Wenceslao Peñate coordina un grupo de investigación para el estudio de la agorafobia en la ULL. Foto: PULL

«Es fundamental preservar la salud mental durante el confinamiento»

Ciencias de la Salud

Wenceslao Peñate Castro es catedrático de Psicología en la Universidad de La Laguna y desempeña su labor docente en el Departamento de Psicología Clínica, Psicobiología y Metodología. Además, es coordinador de un grupo de investigación para el estudio de la agorafobia. La situación de confinamiento, derivada del estado de alarma por la pandemia de COVID-19, puede tener efectos psicológicos. Por este motivo, Peñate expone los principales trastornos mentales que pueden aflorar durante el encierro en casa y sus posibles consecuencias. Del mismo modo, adelanta que el exceso de actividades académicas puede generar estrés.

La reclusión en casa, según Peñate, supone un tipo de estrés muy característico que suele venir tras algún tipo de desgracia o alarma. El catedrático aclara que los tipos de trastornos psicológicos más frecuentes «suelen ser los asociados con el trastorno de estrés agudo y con el trastorno de estrés postraumático». Asimismo, Peñate señala que «un mal manejo de las emociones negativas» puede asociarse a otro tipo de problemas. Así, por ejemplo, durante este confinamiento se pueden intensificar los problemas de ansiedad o depresión. Incluso, aunque con menos frecuencia, las personas pueden llegar a sufrir insomnio, irritabilidad u hostilidad.

«El confinamiento puede agravar la claustrofobia y la hipocondría»


De forma especial, algunos trastornos psicológicos pueden verse especialmente agravados por esta situación de encierro. «La claustrofobia o la hipocondría pueden ser uno de ellos. Lo mismo ocurre con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), aunque como las medidas de limpieza que se toman ahora están en los comportamiento habituales de esas personas, esta situación no tiene por qué suponer un agravamiento de sus problemas», asegura el investigador.

El catedrático de Psicología no descarta que la vuelta a la normalidad «pueda hacer debutar a personas vulnerables a padecer diferentes trastornos psicológicos». En cualquier caso, Peñate, en la línea de las autoridades sanitarias, considera que cuando se levante el estado de alarma la desescalada del confinamiento será progresiva y manteniendo las medidas de seguridad, de modo que los miedos que puedan sufrir los ciudadanos se verán controlados por esa exposición paulatina. Sin embargo, el experto aclara que el resto de las personas se adaptará sin mayores dificultades y con «alivio progresivo» de volver a la cotidianidad.

De igual manera, habrá que tener en cuenta otros factores como posibles patologías psicológicas previas o la forma en la que cada uno vive el encierro. Por lo tanto, vivir el confinamiento solo o acompañado, conectado a Internet o, por ejemplo, en una casa más pequeña o grande influirá en posibles afecciones psicológicas.

«Los jóvenes, al no comprender las medidas extremas, pueden llegar a no seguir estrictamente las normas»


La población joven, por su parte, vive de manera diferente esta coyuntura. El catedrático apunta que aunque todavía no existen estudios empíricos que lo prueben, en general, los pocos datos de los que se dispone «muestran que las personas jóvenes están menos afectadas por el estrés del confinamiento». Además, Peñate asegura que el sector más joven de la población, al no verse especialmente afectado, no sufre tantas consecuencias psicológicas y siente «una mayor incredulidad» al no comprender muy bien la casuística.

No obstante, la situación académica actual sí puede suponer perjuicios para el estudiantado. El profesor, a pesar de valorar el esfuerzo docente que se está realizando, cree que «hay que seguir mejorando en organización y certidumbre». A la brecha digital que sufren algunas familias, hay que sumar que «se está tratando de hacer llegar actividades sin una coordinación entre asignaturas, requerimientos y nivel de dificultad». Peñate asevera que «el estrés prolongado no solo puede afectar a la estabilidad psicológica, sino que puede mermar la eficacia del sistema inmune».

«Será bueno tener previstos días libres o distintos a los cotidianos»


El catedrático aconseja también que haya rutinas diarias. Hacer ejercicio, leer, escuchar música o mantener contacto, «aunque sea virtual», con otras personas puede ser favorable. «Ahora más que nunca es importante ejercer las dotes de tolerancia hacia los demás. Es bueno que se hagan ejercicios de tolerancia en relación con la personalidad de cada uno», apunta Peñate.

El investigador expone que «hay que medir el efecto de la sobreinformación», ya que «las situaciones excepcionales o extravagantes no ayudan, porque algunas personas muy aprensivas pueden sentir como amenazantes el que les cuenten situaciones muy dolorosas». Del mismo modo, el profesor manifiesta que los medios de comunicación «más allá de dar consejos generales, deberían facilitar contactos con profesionales expertos».

Por último, y atendiendo al experto, la incertidumbre generada por el posible impacto económico puede provocar en los adultos «desajustes psicológicos importantes», como ansiedad generalizada y algunos procesos depresivos. En este sentido, la pérdida de seres queridos y los procesos de duelo pueden ser también factores desencadenantes.

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