Sucede con frecuencia en grandes festivales y eventos. Intentando abarcar el cupo femenino, abogando por una supuesta igualdad, se cometen errores que reflejan que todavía queda un largo camino por andar. Ocurrió esta semana en el II Congreso Audiovisual y Digital de Canarias, en la mesa redonda que, paradójicamente, recibió el nombre de Objetivo violeta: la imagen a través de la mirada de la mujer, en la que participaron las fotógrafas Carla Henríquez, María Pisaca y María Novo. Y aunque las intenciones de la organización fueron las mejores, la ejecución podría haberse hecho de tal forma que realmente garantizase igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
Lo que más llama la atención es que el programa del Congreso, con ponencias y talleres desde el pasado lunes, 14 de marzo, hasta ayer, viernes 18, no cuenta con la ponencia de ninguna mujer más allá de la mesa redonda. Ciertamente, eso no significa que no hablaran otras mujeres. Debe ser mencionada la intervención, el pasado lunes, de Vanesa Bocanegra, junto a Daniel Fumero, como representantes de Isla Calavera; así como la de Genoveva Ayala, junto a Jairo López, en representación del Clúster Audiovisual de Canarias.
No obstante, no escapa a la vista el hecho de que, de martes a viernes, con un total de once actos, solo uno fue protagonizado por mujeres. Mujeres, en plural, puesto que el resto de las ponencias y talleres fueron individuales, impartidos por un solo hombre cada uno. Pero eso no es todo, y es que tampoco se mostró en pantalla el trabajo de ninguna de las tres fotógrafas, cosa que sí se hizo en otras ponencias protagonizadas por hombres fotógrafos. Ello se debe a que, todavía, el énfasis se pone en que son mujeres por encima de profesionales.
Un sector tradicionalmente masculinizado
Henríquez, Pisaca y Novo, sin embargo, concuerdan en que no se han sentido discriminadas a la hora de hacer su trabajo. Como destacó Pisaca, «tienes que ir mostrando tu valía profesional. Si tú trabajas, te esfuerzas y ofreces un trabajo lo más exquisito posible, al final te conocen a ti como profesional». Este aspecto lo recalcó Novo: «Yo tenía que demostrar mi valía con mis resultados, independientemente de que fuese mujer u hombre. Demostrar si vales es cuestión de hasta dónde quieres llegar con tu trabajo».
A este respecto, Henríquez quiso añadir que nunca se ha sentido discriminada entre compañeros, pero, en ocasiones, sí con sus clientes, quienes «tienden a infantilizarte por ser una mujer, quieren dirigir tu trabajo». Y es que ya lo recalcaba Lucas Morales, el moderador de la mesa, al principio de la misma: «Una de las realidades que nos encontramos en el mundo de la fotografía es que es un sector que, hasta hace unos años, estaba tradicionalmente masculinizado».
Las tres invitadas también están de acuerdo en este aspecto. Sin embargo, consideran que cada vez hay mayor presencia femenina en el mundo de la fotografía. Pisaca asegura congratularse por ello, al tiempo que reivindica que «tenemos que luchar por la igualdad». Así mismo, Henríquez no duda al afirmar que «es muy positivo que haya mucha gente trabajando en este sector. Cuando seamos más personas y nos apoyemos, mejorará».
Las redes sociales frente a las exposiciones fotográficas
Otro de los temas sobre los que giró el debate fue la posibilidad de difusión y visibilidad que otorgan las redes sociales en relación a las exposiciones. «Las fotografías en redes caducan rápido. Tienes que ser constante y tener muchísimo material», reflexiona Henríquez, para añadir que «cuando se exponen, dedicas el tiempo que se merecen a mirarlas, a explicar su contexto o a interpretarlas». Además, razona que todo el mundo está exponiendo en redes, por lo que resulta complicado hacerse un hueco.
Sin embargo, encuentra ciertas ventajas como no necesitar dinero, financiación o depender de la aprobación de terceros. Por otro lado, Pisaca incide en el hecho de que «las redes sociales tienen más proyección que las salas de exposiciones» porque «los tiempos van cambiando».
Sea como fuere, no ignoran el hecho de que las fotografías «transmiten más en papel que en redes sociales», según razona Novo, a pesar de que «no es lo mismo exponer en Nueva York u Holanda que en España. Tenemos una costumbre de fotografía más comercial. Allí, eres artista. A mí, sin embargo, me dicen en casa que me dedico al mundo de la farándula», bromea.
Aunque admite que las redes sociales la han ayudado, puesto que «un 80 % de mi trabajo entra por redes», también cree que la visualización a través de pantallas es un impedimento. Dependiendo del modelo y marca de teléfono móvil, los colores se ven de una manera u otra. «Tú has trabajado en esa obra de arte para que la gente sepa el color que has utilizado, porque todo tiene un sentido», concluye, mientras explica que hay matices importantes, como la profundidad o la textura, que se pierden en las redes.
El dilema de ser autónoma o asalariada
Respecto al trabajo autónomo, Pisaca y Novo coinciden de nuevo ante el planteamiento de Henríquez: «Sabemos que en este país tenemos unas cuotas muy altas que pagar». De hecho, Novo remarca que eso le impone limitaciones a la hora de enfermar y ponerse de baja. De esto sabe bastante Pisaca, quien, al revés que sus compañeras, dejó de ser autónoma hasta hace poco para convertirse en asalariada. «Reconozco que, al principio, no tenía vida. Para mí, lo importante era la fotografía», declara.
Henríquez, por otro lado, decidió hacerse autónoma después de trabajar un tiempo como asalariada. Lo mismo hizo Novo, quien dejó un puesto como profesora universitaria de Psicología para dedicarse a «lo que me da vida». Admite que duerme pocas horas, pero asegura que todo es cuestión de saber organizarse. «Hay que pelearlo, pero no cobramos mal. Se puede vivir de la fotografía perfectamente», subraya. Por ello, Henríquez recomienda a quien quiera probar que lo haga, sobre todo aprovechando los dos primeros años, en los que las condiciones son más favorables.
La conciliación, un obstáculo todavía asociado a las mujeres
Los razonamientos que expusieron las fotógrafas a lo largo del diálogo resultaron esclarecedores para cualquiera, hombre o mujer, que quiera adentrarse en el sector. Sin embargo, la única pregunta que emanó del público expuso, una vez más, los estigmas que van asociados a las mujeres trabajadoras y, en este caso, autónomas.
La cuestión, planteada por un hombre, expresaba dudas sobre cómo conseguían conciliar su vida personal con la laboral. Cabe preguntarse si esa misma pregunta se la hubiesen planteado a un hombre. A este respecto, Henríquez cree que lo más importante es saber pedir ayuda. Pisaca, por su parte, aunque no tiene descendencia, argumentó que hace falta tener madurez y saber poner límites.
Por su parte, Novo hizo referencia a uno de sus embarazos. Recordó entre risas la vez que se puso de parto en medio de una sesión fotográfica. Sin embargo, terminó su trabajo antes de irse. «Ser una mujer no es un hándicap. A veces parece que se ponen trabas porque nos podemos quedar embarazadas. Pero cualquiera puede tener una lumbalgia o una depresión y quitarle el trabajo todo el año», finaliza, convencida de que lo más importante es seguir formándose y poniéndose nuevas metas.