«No podemos cosificar a los inmigrantes»

Cultura / Ocio

Nicolás Castellano, periodista canario de la Cadena SER y especialista en inmigración, presentó este jueves 27 de abril en la Fundación CajaCanarias su nuevo libro Me llamo Adou, con prólogo del poeta Luis García Montero. En él, cuenta la historia de Adou y su familia, la cual se hizo famosa con la impactante imagen del joven dentro de una maleta en la frontera de Ceuta.

Durante la presentación, Castellano quiso dejar claro que su obra no solo habla del intento de esta familia marfileña por reunirse de nuevo, sino que pone el foco en las «injustas políticas migratorias de España y de la Unión Europea».  En este aspecto, afirmó que «esta historia es una oportunidad para hablar sobre los miles de Adous que hay en España y Europa y que hoy no pueden reunirse con sus padres. No debemos cosificar a los inmigrantes, son personas con nombres y apellidos».

El acto contó con la presencia del periodista Juan Manuel Pardellas, que entrevistó a Castellano. Así, le preguntó por su percepción sobre África en 2017,  describiéndolo como «un continente en ebullición, con una masa de jóvenes muy cualificados y un lugar al que no descarta que, paradójicamente, en un futuro no muy lejano, los europeos empiecen a emigrar por motivos económicos».

El Jefe de Prensa de Casa África, Joan Tusell, también intervino preguntando sobre los niveles de inseguridad. Al respecto, Castellano dijo que «la violencia terrorista, la inseguridad y la desigualdad en aquellos países con posibilidades de desarrollo se han agudizado, pero soy optimista y creo que hay esperanza porque hay muchos países que están dando buenas señales, como Sudáfrica, Ghana o Angola».

Antes de finalizar la presentación, el autor contó tres historias vividas en primera persona. La primera, en Japón, durante el tsunami de 2011, donde entrevistó a uno de los bomberos que enfrió el reactor nuclear de Fukushima. La segunda, en Haití, donde fue testigo directo de cómo los bomberos salvaban a dos niños hermanos después de nueve días sepultados tras el terremoto de 2010. Y la tercera, en Nuadibú, Mauritania, donde conoció a un joven que le llamó justo antes de subirse a una patera para llegar a Canarias y que quedó en comunicarse con él al llegar. Nunca le volvió a llamar…

 

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