En un primer momento, Gerardo Barrios se muestra reacio a la entrevista. Desde que se incorporara a Insularia Teatro, él es el encargado de gestionar el departamento de comunicación, pero lo hace reservándose de todo protagonismo; de ahí, precisamente, mi interés por acercarme a una figura, por lo general, tan indispensable como desconocida. Barrios se erige, no obstante, como un productor de textos con una sensibilidad exquisita para los problemas universales de mayor actualidad. A punto de estrenar su última producción, R3: Máquina del futuro!, el dramaturgo nos enseña algunas de las claves para desenmarañar este apasionante y arduo oficio a la par que nos abre el apetito con las últimas propuestas de la compañía.
¿Se puede vivir del teatro? “Me encantaría poder responder a la pregunta con una rotunda afirmación, pero lo cierto es que es muy difícil. Las posibilidades se amplían cuando perteneces a una compañía consolidada, con medios afianzados y una oferta amplia y permanente. En cualquier otro caso, se vuelve muy complicado. En mi experiencia, si circunscribimos la pregunta en sentido estricto a la dramaturgia, le diría que la posibilidad de vivir de forma exclusiva del teatro es remota”.
Y aún así, no dudaron en fundar una compañía en plena crisis. ¿Por qué? “Sencillamente, por amor al teatro. Cuando César Yanes y Leandro González fundaron Insularia Teatro, allá por el 2014, no pensaron en que la crisis iba a ser un impedimento para desplegar su pasión por este oficio. Hace algo más de un año, cuando se me presentó la oportunidad de sumarme a la compañía, no lo dudé en segundo. A los tres nos une lo mismo: un increíble espíritu vocacional que nos ayuda a enfrentarnos a los problemas que se nos plantean como si fueran nuevas aventuras. Tampoco quiero que se me malinterprete, pero si buscas estabilidad laboral, el teatro no es tu sitio. Supongo que es el riesgo que entraña dedicarse al ámbito artístico en general”.
De Sófocles a Platón: simbiosis entre arte y pensamiento
Usted es profesor de filosofía. ¿Cómo llega de esta a la dramaturgia? “Es una pregunta preciosa. El teatro tiene un enorme contenido filosófico. Siempre he pensado que entre la filosofía y las disciplinas artísticas se tienden puentes que facilitan una constante ebullición de ideas. Concibo este campo del conocimiento como una herramienta que me mantiene en contacto con problemáticas humanas fundamentales y las distintas formas de expresión mediante las que se abordan estas. Yo entiendo que la filosofía es el cuestionamiento del orden social, que luego se ramifica en múltiples direcciones; en mi caso, ha sido la literatura y, en concreto, la dramaturgia. El teatro de Sófocles esconde tanto contenido filosófico como las obras de Platón o cualquier otro filósofo al uso”.
Ninguno de los miembros de Insularia Teatro se dedica exclusivamente al teatro. ¿Cómo logran compatibilizar ambas vertientes profesionales? “Quitándole horas a todo lo demás. Tampoco quiero trasladar una idea de sacrificio extremo, pero sí es cierto que en muchas ocasiones debemos renunciar a tiempo de sueño o de vida social para lograr compatibilizar nuestros trabajos hasta alcanzar un producto teatral de calidad. De cara a este objetivo, lo único que está a nuestro alcance es priorizar las distintas actividades y dejar en cuarentena otras que también son importantes, pero que apremian menos. No es una tarea fácil, aunque sí que resulta gratificante al final”.
Si algo caracteriza su obra es que está transversalizada por un afán social. ¿Cómo se consigue eso? “Sin petulancias de ningún tipo. Mi misión al escribir no es hacer pensar a alguien específicamente, pero espero que una de las cosas que ocurran cuando el público se encuentra cara a cara con las propuestas de Insularia sea la subversión de alguna de sus ideas o conceptos. Siempre he sostenido que un buen libreto se fundamenta en una combinación entre reflexión y entretenimiento; el teatro no se concibe sin un punto de diversión. El montaje de una obra es el resultado de un trabajo complejo que converge desde muchos frentes y es indispensable que desde todos ellos se incluya una dosis de placer y diversión. Cuando la gente se aburre no piensa y lo último que yo deseo es aburrir”.
