Hace veinte años, el director cuyo hobby es destruir el Mundo, Roland Emmerich nos trajo Independence Day, una película de ciencia ficción ligera, divertida, entretenida y hasta épica. Fue uno de los grandes éxitos de taquilla de la década de los noventa y lo cierto es que creó escuela y fue un modelo a seguir para otras películas sobre la ya olvidada temática de catástrofes. Con esta nueva tendencia de resucitar viejas sagas que tan buenos resultados ha estado dando (Jurassic World, Star Wars Episodio VII) Emmerich por fin se ha animado a continuar la historia de su mayor éxito, acompañado de casi todo el reparto original excepto por Will Smith, quien por problemas de agenda no pudo incorporarse a la producción.
Utilizando tecnología obtenida de los alienígenas veinte años atrás, las naciones de la Tierra, se han estado preparando para el inminente regreso de los enemigos que una vez casi consiguieron extinguirlos, pero es posible que eso no sea suficiente.
Si por algo destaca Roland Emmerich es por dos cosas: su gran personalidad y porque siempre juega dentro de sus propias reglas. Su fuerte no son los personajes ni los diálogos, al contrario, muchas veces sus personajes son de dibujos animados y los diálogos pueden llegar a ser sonrojantes. Sin embargo, el director (casi) siempre compensa esto con su gran habilidad como narrador y lo bien que estructura sus películas. Eso es lo que funcionó hace dos décadas con Independence Day y que ahora, aunque en menor medida, funciona con su secuela.
La historia sin ser gran cosa, es de los puntos fuertes del film, ya que a diferencia de otras secuelas tardías, no se limita a repetir casi punto por punto a su predecesora y opta por ir un paso más allá, ampliando de forma muy interesante la mitología de los alienígenas. Tampoco faltan los homenajes a la original y de hecho creo que en este aspecto supera notablemente a otras películas como Jurassic World, ya que no se sienten forzados. El mayor problema a mi juicio de la película es el ritmo excesivamente rápido de la segunda mitad. La primera hora avanza con calma y va preparando de forma muy hábil los acontecimientos, pero en cuanto llegan los alienígenas, pisa el acelerador y no levanta el pie hasta el final.
«Los veteranos eclipsan a la nueva generación»
Con respecto a los personajes, no hay mucho que decir salvo que los veteranos son las grandes estrellas de la película y eclipsan casi por completo a la nueva generación. Los mejores sin duda son Jeff Goldblum y Bill Pullman, que siguen siendo tan carismáticos como hace veinte años. Quizá la sorpresa del reparto sea Brent Spiner, que era el científico loco de la primera y sigue siéndolo en esta, pero con un nuevo papel más relevante y que sirve a la vez de alivio cómico. Las nuevas incorporaciones son simplemente correctas, todos los actores son simpáticos, pero quizá solo Maika Monroe sobresalga un poco.
A nivel técnico es una película impecable. Se nota que Emmerich es de la vieja escuela y pese a que los efectos especiales abundan y son muy buenos de hecho, siempre que es posible recurre a efectos prácticos. De la banda sonora se encargan los colaboradores habituales del director, Harald Kloser y Thomas Wanker, que sustituyen a David Arnold y que en ningún momento están a su altura. Una gran decepción en este aspecto ya que uno de los puntos fuertes de Independence Day era su banda sonora y en esta se siente muy genérica y olvidable salvo por los momentos que hacen reminiscencias al trabajo de Arnold.
Independence Day: contraataque es una secuela simplemente decente, bastante estúpida y autoconsciente que no se acerca en ningún aspecto a la original, pero al igual que aquella, dentro de sus propios parámetros, funciona. No ha habido nada que me haya sacado de la película y la he disfrutado sin problemas. Está lejos de ser una gran película, pero es buena.