Quién nos iba a decir que Machado acertaría, en pleno siglo XXI, con su representación de España. Una tan dividida que no podemos convivir con las ideologías de los demás sin echarnos las manos a la cabeza. Lo que sucedió en el barrio de Salamanca de Madrid poco o nada tiene que ver con lo que venían pregonando desde el inicio del estado de alarma quienes salieron a manifestarse. Sin respetar la distancia de seguridad y al grito de libertad, exigían en Madrid que terminara la «dictadura» de izquierdas. Sin duda, debe ser la representación más despótica de nuestro país desde que la describiese el escritor a principios del siglo pasado.
Sí. Hay una España que muere y otra que bosteza. La primera, desgraciadamente, se encuentra justo abajo, sosteniendo a la segunda, por ejemplo, el servicio sanitario al que se aplaude, las personas trabajadoras del supermercado o que cuidan de quienes viven en la vejez. Los que bostezan, sin embargo, se limitan a mirar hasta que se ven en peligro. Lo que sucede desde el pasado lunes podría tacharse de una soberana incongruencia por parte de la ciudadanía.
Quienes acudían a las cifras de muertes para hacer tambalear al PSOE son los que, bandera en mano, salieron a manifestarse sin respetar el metro y medio de seguridad, en muchos casos sin mascarilla, y defendiendo que el estado de alarma es una herramienta del Gobierno para ocultar una dictadura. Está claro que nunca vivieron una y si lo hicieron, fue en sus casas.
«Una mentira repetida cien veces, se convierte en verdad»
No es lógico criticar a un partido político por actuar tarde y ahora tacharlo de autocrático diciendo que sus medidas nos controlan. Solo me deja dos opciones posibles: o realmente les da igual la cifra de muertes y no comprenden que vivimos una pandemia global, o tragan, como un bebé la leche materna, los conceptos e ideas que lanzan cada día quienes nos representan en el Parlamento. «Venezuela, dictadura socialista y bolivariana»… Supongo que de eso va todo, ¿no?
Tenemos nuestra propia realidad, nuestra verdad, a la que nos agarramos fervientemente para defender nuestros ideales. Celebrar el 8M fue un error, al igual que lo fue el meeting de VOX en El Barrio de Vistalegre y lo fue la manifestación de este pasado lunes en el barrio de Salamanca.
Una mentira repetida cien veces se convierte en verdad. Pero jamás podré creerme que quienes salieron el lunes lo hicieran por amor a este. Jamás hubo una España tan dividida ni tan democráticamente intolerante. En las etapas donde la libertad se asume como derecho, más me escandaliza la normalidad que se le da a no tenerla.