Ya casi me había olvidado del problema medioambiental cuando al cierre del año 2018 saltó la sorpresa. La Fundéu BBVA y su Fundación del Español Urgente ha elegido como palabra del año, microplástico. Este sustantivo recreado ha tenido que competir con otros once términos que, como dicen desde la propia organización, deben tener algún carácter de interés lingüístico como condición indispensable. Sin embargo, por más que intento buscar qué puede aportar la palabra ganadora a la lengua española, no termino de encontrarlo.
Un sufijo que se añade a un sustantivo para formar una nueva palabra que hoy en día no está en los diccionarios. Pero, ¿cuál es el origen? No lo sabemos con seguridad y creo que tampoco es relevante ahora mismo. Es probable que surja en la jerga científica y se propague a través de los medios de comunicación hasta llegar a la sociedad. No cabe duda de que la palabra caló a lo largo del año pasado y, es más, la propia Fundación se manifestó sobre ella, a través de una aclaración no vinculante hecha pública el 26 de octubre de 2018 en su página web.
La recomendación, básicamente, autoriza su uso como una palabra única pese a que su utilización normal, en el periodismo, sea la correcta y establecida por las reglas de nuestra lengua. Es decir, con dos palabras o unidas por un guion: micro plástico o micro-plástico. De repente, su constante utilización debido a la efervescencia de la noticia de un grave acontecimiento mundial relacionado con el medioambiente, con afectación a todos los seres humanos, comienza a aparecer escrita como una sola.
«Su importancia es tal que entra a formar parte de una cadena peligrosa para la salud de los seres humanos»
Al no existir, engendra su ficha comenzando por la definición. Si la cosa no está ya lo suficientemente liada, microplástico se define como “todo fragmento inferior a cinco milímetros derivado de la descomposición, por cualquier agente, del plástico”. Asimismo, micro también es una unidad de medida. Es la millonésima parte de una unidad física o mil veces menos que un milímetro, es decir, no tiene nada que ver con el rango dimensional impuesto por la Fundeu en la reciente denominación.
No queda otra que aceptar como surgen las palabras en el castellano del siglo XXI y más cuando vienen de un sector relacionado a las Ciencias Sociales como es el periodístico. La notación en sí está de enhorabuena pero la sociedad mundial no debe estarlo, porque su popularidad se debe a la gran cantidad de sustancia microplástica que existe en los vertederos y mares de todo el mundo. Su importancia es tal que entra a formar parte de una cadena peligrosa para la salud de los seres humanos pues retorna y se instala en nuestro organismo por la vía alimenticia.
«La divulgación lingüística se convierte en un gran tirón de orejas»
De esta forma, la divulgación lingüística se convierte en un gran tirón de orejas a nuestra mala organización y a la mala práctica de medidas protectoras sobre el medioambiente. Por momentos, nos olvidamos de la responsabilidad que tenemos de proteger y conservar aquello que nos permite progresar y que sin su existencia nada tendría sentido. Hasta las instituciones han reaccionado. De forma minúscula, pero ¡han reaccionado!
En el año recién cerrado ha sido aprobado un Real Decreto donde se recogen las advertencias impuestas por la Unión Europa que contempla una serie de medidas escalonadas destinadas a reducir, y preferiblemente eliminar, los elementos plásticos que directamente manipulamos en nuestro día a día. No terminamos de concienciarnos, y por ello, la Fundeu ha amplificado, a través de su concurso, la gravedad del asunto señalando microplástico como palabra del año.