La actual situación de crisis en torno al coronavirus sigue modificando las líneas de formación de la Universidad de La Laguna. La organización del Campus África 2020, ideado para el mes de julio, acaba de hacer público el aplazamiento del seminario internacional para después del verano. Las circunstancias revelan el caos sanitario que está atravesando el continente africano, con unas diez mil personas contagiadas. José Gómez Soliño, catedrático jubilado de la ULL y codirector del Campus, defiende la nueva fecha prevista al tiempo que exige políticas de altura que mitiguen la pandemia entre la población africana.
¿De qué forma está afectando el COVID-19 al continente africano? «La pandemia se ha retrasado en su extensión al continente africano, pero una vez dentro avanza muy deprisa, sobre todo en núcleos como Nigeria, Kenia o Sudáfrica. En ciertos estados no se dispone de los bienes de diagnóstico ni de laboratorios suficientes. Además, en algunas zonas, las defensas naturales de la población están debilitadas por una alimentación insuficiente, como consecuencia de brotes infecciosos anteriores. Hay lugares que parecen estar haciendo frente con éxito a este desafío. Es el caso de Cabo Verde, que ha conseguido reducir la incidencia al mínimo. Es de señalar que nuestro Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias colabora estrechamente con la Universidad de este Estado y que hay en ella un grupo de investigación en enfermedades infecto-contagiosas muy competente».
¿Qué colectivos están siendo los más vulnerables? «Como siempre, las clases bajas, que forman la mayoría de la población y llevan una existencia económicamente muy precaria y los profesionales de la medicina que atienden heroicamente a las víctimas con materiales insuficientes».
¿Qué proyectos en materia de apoyo está activando nuestro país para mitigar los efectos del Coronavirus en África? «Supongo que las autoridades españolas están centradas en lo que sucede en nuestro país. No obstante, diversos responsables políticos y articulistas han llamado la atención en los medios españoles para que no se olvide África. La Agencia Española de Cooperación Internacional apoya una destacada red de sanidad en África. Ahí está el Centro de Investigación en Salud de Manhiça en Mozambique, centrado en las enfermedades de infección y contagio, o la instrucción de facultativos especialistas en el hospital de Beira, que lidera el doctor Luis López, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Por otro lado, ciertas ONG han puesto en marcha iniciativas de emergencia».
«En África nada sale gratis a la población, mucho menos la asistencia sanitaria»
¿Hasta qué punto repercutirá esta vicisitud en las cotas de pobreza del continente africano? «Si se ceba con África, me temo que la senda de liquidez y riqueza ascendente que se venía observando en las economías africanas va a terminar interrumpida. Las regiones petrolíferas poseen ya sus ingresos por los suelos, y otros recursos de exportación es probable que vean reducido su valor ante el descenso de la demanda. Por eso varios líderes africanos están ya pidiendo la ayuda coyuntural internacional y la condonación de su deuda soberana. El horizonte es incierto en estos momentos».
Si hablamos de servicios sanitarios, ¿cómo es el sistema en este continente? «La cobertura es muy deficiente para la población en general, especialmente la rural. La comunidad bien posicionada cuenta con clínicas privadas muy bien dotadas, y, si no, se mudarán para su tratamiento a Europa, como ya hicieron en epidemias anteriores. Pero para la población media, si vive en una ciudad importante, habrá hospitales públicos desbordados e insuficientemente dotados. En África la población paga por todo así que tendrán que costear personalmente una asistencia que recibimos aquí de manera gratuita. Este desalentador panorama es mitigado por la loable labor que desarrollan organizaciones no gubernamentales como Médicos sin Fronteras».
Los movimientos migratorios que se han venido produciendo y valorando las acotaciones en los desplazamientos, ¿repercutirán en el éxodo de africanos? «No lo creo. El cierre de fronteras podría ser eficaz en el caso de los puestos oficiales, como puertos o aeropuertos y en las rutas de transporte transnacionales. Pero las colectividades pudientes albergan modos para eludir las dificultades burocráticas y las populares acumulan formas de sortear los controles utilizando vías clandestinas. En marzo no paramos de recibir pateras, a pesar de que nuestro confinamiento es bien conocido en África. Lo que sí va a ocurrir es que el dinero a abonar a los intermediarios que facilitan la huida se verá incrementado y que muchas familias van a ver elevado sus niveles de endeudamiento para poder ayudar a alguno de sus miembros a emigrar».
