Que el fútbol es el deporte más seguido del mundo no es ningún secreto. Es habitual ver acaparar portadas, campañas publicitarias o manejar cifras astronómicas de dinero a estrellas futbolísticas. Pero antes de todo esto fueron niños que se formaron en diversas escuelas de fútbol o en canteras de equipos profesionales. Esta etapa es considerada como fútbol base y la Universidad de La Laguna, de una u otra manera, pone su granito de arena a este proceso de aprendizaje y formación con diez técnicos que forman parte de varios clubes de categorías inferiores.
Desde que se implantó el primer modelo de filial en España, muchos han sido los cambios en las modalidades y en los procedimientos de enseñanza. Actualmente, en Canarias, encontramos estos niveles:
- Escuelita: 3 a 5 años – Fútbol 8
- Prebenjamín: 6 y 7 años – Fútbol 8
- Benjamín: 8 y 9 años – Fútbol 8
- Alevín: 10 y 11 años – Fútbol 8
- Infantil: 12 y 13 años – Fútbol 11
- Cadete: 14 y 15 años – Fútbol 11
- Juvenil: 16 a 18 años – Fútbol 11
Obviamente, no es lo mismo entrenar una categoría Prebenjamín que trabajar en una Juvenil, pues sus cualidades técnico-tácticas no son las mismas y mucho menos sus metas. En nuestra Isla podemos encontrar muchos entrenadores que compaginan sus estudios universitarios con la formación de algunos de los niveles anteriormente nombrados.
«Son niños que están aprendiendo y tienen que seguir viendo el deporte como una forma distinta de divertirse”
La Escuela de Fútbol Sporting Club Tenerife, situada en Los Andenes, es uno de esos modelos que apuestan por gente joven para formar a los distintos equipos que componen su estructura. Hasta siete de sus entrenadores se encuentran estudiando en la ULL: Jonathan Cabrera y Federico Felices estudian Magisterio, Víctor González y Néstor Morales Periodismo, Andrés Pérez Geografía, Rubén Carballo Contabilidad y Finanzas y Carlos González cursa Administración y Dirección de Empresas.
Tanto Víctor González, como Rubén Carballo y Néstor Morales, entrenadores del Prebenjamín A de la escuela, están de acuerdo en que «los valores son lo más importante, sobre todo en los primeros años de formación». Ven el fútbol como «una herramienta para desarrollar el respeto, el esfuerzo o el compañerismo más allá del resultado. Son niños que están aprendiendo y tienen que seguir viendo el deporte como una forma distinta de divertirse».
Carlos González, entrenador del Benjamín B, y Jonathan Cabrera, técnico de la escuelita, coinciden que la virtud más importante en un míster de categorías inferiores es «la paciencia y tener sobre todo mucha ilusión y pasión por lo que se hace y la forma que se lleva a cabo». Ambos se consideran formadores, no entrenadores. «Nosotros les enseñamos a jugar, no les decimos lo que tienen que hacer. Es importante dar libertad en el campo a los jugadores», coinciden ambos.
La distancia, los exámenes y la vida universitaria no han sido un impedimento para ellos a la hora de entrenar o ayudar a un combinado de estas características. Estos también son los casos de Ibrahima Hernández y Cristo Donate, estudiantes de segundo de Periodismo, o Maximiliano Gaudio, de Magisterio.
“Intento formar a los niños no solo como futbolistas, sino también como personas”
Ibrahima Hernández entrena al alevín C del CDAFB Tegueste junto a su hermano Jonathan. Él se considera un educador. “Lo primero que intento inculcar son mis conocimientos de fútbol. Lo segundo es formar a los niños no solo como futbolistas, sino educarlos también como personas”, afirma. También manda un mensaje a esas personas que piensan dar el paso. “Que se animen, porque es una experiencia bastante bonita, y además es un continuo aprendizaje, ya sea gracias a otros técnicos o a los propios niños”, conluye Hernández.
En el Sur de la Isla encontramos un caso parecido. La lejanía no impide a Cristo Donate y Maxi Gaudio compaginar sus estudios con su posición de ayudantes del juvenil A de la UD Guargacho. Para los dos el fútbol base es necesario. «El deporte es importante desde temprana edad, tanto por motivos de salud como por su aprendizaje. Se debe cuidar este ámbito de la vida, ya sea desde los propios padres hasta por las instituciones”, admiten ambos. Ellos, que han tratado con el eslabón más alto del fútbol base, admiten que “en estas edades ya se piensa en competir, en el resultado, pero es misión del cuerpo técnico el seguir inculcando a los chicos esa dosis de saber estar y de valores para terminar su formación”.
En una época donde es frecuente ver cada semana en los medios peleas de padres o en los terrenos de juego insultos a los niños, no se debe olvidar que el fútbol base se creó para enseñar e inculcar tanto conocimientos futbolísticos como valores para toda la vida. Solo con estos ingredientes el fútbol podrá continuar con su buena salud y manteniendo su estatus de deporte rey. Y para ello, también es necesaria la ayuda de todos los factores posibles: familiares, entrenadores, instituciones deportivas y la prensa.