Juanjo Martín estudió Periodismo en la Universidad de La Laguna y se especializó en ciencia por la UNED. Su pasión por demostrar que estamos rodeados por esta disciplina le ha llevado a colaborar en Canarias Innova, Planeta Vivo, Galaxias y centellas y a dirigir Cienciamania. En esta etapa de su carrera profesional ejerce como presentador de Doble Hélice 3.0 y es el responsable de redacción en la revista Hipótesis. También es guía del Instituto de Astrofísico de Canarias y trabaja para la Fundación General de la ULL en el área de Ciencia.
¿Qué aptitudes debe tener, desde el punto de vista del periodismo, la divulgación en ciencia? «Se debe conocer el método científico y cómo trabaja un profesional de la disciplina. También es necesario saber el funcionamiento de este mundo y quién es quién dentro de él. Después podemos elaborar la noticia, pero lo esencial es estar en la pomada».
Hace ocho años, en una entrevista, afirmó que existían pocas revistas y suplementos de ciencias ¿Ha habido un cambio de actitud con la pandemia? «No ha cambiado demasiado. No pienses que ahora la ciencia es maravillosa y los científicos son los héroes, continúan cobrando poco y trabajan mucho. Sí, se les aplaudía a las siete cada día, pero les hemos olvidado muy rápido. Por otra parte, tampoco han surgido suficientes programas de divulgación científica, seguimos los de siempre. En las encuestas, la percepción social sobre esta maestría ha aumentado, pero eso debe trasladarse al que toma las decisiones. Solemos pensar que son los países ricos quienes invierten en ciencia; no, los países son ricos porque han invertido en ciencia».
«Era complicado transmitir que esto era algo serio, no una gripe»
¿Qué responsabilidad tiene quien comunica sobre temas tan controvertidos como las vacunas? «El periodista científico, como conoce a los expertos y al sector, tiene que dejar claro que los casos de trombos son escasas. Detrás de estos, intuyo, hay una guerra comercial, más que un problema sanitario. Creo que son empresas que se están jugando dinero, y no me extrañaría que estén luchando para ver cuál vende más. El periodista científico sabe que es mejor vacunar frente a ese posible efecto secundario».
¿Y qué consecuencias existen si pasa lo contrario? «Primero, esto pasa en un país rico. Nosotros tenemos la capacidad de preocuparnos, vivimos en una nación garantista. Sin embargo, no habría ningún solo medicamento si fuéramos así con todo. Hay que sopesar, aunque sea difícil».
¿Qué ha sido lo más complejo de comunicar desde la Covid-19? «Era complicado transmitir que esto era algo serio, no una gripe. Además, lo importante es informar de que las supuestas contradicciones de la comunidad científica es la manera en que funciona la ciencia. Al principio veíamos como camiones cisterna baldeaban las calles con Zotal. Hoy sabemos que eso no servía para nada porque el conocimiento va evolucionando. El procedimiento va depurando las propuestas desfasadas y se va quedando con lo útil. Enseñar a la gente que esos tiras y aflojas son afirmaciones basadas en nuevos datos, eso fue lo que más costó mostrar.
«Muchas noticias científica han estado en manos de compañeros que no se han especializado y, a veces, han exagerado»
¿La infodemia podría afectar a la difusión científica? «Sí, afecta debido a la gran cantidad ruido de fondo. Somos muy finalistas con la información, solo publicamos el resultado, no lo que nos ha traído hasta ahí. En esta epidemia se ha generado tanta información que unos han cogido una, y otros, otra. Esto ha provocado una desconfianza entre las personas. Por otra parte, muchas noticias científica han estado en manos de compañeros que no se han especializado y, a veces, han exagerado. Y se prima, más que el rigor, la rapidez».
En otra ocasión, usted apuntaba que destacan ramas como la salud o la zoología y otras, como la física o química, no reciben la misma atención ¿Todavía sigue siendo así? «Un poco, sí. Las especialidades científicas más populares son las que más controlamos todos; la astronomía, con los planetas y estrellas; la medicina, ya que la vida nos va en ello; la biología marina… Pero luego hay otra ciencia que nos rodea y que es más desconocida pero igual de interesante».
¿Y cómo podría fomentarse este interés? «Hay que coger cosas muy interesantes de esas áreas y contarlas. Por ejemplo, hay investigadores de la universidad que está trabajando sobre la oxidación de los metales, es decir, estudian la forma en que se oxidan las barandillas de la playa y por qué. Lo miran a microscopio y crean metales para que resistan. Me parece alucinante».