Indira Carballo, recién graduada en Periodismo por la Universidad de La Laguna, es una de las voluntarias que componen la Asociación Hay Raíces. Desde diciembre de 2022, esta Entidad se dedica a recolectar ropa y alimentos que entregan en el campamento de Las Raíces a las personas migrantes que se encuentran allí alojadas temporalmente mientras se resuelve su situación. Además, trabajan para proteger y defender sus derechos, así como para promover su integración en la sociedad canaria.
¿Cómo nació Hay Raíces? «Hay Raíces surgió de la idea de varias personas voluntarias que llevamos yendo al campamento desde que abrió sus puertas en 2021. Nos conocimos allí e hicimos un grupo de WhatsApp. Entonces nos dimos cuenta de que las tareas que hacíamos como personas voluntarias se harían mejor a través de una asociación, y por eso nos unimos».
¿Qué fue lo que les motivó a crearla? La falta de un organismo o de una asociación que denunciara los hechos que pasaban en el campamento. Mucha de la gente que estaba en un inicio ayudando, dejó de ir. Quienes quedábamos éramos unos pocos voluntarios y voluntarias que subíamos todos los días, pasábamos las tardes, los fines de semana y veíamos las condiciones en las que estaban y cómo se vulneraban sus derechos y hasta, a veces, cómo se les privaba de su libertad».
¿Qué hacen desde esta Asociación para ayudar a las personas migrantes del campamento? «Recogemos material sanitario, ropa, zapatos, crema del cuerpo, comida, leche, zumos… Lo que la gente quiera donar nos encargamos de entregárselo. Por otro lado, también denunciamos las faltas de oportunidades y las malas condiciones en las que muchas veces se encuentran durante su estancia allí».
«No hay una edificación preparada para alojar a las personas migrantes, al igual que no hay suficiente personal para atenderlas»
¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrentan al llegar a Las Raíces? «De los que más se suelen quejar es del frío. Vienen de países africanos en los que el clima no es igual al nuestro aunque estemos muy cerca. Llegan a Tenerife y les meten La Esperanza, uno de los lugares más fríos de la Isla. Además, no hay una edificación preparada para alojar a estas personas, al igual que no hay suficiente personal para atenderlas».
¿Realizan algún tipo de actividad en conjunto? «Sí. Hacemos actividades para que se distraigan de la vida del campamento como clases de español, pintar o ir a la playa».
¿Cuál es el objetivo de las charlas que realizan por diferentes centros educativos? «Pues el objetivo principal es contar la realidad del campamento y también nuestra experiencia como personas voluntarias. Siempre vamos a las charlas con migrantes del campamento, porque nadie mejor para contar lo que están pasando y lo que se vive allí. Ya hemos ido por centros en Puerto De la Cruz, en Santa Cruz y en La Laguna».
¿Existe una conciencia social sobre las personas migrantes que se encuentran en esta situación? «Cuando empezó la crisis migratoria hubo mucha gente que subió al campamento para ayudar. Canarias en general se volcó mucho, pero ahora tengo la sensación de que la gente se ha olvidado. Fue algo que tuvo su boom en 2021, pero en el 2023 sigue pasando. Siguen llegando pateras y se les sigue alojando ahí con las mismas condiciones. Tampoco se le da mucha repercusión mediática porque, a no ser que denuncies algo que pase, ya no se habla del campamento de Las Raíces. Además, hay muchos prejuicios hacia este grupo de población y la gente tiene que conocer todas las versiones. No podemos juzgar sin hablar y sin conocer toda la información».
