Eduardo Sáenz de Cabezón, ganador del premio de FameLab 2013 y profesor en la Universidad de La Rioja, acudió ayer, jueves 22 de febrero, a la facultad de Física y Matemáticas para presentar dos charlas: Números grandes, enormes, descomunales y desorbitados, con la que cerró el Congreso de Estudiantes de Matemáticas (COEMAT), y Un teorema llamado deseo, organizada por el POAT de la Sección de Matemáticas de la Universidad de La Laguna.
Durante el primer coloquio, el docente habló de la importancia de la notación en ambas ciencias y explicó la composición de algunos números de gran longitud. Habló de figuras como Emmy Noether, matemática alemana, y Alan Turing, considerado uno de los padres de la informática. Así, de esta forma realizó un pequeño recorrido por la historia de la computación.
Mientras que, en la segunda conferencia, dirigida a más de 200 estudiantes de secundaria, trató el tema de los algoritmos; Sáenz comenzó narrando un cuento titulado Comadre de Bath y lo enlazó con la posibilidad de adaptar las Matemáticas a lo cotidiano o explicar esta ciencia con acciones del día a día, como puede ser encontrar pareja o conseguir aparcamiento en un parking.
“Matemáticamente podemos estudiar aquello que la gente desea para hacerlo mejor”
Además, expuso que mediante determinadas fórmulas se puede llegar a modelizar los objetos de deseos de la población, y lo demostró con el caso de AlphaGo, programa informático que fue capaz de reproducir acciones humanas que antes parecían imposibles de desarrollar por máquinas. Al igual que AlphaZero, que aprendió a jugar al ajedrez, u otros ordenadores que supieron identificar la creatividad en obras de arte.
Continuó con la idea de que con estas operaciones se pueden llegar a controlar o pautar los anhelos de la gente a través de la ciencia de los números. Empresas como Google, Facebook o Netflix utilizan los datos que tienen a su alcance para predecir lo que nos gusta o podríamos conocer, logrando controlar la información que recibimos e influyendo en nuestras vidas.
Sáenz quiso destacar que estos algoritmos rigen nuestras vidas y pueden resultar beneficiosos, pero también perjudiciales. En muchos casos logran causar el llamado efecto burbuja, es decir, te aislan de puntos de vista diferentes al tuyo porque solo te muestran lo que quieres ver. Por ello, deberíamos “preocuparnos por conocer esto y porque el resto lo conozca”.
El matemático manifestó la importancia de entender el funcionamiento y los efectos que tiene sobre nosotros este tipo de herramientas, independientemente de nuestro nivel de conocimiento numérico.
Para finalizar su intervención, apuntó que el funcionamiento de estos algoritmos debería ser de conocimiento público, puesto que se trata de algo que nos afecta a todos.