La felicidad es un tema que ha intrigado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Desde la antigüedad, Psicología, Filosofía y Teología han tratado de definir este concepto y cómo alcanzarlo. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de estas disciplinas, sigue siendo un tema complejo y subjetivo. Hoy se puede intentar hablar de felicidad, pero seguimos sin poder describirla. Habrán cuestiones redundantes sobre ella, mientras otras, al parecer, ni se contemplan.
Hay temas que en su interior albergan verdades absolutas. Sobre este, en cambio, nos guiamos desde el subjetivismo. Aquí cada cual lo ve a su manera y el que piense que dice la verdad se equivoca. Una de las cosas que más sorprende, y más hoy, en la era de la red social, es aquello de «tienes que estar aquí para ser feliz» o «lo importante no es la perfección, sino ser feliz». Pero, ¿qué es ser feliz?
Un monje budista es feliz meditando en el Tíbet a cuatro mil metros de altura. Una artista callejera es feliz actuando en plazas públicas. Un surfista es feliz surfeando en olas gigantes de más de veinte metros de altura en Nazaré. La felicidad es un concepto subjetivo y cada persona puede encontrarla de manera única.
«Es importante tener relaciones saludables, rodearse de personas que nos apoyen y nos hagan sentir bien»
Se ha vendido en Occidente que ser feliz consiste en ser Leo Messi o Brad Pitt, gente que es aplaudida y querida por millones de personas, aunque ni siquiera les conozcan. En ocasiones, incluso, los conciben como dioses. Hace tres semanas un periódico nacional publicaba un artículo sobre «la increíble mansión de Michael Jordan». Lees el texto, contemplas como te lo venden y la sensación que percibes es la de ojalá, algún día, tener esa vida. Ese es el concepto de felicidad que te trasladan.
El problema es que si hacemos una mirada un poco más profunda vemos casos como los de George Michael, Amy Winehouse o Elvis Presley. No generalizamos, pero si decimos que mucha gente famosa que sale en portada es infeliz no sería ninguna barbaridad. Con estas referencias podríamos concluir que la felicidad se acerca más a un estado de unión entre salud física y salud emocional. La primera es imprescindible. Cuando una persona se encuentra mal físicamente repercute negativamente en todo lo demás. Se ha de salir de esa situación como sea.
En el apartado de la salud emocional ahondan multitud de factores, incluyendo dentro de este grupo al bienestar laboral y la salud económica, esencial para cubrir las necesidades básicas.
Es importante tener relaciones saludables, rodearse de personas que nos apoyen y nos hagan sentir bien. La felicidad no es un destino, sino un camino que se construye día a día. Es importante aprender a disfrutar de las pequeñas cosas y a no aferrarse a cosas materiales o externas para encontrarla. En última instancia, cada persona tiene que encontrar su propia definición de felicidad y trabajar para alcanzarla.