Gabrielle Nicoloso es arquitecto. Nació en Venezuela, pero se fue a Estados Unidos a estudiar energías renovables. Sin embargo, no finalizó estos estudios y decidió cursar Arquitectura. En su viaje a Indonesia descubrió el bambú como material de trabajo. Desde ese momento el bambú se convirtió en el centro de sus trabajos arquitectónicos y escultóricos. Recientemente participó como ponente en el I Campus de Escultura de Lanzarote para estudiantes de Bellas Artes y Periodismo.
¿Cómo definiría su trayectoria profesional? «Evolutiva. Nunca imaginé que iba a estudiar una carrera, cualquier persona que estudió conmigo se sorprendería. Primero me fui a Estados Unidos y comencé energías renovables. Así me di cuenta de la influencia que tenía la arquitectura en el gasto y consumo de una casa. Sin embargo, gracias a la pintura y a la escultura monumental me interesé por los espacios y su interacción con las personas».
¿Qué es lo que más le gusta de su profesión? «La influencia que tienen los espacios sobre las personas. Este es el motivo principal por el que me gustan las instalaciones, la escultura…La gente interactúa mucho y no se da cuenta, pero estamos condicionados al espacio diseñado y esto tiene mucha influencia emocional en sus vidas».
«Empecé a aprender sobre el bambú y me enganché»
¿Cómo empezó su interés por el bambú? «La primera vez que me interesé por el bambú fue cuando estaba en la universidad. Quería salirme de los materiales convencionales, estaba buscando algo más orgánico. Me fui a Indonesia, donde son expertos con el bambú. Conocí el despacho de arquitectura Ibuku, que hacen trabajos excepcionales con este material. Allí hice un curso, empecé a aprender y me enganché. Me di cuenta de las cosas positivas que tiene, tanto en la construcción como en el medioambiente. Creo que va a ser un material del futuro».
¿Qué es lo que destaca de trabajar con el bambú? «La flexibilidad, es algo que no puede aportar cualquier material. Además, puede competir, por ejemplo, con el acero en expansión y compresión y su tronco con la madera. Es un material que crece y no se agota. Puedes cosechar y tenerlo infinitamente».
¿Qué piensa acerca del primer Campus de Escultura? «Estoy muy orgulloso de la Fundación Curbelo Santana y de la Universidad de La Laguna por todo el esfuerzo realizado. Me parece un proyecto muy interesante y enriquecedor para el alumnado».
«Este tipo de proyectos abre la mente al estudiantado»
¿Qué fue lo que le motivó a participar en el Campus? «Soy amigo de la familia. Me gusta mucho la escultura. Apenas Rufina Santana, la presidenta de la Fundación, sabía que el proyecto se iba a realizar contacto conmigo. La iniciativa está muy relacionada con el bambú, pues el Campus está enfocado en la naturaleza. Por ello decidí participar».
¿De qué manera cree que este tipo de actividades puede ayudar al desarrollo artístico del alumnado? «Este tipo de proyectos abre la mente al estudiantado. En la universidad todo es más académico. Sin embargo, en el Campus se trabajó en equipo, trabajamos con elementos naturales, nos acercamos más a la profesión y el alumnado aprendió de una forma diferente».
Como arquitecto, ¿qué considera que es lo más difícil tras salir de la escuela? «Seguir practicando la creatividad. El grado de Arquitectura es técnico, pero también creativo. Dentro de unos parámetros podemos crear y hacer lo que imaginemos. No obstante, en el mundo laboral tienes que seguir unos determinados criterios que no te permiten tanta libertad».
¿Qué consejo le daría a quienes empiezan? «Que no tengan miedo a arriesgarse, independientemente del proyecto. No está todo planeado. Un ejemplo es el Campus, que hace que la creatividad siga funcionando y te haga un mejor profesional».