Para la comunidad científica, Carolina Hernández padece endometriosis, una enfermedad que todavía no tiene cura. Esta patología se caracteriza por el crecimiento del tejido endometrial (membrana que recubre el útero y que se desprende con cada menstruación) fuera de su localización habitual, lo que provoca intensas dolencias para la paciente. Los principales vestigios son: dolor abdominal, abundantes hemorragias, dispareunia y malestar al mantener relaciones sexuales, defecar y orinar. Según qué zonas estén afectadas, también existe la posibilidad de que aparezcan trastornos digestivos, náuseas y vómitos.
Esther Fernández, responsable de la Asociación de Afectadas por la Endometriosis Crónica (ADAEC) en Canarias, explica que «las propias mujeres suelen, por norma general, desconocer que la padecen. No es hasta que llega el momento de querer ser madre, que comprenden que les es imposible llevar a término un embarazo». Además, destaca que la «sintomatología abarca un amplio espectro, pues hay pacientes que son asintomáticas, es decir, no presentan indicios». Esto conlleva a un pronóstico tardío y a la propagación de la enfermedad a otros órganos vitales.
A pesar de su gravedad, en la actualidad no se tiene constancia de un número exacto. Se estima que, en España, las cifras rondan en torno a los 2,5 millones de afectadas. En el Archipiélago el desconocimiento es aún mayor. Por ello, ADAEC Canarias ha solicitado un estudio epistemológico a la Oficina de Defensa de Derechos de Usuarios Sanitarios. «Teniendo en cuenta que conforma una de las primeras causas de infertilidad y que las Islas tienen la natalidad más baja de todas las Comunidades Autónomas de España, es preciso conocer cuántas mujeres sufren endometriosis, para poder contribuir a la realización de un diagnóstico precoz y mejorar la calidad de vida de cada una de ellas», declara Fernández.
«Al no poder mitigar el dolor con medicina, en más de una ocasión tuve que recurrir a la marihuana»
En el caso de Carolina Hernández los médicos demoraron diez años en diagnosticarle endometriosis. Durante este período de tiempo tuvo que acudir incontables veces a hospitales para que, en cada una de sus visitas, los especialistas le dijeran que su dolencia no era grave, sino un síntoma común del ciclo menstrual. «Al no obtener respuesta por parte de la sanidad pública decidí contratar un seguro privado. ocasión me recomendaron a quedarme embarazada, ya que, al ser joven, las posibilidades eran muy altas», detalla.
No obstante, esto no sucedió, por lo que la derivaron a reproducción para hacerle una frecundación in vitro. El día que iba a empezar el tratamiento de fertilidad, le comentó a la doctora que tenía un bulto extraño en la zona de la barriga desde hacía varios días. «Me hicieron una radiografía y me extrajeron un trozo de tejido para analizar en el laboratorio», aclara. Quince días después, le entregaron los resultados: Endometriosis recto vaginal severa y un endometrio de diez centímetros en la pelvis. En estos momentos, Carolina Hernández se encuentra en plena fase de recuperación.
Ella no es la única. Desde muy joven, María del Mar Amaral sufre fuertes bajadas de tensión y abundantes menstruaciones, que le provocaron anemia. «Mi madre, que en paz descanse, fue la primera en notar que no era normal que una adolescente tuviera reglas tan descontroladas, ya que no me venían cada 28 días, sino que tenía dos al mes e incluso tres», asegura. Su madre también había padecido la enfermedad, así que decidió llevarla al ginecólogo que la trataba. Tres años después, tras realizarle su primera laparoscopia (técnica quirúrgica que permite la visión de la cavidad pélvica-abdominal), descubrieron que tenía esta enfermedad.
«Hablar con naturalidad hará que se abran muchos caminos a las próximas generaciones»
Antes de su quinta operación comenta que vivió un auténtico infierno: «Estaba apuntada para realizarme otra laparoscopia, gran fue mi sorpresa cuando me llamaron por teléfono de Digestivo». Una consulta a la cual nunca había acudido. El médico a cargo le entregó, sin hacerle revisión, un consentimiento para una colonoscopia. María del Mar Amaral expone que «querían quitarme parte del recto, ano, colon y demás». Asustada, decidió ir por la vía privada a por diferentes opiniones. «Mi intuición ha sido mi mejor aliada. Fue muy, muy desagradable. Me dijeron que iban a hacer una cirugía de cáncer de colon cuando mi enfermedad no tiene nada que ver con ello», confiesa.
Gracias a la constante labor de ADAEC son muchas las mujeres que, como Carolina Hernández y María del Mar Amaral, han encontrado el apoyo y la orientación que necesitaban. Por el momento, uno de los mayores logros que ha conseguido la asociación ha sido el proyecto Autocuidado femenino, por medio de la Consejería de Igualdad del Ayuntamiento de Gáldar, en Gran Canaria. Además, a nivel educativo, procuran aportar información de manera constante a los familiares y profesores, con el fin de enseñarlos a detectar por ellos mismos cualquier vestigio en las adolescentes.