El músico madrileño abarrotó ayer la sala de El Búho. Foto: Roberto Lomba

Mr. Kilombo finaliza la gira en Tenerife, libre por su camino y con su música

Música

Mr. Kilombo llegó armado con su guitarra, salió sutilmente al escenario de El Búho La Laguna y le dio las gracias a la brisa, a las calles y al barrio por respirar el aire que insuflan sus seguidores coreando sus letras. «Buenas noches, Tenerife», saludó, y así presentó el último concierto de la gira 2019 que ayer, sábado 30 de noviembre a las 21.00 horas, concluía con la celebración de la vida al ritmo de rumbas y cumbias de su música y voz.

La sala abarrotada de un público ecléctico de todas las edades que se sabían al dedillo sus letras caldearon el ambiente, en el que apenas se podía bailar sin respirar en la nuca del siguiente. Pero Kilombo, con su camisa roja de flores y un roncola en la mano, atraía la atención con un magnetismo arrollador y empezó con Rey y Mendigo para abrir boca de lo que se esperaba una noche para el recuerdo. Los clásicos de antaño, las canciones lanzadas, todas y cada una de ellas reconocidas, fueron caminando entre el lanzamiento de Biodramina (2010) o su reciente Invencibles (2016).

El clásico moño de Miki se bamboleaba de un lado a otro al ritmo de los pies de Mírame, Quédate a mi lado o Noséqué. Visto desde el escenario de El Búho, en otra dimensión y difundiendo su palabra, era empático mientras las palmas se afinaban junto a los acordes. Entre canción y canción canción va haciendo caso de los gurús, de las peticiones a viva voz que le llegaban, advirtiendo que la oferta se terminaba a mitad del concierto para «no joderle el final», admitió entre risas.

«Ya hemos entrado en calor»


Venía de surfear y casi romperse la crisma en las costas tinerfeñas, seguramente al norte si escuchamos el arrullo y el olfato de los amantes de las olas. A pesar de ello, la energía que insuflaba a las cuerdas parecía no tener fin. Queriéndose alejar de los estereotipos, buscando otro significado al «me muero por ti», cantó Reconciliarme con el amor para alegrar los desagravios mientras va a echarse unas cervezas con sus amigas. Si hay algo que decir de Mr. Kilombo es que conoce y lleva a su voluntad los ánimos de su público, «ya hemos entrado en calor».

El taburete que le habían puesto era solo parte del atrezo, un posavasos de madera, porque los saltos y el ímpetu no dejaron que se sentara ni una sola vez. Cabecita loca llegó como alma de cántaro siendo uno de los últimos lanzamientos que ha realizado como preludio a la próxima publicación de su nuevo álbum, que espera que esté listo para el año que viene. Junto a ella, Todo cambia y Por su camino recordaron un alegato contra la vorágine de la actualidad.

Los botellines en alto se confundían con los abrazos que rodeaban los cuellos de las amistades que balanceaban sus caderas y algún peluche con gorro blanco por los tiempos navideños observaban a la grada. Mientras, las manos ligeras del cantante traían pálpitos de vida para sentirla en los saltos que recorrían toda la sala. El griterío era suyo.

El cantautor hizo un recorrido por todos sus éxitos. Foto: Roberto Lomba

«Los baileros»


Hasta la tristeza suena a alegría si juntamos las lágrimas empañadas por el recuerdo con el ánimo con que las canta.  A los boleros los llamará «los baileros»: «Todo cambia, tú no te resistas, artista». Pedía un poco de concentración debido a que iban en tablas las mismas veces que se había equivocado a acertado con la posición del traste; y éxito, le salió. Para no faltar a su propia palabra, tocó a petición del público una pieza que llevaba tiempo sin mostrar. Con ella, recordó la vez en que le había insistido a un amigo durante un año y medio para que siguiera en la música. Esta era una disculpa por no haber comprendido lo que le estaba sucediendo. A veces no suceden las circunstancias, no pasa y se decide volver a la casilla de salida sin necesidad de excusa.

La afinación de Mr. Kilombo merece más de un directo. Es difícil conseguir el silencio pero el murmullo se acompasó al tono bajo para los momentos más íntimos. La luz tenue y la mirada cómplice iluminaron el rostro del artista, y tras hacer referencia a las dudas precedentes a un nuevo reto en Pandora, llegó uno de los momentos culmen de la noche. Cómo no, Sinmigo. Los pájaros de portugales, del Atlántico y de las costas canarias son nido para esos tres minutos, a los que el coro acompañó sin titubear.

«Nos vemos pronto»


La filosofía de Mr. Kilombo haría feliz a más de la mitad de la humanidad, demostrándolo con la venida de la cumbia en Trampas. Sin pudor, el cantautor contó que a raíz del flechazo con su vecina del quinto se quedó con Tarde otra vez, que los minutos corrían pero, como a ella, poco le importaba a los presentes que el cantante se quedara un poquito más a su vera. Tras más de hora y media de concierto, con un desparpajo y diálogo continuo con sus allegados, cantó a la música que amansa a las fieras internas en Como si no pasara nada. Más de veinte canciones y, por fin, llegó una de las más esperadas: Tiempo al tiempo.

Acelerando el ritmo frenético, improvisando con el resto a su orden, dándoles las gracias a los presentes, a los organizadores, a la vida y al año por darle la oportunidad de seguir viviendo de este mundo llamado música, dejó suspendidos en el aire las palmas que terminaron el rasgueo de su guitarra. Kilombo sacó el móvil y se sintió orgulloso de la energía de una sala en un lugar recóndito del globo a la que recompensó tocando finalmente Invencibles, él saltaba, las paredes y los vasos también, todos celebraron la fiesta. «Nos vemos pronto», les dijo, y Tenerife encantado de que vuelva.

Lo último sobre Música

Ir a Top