Miguel González Hathiramani es un joven tinerfeño que produce y dirige proyectos audiovisuales propios. Actualmente, estudia Cine en una escuela prestigiosa de Inglaterra, la Manchester Film School. Gracias a su perseverancia obtuvo matrícula de honor en Producción de Cine y Televisión por la Universidad de Artes de Londres. Aparte, también es presentador de galas y eventos, cantante y un personaje público con más de ocho mil seguidores en sus redes sociales.
Con apenas quince años empezó conduciendo un show de magia llamado Tú también vales. Vicente Rey, el director del programa, vio en él a un presentador en potencia y le cedió la presentación de la gala final del concurso. Al año siguiente, Rey le transfirió todo el peso de esa edición del certamen entero y poco a poco se fue adentrando en el mundo del espectáculo. »Mis primeros contactos con el séptimo arte tuvieron relación con la música, y descubrí el cine haciendo mis videoclips autoproducidos», comenta el productor.
Al acabar sus estudios de secundaria obligatoria, decidió realizar el bachillerato college, uno específico de Inglaterra con asignaturas concretas de cine. Al ser una persona extranjera tuvo que acudir a un centro donde se le impartían clases en inglés, para obtener el título de ese idioma. Sin embargo, el joven no quiso cursar matemáticas «porque ya las tenía aprobadas de la E.S.O. que es obligatoria en España». Para su marcha se dieron varios factores: »Fue un poco una alineación de planetas en el sentido de que la decisión no la tomé yo solo». Su familia también quería un cambio y decidieron embarcarse hacia una nueva vida. Se siente agradecido con ellos por haberse ido con él ya que no sabe si hubiera hecho ese viaje en solitario.
«Me enamoré de la sensación de ir cada fin de semana con mis amigos al cine»
Desde pequeño sabía que deseaba dedicarse a una profesión relacionada con el arte. Hathiramani confiesa que »de mayor quería ser tantas cosas…». Cuando encontró el cine, le conquistaron las emociones que provoca el momento de convivencia con los amigos, el hecho de estar juntos y que un film sea capaz de despertar diferentes emociones, como llorar o reír y luego irse a comer en grupo. Después se topó con el cine en profundidad, más técnico y fue entonces cuando se lanzó a por ello.
La influencia que causa en el resto de la gente es positiva y muchas personas que le siguen por redes sociales le preguntan inquietudes personales o académicas. Aunque no se considera un influencer, le hace feliz el poder ayudar a su público. No obstante, confiesa que disfruta con la fama, y que si no fuera así, se dedicaría a otro oficio. »Me encanta ir por la calle y que la gente me salude, y nos damos un abrazo y somos amigos», asegura Hathiramani. Vive esta experiencia plenamente porque sus seguidores son personas sin las cuales su proyecto y lo que hace «no tendrían sentido».
«Hay que despertar y empezar a sentir todo lo que nos rodea»
La inspiración para crear sus cortometrajes está basada en acontecimientos que le ocurren en su vida cotidiana. Asimismo, las historias que engendra se entrelazan con los sucesos que les suceden a sus amistades, con su propia visión del mundo. Lo que intenta el autor es mostrar una filosofía para que sepamos apreciar y gozar los momentos mágicos que nos regalan durante nuestra existencia, que dejemos de estar dormidos y abramos los ojos un poco más.
La tierra que le vio nacer es la misma que usa de fondo para sus obras porque es maravillosa. El joven cineasta afirma que »Canarias tiene un ambiente espectacular y la isla de Tenerife más en concreto posee una energía maravillosa, inexplicable». Además, su equipo de trabajo, con el que lleva ya tres años, reside en las Islas. No puede buscarse personal nuevo porque esas personas son parte de su familia y cuando se realiza un nuevo proyecto, es de todos ellos, no solo de Miguel Hathiramani.
El tiempo que emplean en rodar los cortos suele rondar entre cuatro y seis días intensivos e intentan dejar libre el fin de semana para descansar. Todo depende del guion. Por ejemplo, el rodaje del último trabajo les llevó seis días, incluidos los de descanso, porque tenía localizaciones por toda la Isla y era muy grande. En la mayoría de los casos, se intentan distribuir entre todos los miembros, jugando un poco con la disponibilidad de cada uno. Lo que pretende conseguir es el bienestar de sus empleados.
«Es muy bonita la idea de no estar en un sitio fijo»
Su nuevo corto lleva por título Como perdí al amor de mi vida. Trata sobre apartar la racionalidad y la lógica de las cosas y comenzar a pensar con el alma. El propósito es «hacer ver que no siempre se le debe buscar explicación o sentido a determinados elementos o situaciones, sino, por el contrario, realizar acciones que nacen de dentro». La posproducción ya ha comenzado porque el rodaje tuvo lugar antes de la Semana Santa. Se estrenará primero en Inglaterra a comienzos del verano, en junio. Luego, en el mes de agosto, se proyectará en Tenerife y existe la posibilidad de llevarlo a Madrid.
En un futuro, el artista espera verse en cualquier parte del mundo, ya que esa idea le parece bonita. Cuando termine los estudios en la academia tiene pensado quedarse en Londres un tiempo o emigrar a los Estados Unidos porque allí está la industria cinematográfica más grande del mundo. »No estaré en un sitio fijo, sino viajando todo el rato haciendo cine, películas y emocionando a la gente», manifiesta el productor.