebroso. Se prescinde, de este modo, de cualquier elemento distractor que empuje al espectador a apartar su atención del eje sobre el que pivota la exposición. Así, el público se enfrenta cara a cara con los ojos vacíos de 16 fotografías.
Íntimas y crudas, las imágenes invitan a los visitantes a descubrir un cosmos rara vez explorado. Cada una de las piezas, además, combinan la dureza de las sombras y el talante iluminado de una forma tenue y contrastante. Los actores principales de Obscure entran en escena como las figuras de los cuadros de Goya, con el mismo envoltorio azabache y feroz. Así, se trata de un claroscuro que recuerda al trazo de Caravaggio. De forma similar a Benito Pérez Galdós en su obra Marianela, la muestra del Espacio TEA de Candelaria se materializa como una reflexión subjetiva acerca de la invidencia y su relación con el mundo.
El centro que aloja Obscure, ubicado en el Ayuntamiento Viejo de la Villa Mariana, es una de las arterias que nacen del mayor foco de difusión artística de Santa Cruz. Desde que fuera inaugurada en 2016 con la exposición Pájaros, del recientemente fallecido Per Lillieström, la sucursal candelariera del TEA no ha dejado de sorprender con sus suculentas exposiciones y talleres artísticos.