Nicole Ndongala es una activista de los derechos humanos y defensora de la igualdad y la justicia social, originaria de la República Democrática del Congo. En su país natal fue testigo y víctima de la violencia y las violaciones a los derechos humanos cometidas por grupos armados y las fuerzas de seguridad del Gobierno. También es la directora general de la Asociación Karibu y miembro del Consejo Asesor de la Casa África, y frecuentemente participa en numerosas conferencias internacionales sobre los derechos de las mujeres.
A través de su trabajo en diversas iniciativas y organizaciones internacionales, Ndongala ha luchado incansablemente por los derechos de las personas en todo el mundo, con un enfoque particular en la protección de las mujeres y menores en situación de vulnerabilidad.
«Las mujeres buscan un futuro esperanzador y vienen a dar lo mejor de sí mismas»
¿A qué se tienen que enfrentar las mujeres africanas en el camino? «Las mujeres vienen buscando un futuro esperanzador y vienen a dar lo mejor de sí mismas, desgraciadamente, la mayoría tienen que enfrontar barreras económicas, sociales y culturales que les impiden acceder a oportunidades educativas, económicas y políticas. Además, muchas son víctimas de violencia de género, explotación, mercantilización y abuso, lo que las deja completamente apartadas y sin voz».
¿Cómo es el proceso que siguen las mujeres para integrarse en el país? «El proceso de integración no es nada fácil porque detrás de cruzar mares y muros por Europa siguen quedando muchas obstáculos por sobrepasar, como por ejemplo la falta de información, no existe un itinerario bien definido para las personas migrantes, especialmente para las mujeres. Son las asociaciones e identidades las que intentan diseñar un itinerario individual para poder trabajar con ellas, ya que cada una tiene una historia y circunstancias totalmente diferentes».
¿Cuáles pueden ser algunas de las barreras o dificultades que se encuentran? «La migración forzada requiere múltiples adaptaciones en muy poco tiempo pero en España todavía no hay herramientas suficientes para poder trabajar con el colectivo de las mujeres migrantes porque ellas llegan con una mochila de muy malas experiencias, embarazadas y aquí se encuentran en un limbo de rechazo social y con una gran falta de redes de apoyo».
¿Qué consejo daría a una mujer africana que acaba de llegar a España? «El primer consejo que le daría es que sea ella misma, que sea su propia referente y que tengas sus ideas claras, sus objetivos y buscar cómo poder cumplirlos. Muchas veces estas mujeres viven en una incertidumbre constante cuando llegan al país, sin embargo, la mujer africana es una mujer de esperanza que siempre consigue salir hacia delante y completar todas sus metas, porque su dignidad es más fuerte que el miedo».
«El lema de Karibu es: nadie es ilegal en esta vida»
¿Cómo fue su llegada a Karibu y de qué manera decidió implicarse en el proyecto? «Mi llegada a la Asociación fue puramente de casualidad porque a los dos días de llegar, me sentía totalmente perdida sin conocer a nadie y sin hablar español, estaba desesperada y no sabía a dónde ir. Entonces, una señora me dijo que conocía un sitio en el que ayudaban a personas como yo y me llevó a Karibu, desde allí me ayudaron muchísimo a integrarme en la sociedad. Años después, recordando lo que yo había sufrido cuando llegue al país decidí que yo también quería salir al encuentro de las mujeres que llegan cada día y depositar mi granito de arena para visibilizar lo invisible».
¿De qué forma ayudan a las mujeres que llegan a la Asociación? «Yo creo que la ayuda que yo proporciono a las usuarias que llegan a Karibu es la escucha activa porque allí hemos creado un espacio seguro, nuestro lema es que nadie es ilegal en esta vida. Puedo afirmar que no hay ningún centro en España que reúna a tantas mujeres africanas, en el que todos los días de lunes a viernes encuentran a personas que les tienden una mano».
¿Hay alguna historia de alguna usuaria que recuerde o que le haya marcado especialmente? «A lo largo de veinte años he escuchado infinidad de historias que nunca dejarán de sorprenderme. Todas las historias te impactan porque es un camino muy difícil pero hay una que jamás olvidaré y fue la de una mujer de 21 años que tardó como seis o siete años en llegar a España. Me sorprendió cuánto tardó en llegar pero aún más cuando me contó que se vio forzada a bloquear su menstruación durante esos años porque no había agua en el desierto ni tampoco compresas».
«Los medios de comunicación tienen que hacer un examen de conciencia»
¿Cree que los medios de comunicación realizan buenas narrativas sobre las personas que migran? «Creo que los medios de comunicación tienen que hacer un examen de conciencia, cargan con una gran responsabilidad en cómo presentan las historias de las personas que migran. Desafortunadamente, en muchos casos, el lenguaje utilizado en las noticias está cargado de prejuicios y estereotipos que pueden perpetuar falsas narrativas y crear una imagen negativa de las personas migrantes. Las mujeres migrantes, en particular, piden justicia y un trato equitativo en la cobertura mediática. No solo somos datos y estadísticas, somos personas».
¿Qué mensaje le gustaría mandar a las mujeres migrantes? «Más que a las mujeres, me gustaría mandarlo a la sociedad civil, quiero destacar que el cambio real y duradero solo puede lograrse a través de un compromiso colectivo en el que asumamos nuestra responsabilidad y trabajemos para crear un mundo más pacífico, justo e inclusivo. Todas las personas podemos ser agentes de cambio y solo a través de nuestra participación y compromiso podremos alcanzar una transformación real hacia la tolerancia y el respeto a la diversidad».