Francisco Cabrera, ganador de la medalla de plata del Concurso Oficial de Gofio Agrocanarias. Foto: M. de Vera

Francisco Cabrera: viento, molina y gofio

Sociedad

La economía majorera se ha apoyado siempre en los cereales. Los vientos alisios son los aliados para convertir este grano en productos de consumo. Por ello, los paisajes de esta Isla están adornados de molinos y molinas. El gofio es un producto natural que se obtiene del millo y del trigo. Este sustento fue la solución en tiempos de hambruna, cuando la pobreza era norma en Canarias. En Fuerteventura, al igual que en el resto del Archipiélago, el gofio ha sido la base alimenticia de sus habitantes durante siglos.

Mencionar este cereal es hablar del majorero Francisco Cabrera, el único artesano del gofio con una molina activa de viento y propietario de La Molina de La Asomada. La estructura fue comprada por la familia del actual dueño, en 1964, por treinta mil pesetas y dos vacas, una deuda que arrastraron durante treinta años. Esta construcción de 1818 fue levantada por el harinero Feliciano Saavedra, quien difundió la cultura del cereal en la Isla. Francisco Cabrera viene de una familia humilde, con once descendientes, que en el pasado pasaron mucha necesidad.

Un alimento apto para todas las personas


Cabrera soñó desde muy temprana edad con trabajar en el sector del gofio, pero sus progenitores se lo impedían al considerar esta actividad insegura para un niño. A los siete años le diagnosticaron una enfermedad que le cambió la vida: la diabetes. Con anterioridad, esta patología había arrebatado la vida a dos de sus familiares. Dicha circunstancia le hizo replantearse sus prioridades: «Los profesionales de la medicina me metieron el miedo a morir en el cuerpo. Por eso quise probar de todo, incluso me llegué a replantear el casarme con quince años».

En La Molina encontró la motivación para combatir la enfermedad. Cuando era niño siempre decía que «si algún día pudiera poner la molina en marcha haría gofio para los diabéticos». Los primeros años trabajando en ella se dedicó a producir este alimento específico para bebés, deportistas y personas que también padecen diabetes. Cabrera se centró en recuperar la esencia que el producto había perdido, ya que los supermercados apuestan por el grano de fuera debido a la diferencia de precio que existe con el de las Islas.

La llegada de las molinas a Canarias fueron un avance en el sector primario. Foto: M. de Vera

Existe una gran diferencia entre los molinos y las molinas. Los primeros fueron creados para hacer un solo proceso, la harina, por eso son más fuertes, porque muelen el grano crudo. Otra de las grandes diferencias es que tienen una estructura sólida compuesta por cuatro aspas. En cambio, las molinas fueron inventadas para alcanzar mayor velocidad, ya que son cinco veces más rápidas que los molinos. La estructura es trasladable, tiene una torre de ocho a doce metros de altura y las aspas superan los once metros de ancho. Por último, se caracterizan por tener entre cuatro y veintiuna aspas.

Debido a la hambruna que sufrió la población canaria hace 250 años, se vio obligada a emigrar a  Venezuela. Allí una familia palmera comenzó a trabajar arreglando molinas, que eran muy típicas de América del Sur. Cuando regresaron a las Islas se dieron cuenta que Fuerteventura y Lanzarote eran perfectas para construirlas. De esta manera se introdujeron las molinas en el Archipiélago.

La Molina cesó su actividad en 1950,  hasta que el Cabildo de Fuerteventura la restauró en 2011, esta iniciativa incentivó a Cabrera no solo a elaborar el alimento, sino a transmitir sus conocimientos en charlas y colegios. Uno de los proyectos que tiene en mente es recorrer muchos lugares del mundo para contar la historia del gofio «y que el patrimonio conservado no caiga en el olvido».

Herramientas para picar la piedra de la molina. Foto: M. de Vera

El trabajo de la picadura de la piedra lo aprendió de su maestro molinero Domingo Saavedra, quien  junto a él, eran los dos únicos molineros de Fuerteventura capaces de manejar una molina de viento. Para Cabrera ser el último de su profesión le supone un peso porque desea que «el oficio no se pierda y que además la gente joven vea que hay un futuro para el alimento y para el turismo».

Francisco Cabrera fue invitado en 2016 y 2017 a la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur) no solo representando a la isla majorera, sino a toda Canarias. El artesano presenta al público de cada evento la pasión por su profesión y la historia de sus raíces. Gracias a diversos acontecimientos gastronómicos, el molinero ha podido conocer múltiples chefs responsables de restaurantes con Estrella Michelín, quienes ahora utilizan el gofio para la elaboración de su carta.

El gofio de La Molina de La Asomada es famoso por el proceso de su elaboración. Francisco Cabrera es el único molinero a nivel mundial que conserva el tostado de leña y que pica la piedra de la máquina a mano. Aparte, La Molina de La Asomada también es la única que tiene registro sanitario, debido a que la cantidad producida no se vende a supermercado, sino a pequeña escala. La venta de la producción final podrá encontrarse en puntos estratégicos como museos, restaurantes y bodegas. Como dice el artesano: «El gofio es nuestro alimento canario, sello y unión».


CURIOSIDADES DEL GOFIO:

  1. La vestimenta del molinero es de lino. Está preparada para que no se enganche en las aspas, dado que este tejido natural se rasga e impide que se agarre.
  2. Es un alimento que en sangre puede tener una duración de doce horas de energía.
  3. Con el gofio se puede hacer pan, un sustento lleno de fibra.

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