«Concibo la escritura como un proceso de investigación exhaustivo»
En R3: Máquina del futuro!, mantienen intacta esa esencia, pero esta vez se dirigen a un público infantil… “Tras el éxito de Federico y Salvador, teníamos ganas de abordar un nuevo tema y dirigirlo a un público aún inexplorado para nosotros: el familiar. Pensábamos que era muy importante centrarnos en la cuestión medioambiental porque la responsabilidad del problema nos ocupa a todos. Además, en esta ocasión, convenimos en abrir un canal de comunicación directo con los más jóvenes. De esta forma, nos encontramos con un tema que es acuciante, pero al que nos acercamos desde el entretenimiento. Por eso trabajamos hasta dar con la fórmula perfecta: un par de marcianos que nos vienen a instruir en las tres erres: reciclar, reducir y reutilizar. Todo eso, además, con una ambientación muy estrafalaria porque está plagada de referencias ochenteras divertidísimas”.
¿El reto es mayor? “En todo proceso de escritura, uno no puede perder de vista hacia quién se dirige. En este caso, el espectro del público se amplió porque había que divertir tanto a los niños como a sus padres. Por lo tanto, sí, el grado de exigencia a la hora de escribir, del tratamiento de los personajes, de la creación de la trama… supone un esfuerzo mayor, aunque muy estimulante”.
Sé que es un tópico, pero ¿cómo se enfrenta al proceso de creación? “Yo siempre parto de la nada. A partir de ahí, me muevo por mis intuiciones. Por regla general, me planteo la escritura como una labor de investigación. Somos una compañía a la que nos gusta planificar el rumbo que vamos a seguir, discutimos y acordamos los temas que queremos abordar. Entonces comienza un proceso de varios meses en los que estudio, aprendo e interiorizo datos, historias, formas de ver y sentir… Es como estar en medio del océano y saber que en algún momento vas a llegar a puerto, pero no sabes cuándo con exactitud. Mi sensación es que siempre estoy persiguiendo algo, incluso cuando escribo. Que logre atraparlo ya es harina de otro costal”.
«El teatro canario goza de muy buena salud»
Teatro y Canarias, en apariencia, no parecen un binomio compatible. ¿La insularidad es un obstáculo para el desempeño de esta arte? “No me cabe ninguna duda de que en Canarias se hace un teatro fantástico. A medida que me adentro en este mundo, conozco a grandes profesionales que se entregan en cuerpo y alma a esta arte: estoy descubriendo un universo de un enorme rigor y pasión artística. Evidentemente, la insularidad es un obstáculo que hay que superar, no solo en el teatro, sino en el sector cultural en términos generales. De cualquier modo, lo tengo clarísimo: el teatro goza de muy buena salud en el Archipiélago”.
Ya en Federico y Salvador comprobamos lo importante que es la integración de diversas artes en su propuesta teatral. ¿Cómo se plasma eso desde el texto? “Desde el libreto se plantea un universo primigenio sobre el que se construye a través de un arduo proceso donde cada profesional va añadiendo su propia perspectiva del asunto. De este modo, el producto final es la suma de una serie de interpretaciones acumulativas, distintos pliegues de lectura que se superponen. Lo que el público ve durante la representación es el resultado de esa operación. En R3 habrá música, canciones, cuentos y, sobre todo, mucha magia… Hasta aquí puedo leer”.
Tras abordar la cuestión LGTB y retratar conflictos nacionales muy complejos, ahora le llega el turno al medio ambiente. ¿De dónde nace esa preocupación social? “Hace algunos días leía algo terrible: las costas canarias están llenas de microplásticos repletos de sustancias tóxicas. El cambio climático es real y también lo son sus consecuencias. El agotamiento de los recursos, la contaminación atmosférica y de las aguas, la destrucción de ecosistemas enteros, la desertificación… Muchos de estos efectos tienen un carácter irreversible, comprometen el futuro del planeta. No soy de los que piensan que el arte tiene las claves para solucionar todos nuestros problemas, pero sí quisimos aportar nuestro granito de arena y concienciar a las generaciones jóvenes desde el entretenimiento”.
Además de R3, ¿qué otros proyectos tienen en mente? «Aún es demasiado pronto para adelantar nada, pero sí le puedo decir que nos va muy bien con las otras tres producciones que tenemos en marcha: Federico y Salvador, Al vino, vino y De hombre a hombre. De momento, tenemos muchas ganas de estrenar, el 17 de marzo en el Teatro Victoria, R3: Máquina del futuro!. A partir de ahí, seguiremos trabajando y anunciando nuevas fechas. Estamos muy ilusionados”.