El escritor argentino Patricio Pron, Premio Alfaguara 2019 con su novela Mañana tendremos otros nombres, presentó este jueves en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife la obra ganadora del galardón que otorga esa editorial. En una charla conducida por el periodista Eduardo García Rojas, Pron conversó sobre las nuevas formas de relacionarse en el siglo XXI a través de las redes sociales y de cómo le resultan extrañas las nuevas claves de comunicación social entre humanos. «Nunca fue tan fácil intimar con otros porque nunca antes nos habíamos sentido tan solos», expresó.
Para Pron, esa frase refleja una paradoja sobre cómo se concibe el apego y las experiencias sexuales en este tiempo: a través de aplicaciones como Tinder o Grindr, diseñadas para buscar parejas «circunstanciales» y que funcionan «bastante bien». El novelista reseñó que se trata de una paradoja porque a la vez que se busca conectar con otra persona de forma fácil, descartando o eligiendo a la gente con un simple movimiento de dedo, esta acción se puede realizar en la más absoluta soledad, intercambiando mensajes breves y sin contacto real durante el proceso previo al inicio de una relación, ya sea casual o estable.
«A pesar de que esas herramientas funcionan y están a disposición de quien los quiera usar, los índices de soledad no paran de aumentar», agregó Pron, que insistió en la disociación que se produce al estar solo, con plena sensación de soledad, y a la vez estar operando en un ámbito en el que se busca lo que el escritor llama «experiencia amorosa».
Una novela sin nombres
Preguntado por qué los personajes de este libro no tienen nombre y son referidos simplemente a través de una inicial, el argentino destaca que en la novela hay una apuesta para esta falta de nombres y rasgos personales sea una oportunidad para permitir que los personajes y el lector se identifiquen, sin el obstáculo de que los protagonistas tengan un nombre distinto o características diferentes.
«Los personajes son una superficie de refracción en donde el lector puede volcar sus experiencias», matizó Patricio Pron, quien subrayó que la única diferencia entre personajes y los lectores es que la mayor parte de las veces estos últimos están imposibilitados por el vértigo de los acontecimientos. «Los protagonistas pueden contemplar cómo ha cambiado el paisaje de la relación amorosa, eso no suele suceder en la vida real», opinó el novelista.
Contradicciones fruto de convenciones sociales
Pron reflexionó sobre las contradicciones que a menudo se dan referidas a las relaciones afectivas y que están relacionadas con las convenciones sociales. «En el ámbito laboral, por ejemplo, nos piden que seamos flexibles y estemos dispuestos a cambiar de destino, país u orientación profesional siempre que lo determine nuestro jefe, pero a la vez se nos piden relaciones duraderas en el tiempo. Eso es incompatible», dijo.
Asimismo, resaltó que muchas veces, también por cuestiones culturales, se suele insistir en que no es óptimo buscar pareja en el ámbito laboral mientras las estadísticas afirman que el 81 por ciento de las parejas se conocieron en el trabajo.
Relaciones despersonalizadas y desiguales
El escritor manifestó que su novela tiene una parte de ensayo «importante» porque, según relató, quiere contribuir a un debate y una conversación que «está ahí fuera» sobre las relaciones personales en el mundo de las redes. La chispa para escribir «Mañana tendremos otros nombres», remarcó Pron, fue cuando un día se encontraba en el metro de Madrid y vio cómo a su alrededor varias personas utilizaban una aplicación con la que aceptaban o descartaban personas en función de unas pocas claves. «Eso hizo que me plantease lo que significa para la vida humana que uno escoja algo tan importante como la persona con la que desea compartir su intimidad, ya sea por un periodo corto o largo de tiempo, de esa forma», aseveró el novelista.
Además, descubrió que los usuarios escogen a las personas a partir de una serie de claves mínimas: una foto o una frase, por ejemplo. » Puede parecer superficial, pero es evidente que esa superficialidad está escogida voluntariamente por las personas que participan».
En su investigación para escribir el libro Patricio Pron descubrió que, por ejemplo, en Tinder, los emoticonos funcionan «mejor que las palabras» y que las personas que escriben con corrección ortográfica son vistas como «amanerados» en el caso de los hombres y «complicadas o histéricas» si son mujeres.
Como último dato sobre las estadísticas, el escritor destacó que el mensaje promedio en los chats con otros usuarios de una mujer es de 250 caracteres mientras que el de un hombre es de 25. «Ya en este ámbito las relaciones son asimétricas», aseguró el novelista, que añadió que una parte pone diez veces más entusiasmo y esfuerzo que la otra. Para Pron, esto lleva a pensar que esas nuevas relaciones amorosas que surgen de esas aplicaciones están presididas por claves y constantes «propias de la vida real».