Luis Piedrahita, colaborador habitual y guionista en el programa “El Hormiguero 3.0” es una de las personalidades más polifacéticas en España. El cómico comenzó su carrera como uno de los pioneros de El Club de la Comedia. En la actualidad, su recorrido abarca desde la magia hasta el cine o la literatura. La combinación de pasión y constancia han sido factores determinantes para su reconocimiento actual. Prueba de ello fue su triunfo al galardón al Premio Nobel de la Magia en 2017, que lo posicionó como uno de los mejores magos de la historia.
El ilusionista, en esta ocasión se acoge a su lado más cómico y trae a Tenerife su último espectáculo, Es mi palabra contra la mía, el cual ya cuenta con muy buenas reseñas. El show se podrá disfrutar este 19 y 20 de mayo en el Teatro Guimerá. Durante 80 minutos, en el escenario se abordaran temas como la inconformidad humana o las situaciones más absurdas de la vida cotidiana.
¿Qué relación guarda el título del espectáculo con el contenido de este? «El título se refiere a las contradicciones que todos tenemos con nosotros mismos. En mi opinión la coherencia está sobrevalorada. Este show habla de algunas de esas contradicciones que todos tenemos. La primera, la de seguir luchando por ser felices en un mundo en el que todo conspira para que no lo seamos, incluso nosotros mismos».
¿Cuánto tardó en crear el espectáculo? «Tardé dos años en pensarlo y dos meses en escribirlo. Antes de sentarse a escribir hay que pasear mucho con las ideas volando dentro de la cabeza y dejar que esas ideas hagan nidos y pongan huevos. De ahí es de donde sale el monólogo y ahí es cuando hay que ponerse a escribir, cuando te sale de los huevos».
¿Podría contar alguna anécdota curiosa que le haya ocurrido en alguno de sus espectáculos de Es mi palabra contra la mía? «Recuerdo una chica que dio a luz en medio de la función. A mitad de la presentación noté que había revuelo en el patio de butacas, en ese momento dimos luz de sala y la chica tuvo que salir porque había roto aguas. Supongo que las carcajadas fueron entendidas por el bebé como una señal de que ya había que salir. A lo mejor tenía curiosidad por ver que era eso tan divertido que había ahí fuera. Por lo general, la gente que viene a mi espectáculo se muere de risa. Esta fue la primera vez que alguien nacía de risa».
«El público es sabio y soberano»
¿Qué elementos rescataría del teatro que no le aporta la televisión? «La presencia del público en directo. Lo maravilloso del teatro es tener a las personas delante. Aunque se llama monólogo, siempre es un diálogo. Yo digo palabras, otros dicen silencios, risas, carcajadas o aplausos. Para que el monólogo quede bien es imprescindible escuchar al público y adivinar lo que necesitan. Escuchar sus risas, sus aplausos y, sobre todo, escuchar sus silencios, que es dónde más dicen».
¿Cómo definiría su humor para toda la gente que nunca ha asistido a su espectáculo? «Les diría que es un humor que cuando se mastica sabe a las cosas buenas de la infancia, pero que deja un retrogusto que nos indica que lo mejor aún está por llegar. Realmente no lo definiría de manera concreta. Les diría algo sugerente para que vinieran a verlo».
¿Cuáles son sus claves como monologuista, para llegar al corazón del público? «La verdad es que no lo sé. A mí me funciona intentar hacerlo cada día lo mejor posible, sin traicionarme a mí y sin traicionar al público. Lo más importante es no infravalorar jamás al público. El público es sabio y soberano. Ellos saben mejor que nadie lo que les gusta. Tú solo puedes rezar para que lo que te gusta a ti y lo que les gusta a ellos sea lo mismo».
«Escribo mis textos con las estructuras que utiliza un mago»
¿La estructura de ‘Es mi palabra contra la mía’ cambia en cada representación? «Existe un férreo guion, escrito a fuego y memorizado de modo implacable, que olvido en cada función. Al igual que improvisaciones meticulosamente ensayadas a las que no suelo faltar. Parece una contradicción, lo sé, pero es la mejor manera que he encontrado de trabajar la comedia».
¿En sus actuaciones y vida diaria, su humor guarda algún tipo de límites? «Mis limites son mi talento, mis miedos y mis complejos. Sin esos grilletes mi humor no tendría límites, pero tampoco sería mío. Mis límites son los que lo hacen mío. Mis límites son los que lo hacen personal».
¿Cuál cree que es la relación que guarda en su vida el humor con la magia? «He estudiado mucha magia y he tratado de llevarme todas esas enseñanzas al campo del humor. Escribo mis textos con las estructuras que utiliza un mago. Eso hace que el resultado sea muy interesante, al menos infrecuente. El resultado es un humor bastante mágico. ¿Cuáles son esas estructuras de la magia? Pues mira, ahora mismo he sacado un curso de magia online que cualquiera puede hacer, no hace falta tener habilidad ni conocimientos previos, para empezar de cero».