Hace exactamente dos semanas y tres días que Sara Díaz Luis y Gabriela Casimiro Luis denunciaban en el periódico El Día la falta de intérpretes de lengua de signos en las aulas de la ULL. Esta ayuda se torna imprescindible para estas alumnas de primer curso de la Facultad de Educación dada su discapacidad auditiva. Unos días después, el 26 de octubre, el vicerrector de Estudiantes, José Manuel García Fraga, afirmaba públicamente que la institución estaba buscando profesionales para las dos jóvenes. Finalmente, el pasado jueves 2 de noviembre, se anunciaba en los medios la inminente incorporación de los expertos a las clases de las estudiantes.
¿Cómo ha sido su experiencia en las aulas a lo largo de su vida? S. D.: «Mi experiencia en otros niveles educativos ha sido mejor que en la universidad porque he tenido todos los medios que hacían falta para poder seguir las clases, aprobar y avanzar. Ahora me he encontrado en una situación en la que todo era diferente porque no me proporcionaban lo que necesitaba». G. C.: «Antes teníamos apoyo educativo, los profesores eran muy atentos con nosotras y teníamos intérprete. No todas las horas, pero la mayoría. Aunque sí es verdad que muchas veces nuestras madres tenían que insistir e ir a la Consejería de Educación a solicitar la ayuda. Y al final accedían».
Esto cambió cuando llegaron a la universidad… ¿Qué tipo de dificultades se les presentan en el día a día? G. C.: «Una de las dificultades que encontramos es que los profesores se mueven constantemente y no les podemos leer los labios. También, algunos nos dicen que nos sentemos en quinta fila, aunque yo me siento en la tercera para intentar entenderlos mejor. Parece que no se quieren adaptar a nuestras necesidades. Otro de los problemas que tenemos es el contenido audiovisual, algunos docentes ponen subtítulos en los vídeos, pero otros no. Lo mismo nos pasa con los debates que hacemos en las horas prácticas, en los que no podemos participar porque no entendemos lo que nuestros compañeros dicen». S. D.: «Además, nosotras estamos invirtiendo dinero en comida, en el pago del alquiler de un piso en La Laguna, en fotocopiar apuntes… Y sentimos que vamos a clase para nada, que estamos perdiendo el tiempo».
«La ULL no nos daba una solución, así que decidimos hacer ruido en redes sociales y en los medios de comunicación»
¿Qué demandaban exactamente en la carta que redactaron? S. D.: «La falta de intérpretes. El primer día que vinimos a la Universidad nos aseguraron que los tendríamos, pero no fue así. Nos llevamos una decepción porque esperábamos otra cosa. Esto significa una discriminación a las personas sordas, porque queremos participar y tener una carrera». G. C.: «Además, desde el Programa de Atención a Estudiantes con Necesidades específicas de Apoyo Educativo (PAED) nos afirmaron que contaríamos con estos profesionales a finales de septiembre o principios de octubre. Pero fue pasando el tiempo y al darnos cuenta de que la ULL no nos daba una solución decidimos hacer ruido en las redes sociales y en los medios de comunicación”.
¿A qué organismos institucionales recurrieron para solicitar la presencia de intérpretes? S. D.: «Yo mandé un correo al Vicerrectorado, pero no obtuve ninguna respuesta. También hablé con el vicedecano de la Facultad de Educación y me dijo que tuviéramos paciencia, que estaban intentando solucionar el problema. Después hicimos una reclamación al Rectorado y contactamos con el personal técnico del PAED, que nos mantuvo informadas. Pero no hubo una solución definitiva por parte de ninguno de ellos en ese momento».
¿Qué reacciones recibieron a partir de compartir ese escrito? S. D.: «Muchos medios de comunicación se pusieron en contacto con nosotras para darnos difusión y conseguir que esta situación se solucionase». G. C.: «A mí, personalmente, ha habido compañeros que me han ofrecido apuntes. Pero eso no significa que dejáramos de luchar por conseguir la ayuda de intérpretes. Seguimos haciendo ruido hasta avanzar y conseguirlos».
«Estamos contentas al ver que ya tenemos intérpretes pero, al mismo tiempo, un poco decepcionadas porque la ayuda llegó tarde»
Finalmente, la Universidad de La Laguna ha declarado que ya han contratado a dos intérpretes para ustedes, ¿cómo se enteraron de la buena noticia? G. C.: «Fue gracias al periódico Diario de Avisos. Es curioso que nos hayamos enterado por este medio y no por la Universidad. Me parece ridículo y absurdo».
¿Cómo se sienten tras lograr lo que reclamaban? G. C.: «Estamos contentas al ver que ya tenemos intérpretes pero, al mismo tiempo, un poco decepcionadas porque la ayuda ha llegado demasiado tarde, a mitad del cuatrimestre. Además, estamos un poco enfadadas porque solo es una intérprete para cada una, cuando deberían ser dos por alumno ya que las clases son distintas a las del instituto. Hay más contenido, y ellos, a medida que pasan las horas, pueden ir fallando. Pero la satisfacción de haber conseguido lo que queríamos es magnífica».
¿Se esperaban la gran difusión que ha tenido su queja en las redes sociales? G. C.: «No, para nada. Nuestro caso ha llegado hasta la Península. La gente entiende las circunstancias, pero la Universidad parecía que quería lavarse las manos…».
Desde su experiencia, ¿creen que la sociedad está preparada para ayudar a las personas con discapacidad auditiva? S. D.: «Para los trámites importantes, sí. Por ejemplo, puedes ir al médico o a un juico acompañado de un intérprete y no tienes que pagarlo, sino que lo solicitas con antelación. Pero para los actos más cotidianos y festivos no se ofrece esta asistencia».
¿Creen que los profesores están preparados para afrontar esta realidad? G. C.: «Creemos que no. No saben cómo dar las clases de otro modo y los alumnos no se acercan mucho. Dependiendo de cómo sean los compañeros, hay gente que se interesa por ayudar y aprender, aunque también hay otros que no se relacionan en absoluto con nosotros, llegando a tal punto que pueden hacernos sentir discriminadas».