«La comunidad africana en la Isla será la primera en notar la gravedad económica que nos amenaza»
¿Cómo están viviendo los africanos en Tenerife este trance? «No es difícil imaginar la inquietud que deben sentir en el plano individual, incrementada por la preocupación de cómo pueden quedar afectados sus numerosos familiares en África. Las precarias condiciones monetarias y alojativas en que se desenvuelve la vida de muchos de ellos hacen más duro e incómodo el encerramiento preventivo al que estamos sujetos. A ello se suma que serían los primeros en sufrir los frutos negativos».
Un posible retroceso de la economía del continente vecino, ¿afectará a nuestro país? «Pese a la tendencia alcista de las últimas décadas, las vinculaciones económicas que mantenemos con África son aún muy endebles. No tienen comparación con la presencia empresarial de otras naciones como China, Estados Unidos, Francia o Gran Bretaña. Es previsible que las importaciones de nuestra Nación se abaraten, pero a la vez va a ser más complejo exportar los productos locales. Según la mayor o menor afectación de la pandemia, las relaciones turísticas van a acusar las consecuencias derivadas de la inestabilidad sanitaria en un futuro próximo. Ciertamente el nivel y calidad alcanzados van a verse, coyunturalmente espero, mermados».
¿Son conscientes allí de los secuelas reales del COVID-19 en la salud? ¿Le otorgan importancia, empleando medidas de protección? «De todos los habitantes del Planeta, los africanos son los más concienciados en relación al potencial destructor de los virus. La historia nos dice que han sufrido el azote recurrente de diversas enfermedades como la malaria, el sida, el ébola… Saben a lo que se exponen y están mejor preparados mentalmente para resistir. La precariedad es la principal barrera, tanto en el ámbito de los dictámenes como en el de las terapias, sin olvidar las muy limitadas capacidades asistenciales. A estas limitaciones hay que añadir que en amplias capas de la población aún perdura una fuerte mentalidad mágica y que algunos grupos marcados por un alto fanatismo religioso, igual que Boko Haram, consideran religiosamente pecaminosa toda solución apoyada en la ciencia occidental. Es decir, que a corto plazo, sanitariamente hablando, no pinta bien para los africanos».
«Con este aplazamiento la incertidumbre todavía es grande»
El Campus África de esta edición estaba previsto inicialmente para julio. ¿Qué decisiones se han adoptado? ¿Existe un aplazamiento oficial o definitivamente se cancela? «Nos resistimos a hablar de cancelación. De momento hemos pospuesto Campus África para las primeras semanas de septiembre. Parece lo prudente. Pero, incluso, con este aplazamiento la incertidumbre todavía es grande. Todo depende del escenario posterior a la superación de esta depresión sanitaria y conforme a la evolución de la pandemia en África, ya que es de ahí de donde viene una buena cuota del estudiantado y profesorado que participa en el programa».
¿Qué denominación se había fijado para este año y qué contenidos se planteaban? «Cambio climático, salud global y desarrollo sostenible: la perspectiva atlántico-africana. No puede haber ahora un tema más relevante y urgente. De acuerdo a este eje central se articulan tres ámbitos formativos. El primero lleva por título Retos de la transición ecológica y social en las islas del Atlántico Medio y en el África Occidental. El segundo se ocupará de los cambios del clima y la globalización. El tercer módulo se centrará en el análisis de la Lengua y cultura de los territorios insulares atlánticos».
¿Cuáles son las bondades más llamativas de este curso? ¿Qué objetivos persigue? «Está orientado a proyectar la acción formativa e investigadora de la ULL. Busca propiciar un encuentro protagonizado por universitarios canarios y africanos para reflexionar y debatir. Tiene como objetivo prioritario promover el papel de la ciencia en el progreso de la sociedad y en apoyar la vocación científica de sus jóvenes participantes. De hecho ya hay un cierto número de graduados que tomaron parte en las pasadas ediciones que están desarrollando investigación doctoral en la ULL atendiendo a los problemas candentes de sus países».