En los últimos años, las ciencias del deporte han profundizado mucho en los estudios que tienen que ver con el rendimiento físico y la eficiencia de los entrenamientos. Es una realidad aplastante que vivimos en una sociedad con un ritmo frenético. La falta de tiempo por trabajo, estudios y vida familiar o social es una buena excusa para dejar a un lado el ejercicio. A nadie le apetece empezar o terminar un duro día con una larga sesión de actividad física enfocada a quemar grasa y si a esto se le suma el mal humor de las dietas hipocalóricas, sale el cóctel perfecto para abandonar.
¿No sería ideal adaptar los tiempos de entrenamiento a nuestros ajustados horarios y que dieran buenos resultados o incluso mejores? Precisamente por esto es que los entrenamientos de HIIT (High intensity interval training) han ganado tanta fuerza y popularidad en el mundo fitness durante los últimos tiempos. Le decimos adiós a los más de 45 minutos encima de una caminadora y ya no habrán más pretextos para ponerte en forma.
20 minutos
El éxito de este estilo de entrenamientos radica, sobre todo, en su gran eficacia. Al estar basados en ejercicios cardiovasculares realizados en un rango del 80-90 % de rendimiento en cortos períodos junto con recuperaciones también cortas que exigen entre un 50-60 % de capacidad cardíaca, son muy efectivos a la hora de metabolizar la glucosa en sangre así como las grasas acumuladas en nuestro tejido adiposo. Es por esto que en un breve período de tiempo como son 20 minutos se pueden quemar más calorías procedentes de la grasa corporal acumulada que en 45 minutos ejercitándose a baja intensidad.
Cabe destacar que el cardio activa el metabolismo basal y lo mantiene activo durante cierto tiempo después de realizarlo. Pero en el caso del HIIT, este efecto conocido como Consumo de Oxígeno Postejercicio se incrementa considerablemente, llegando a mantener la quema de grasas hasta 24 horas después de hacer realizado la sesión. Por otro lado, se activa la creación de mitocondrias en las células, orgánulo encargado de procesar la glucosa y las grasas con ayuda de oxígeno.
Beneficios para la ganancia muscular
De la misma manera, el ambiente hormonal mejora porque ayuda a combatir la resistencia a la insulina, haciendo que la glucosa se use inmediatamente como combustible en vez de acumularse como grasa y aumenta la tolerancia de los músculos al ácido láctico, por lo que cada vez se podrá entrenar más y mejor.
Esto beneficia a quienes buscan aumentar o mantener la masa muscular de forma limpia y solo hay que comparar los atletas de 100 metros lisos frente a los maratonistas. Los primeros, que recorren una distancia corta a máxima velocidad, tienen una musculatura más desarrollada y estética mientras que los segundos suelen ser mucho más delgados. Para que esta activación anabólica que propicia el efecto de construcción muscular ocurra con éxito se debe combinar el HIIT con una dieta hipercalórica y alejarse del ejercicio cardiovascular de baja intensidad que induce al catabolismo.
Método
Así pues, entrenamientos de alta intensidad en combinación con un buen entrenamiento de pesas es el dúo ideal para tener una buena musculatura. Según un estudio publicado por American College os Sports Medicine, la relación entre los intervalos de ejercicios y la recuperación es la clave de todo. Existen diferentes métodos, como el 1:1 en el que, por ejemplo, se realizan los ejercicios durante 3 minutos seguidos de 3 minutos de descanso. Otro método es emplear 30 segundos de trabajo a alta intensidad (90 %) y 4 minutos de recuperación a baja intensidad (50 %), repitiendo dicho cirtuito entre tres y cinco veces.
Uno de los métodos para realizar HIIT es combinar intervalos corriendo a máxima velocidad por 30 segundos y caminar por tres minutos para recuperarse. De la misma manera, puede realizarse en una bicicleta de spinning, nadando, saltando a la cuerda o combinando ejercicios funcionales en un cirtuito. Además, al no exigir equipamiento específico, puede realizarse en un gimnasio, en casa o al aire libre. Lo importante es elevar el ritmo cardíaco.
Sin embargo, este mismo estudio no recomienda este tipo de entrenamiento a personas que padecen diabetes o una obesidad muy severa. En el último caso, se debe empezar con una dieta bien equilibrada y supervisada por especialistas a la vez que se incrementa poco a poco la actividad física. Una vez se adapte cierta condición deportiva, pueden empezar a incluirse este tipo de rutinas una vez a la semana hasta llegar a un máximo de tres.