Todo el mundo ha vivido la frustración de acudir a un establecimiento a comprar un producto y que le sorprendan con un «lo siento, no queda». Entonces, aceptamos la negativa y acudimos a otro local con la esperanza de que sí haya. Pero no, de nuevo un sold out. Al final vuelves a casa con las manos vacías. Pues bien, todo se remonta a cuando quise hacer un arroz al horno, un plato típico valenciano, y fui a comprar los ingredientes: arroz, ajos, morcilla… y nabo. Cuando me decidí con la idea de querer cocinar el plato jamás pensé que me iba a adentrar en una misión imposible. Y es que en La Laguna no hay nabos.
En todas las verdulerías me dijeron cosas distintas, pero, en conclusión, ninguna tenía. Sin embargo, esto me llevó a pensar más allá de la cocina y caí en la cuenta de la dependecia climática. La importancia hídrica en la agricultura es más que una obviedad. Incluso, ciertas verduras pueden desaparecer por la falta de agua. Resulta que uno de los vendedores con los que hablé me contó que él no tenía nabos porque como no llovía no se cogían a la tierra y, por tanto, no crecía la planta. Y me llevó a pensar en la gestión del agua que se hace en Tenerife (y en Canarias): chorros y más chorros para la industria hotelera.
«Tiene que vender para vivir, y si no vende, no vive»
Otra reacción de un verdulero distinto me hizo rumiar hasta llegar de vuelta a casa. Este me explicó que en su caso no vendía nabos, rábanos ni chirivías porque la gente no estaba interesada. Una decisión totalmente lícita. Él tiene que vender para vivir, y si no vende, no vive. Sin embargo, cuando me lo explicó caí en la cuenta de que era otra vía mediante la cual podían desaparecer verduras, y aquí la extinción vendría porque la gente no compra. De manera que podría producirse que en un tiempo (largo) no solo no hayan nabos en la tierra, sino que podría incluso esfumarse del conocimiento de las personas la existencia de la hortaliza.
Quiero pensar que la escasez de nabos con la que me encontré es un hecho puntal y aislado. Aunque he de decir que el hecho de que no se vendan ciertas frutas y verduras por falta de lluvia es un motivo muy serio y por el que preocuparse.