Las I Jornadas de Comunicación Igualitaria continuaron el viernes, 11 de noviembre, en la Facultad de Economía, Empresa y Turismo con una mesa redonda de jóvenes periodistas moderada por la periodista Jennifer Jiménez y en la que participaron la periodista y fotógrafa Andrea Domínguez, Nayra Bajo de Vera, escritora de la novela Vida y estudiante de Periodismo en la ULL, Aida Rossi, periodista y escritora y Lucía Mbomío, periodista y reportera de RTVE.
El acto comenzó de la mano de Andrea Domínguez, quien reivindicó la importancia de las mujeres en el periodismo y la falta de referentes con perfiles diversos dentro de la profesión. Por su parte, Nayra Bajo de Vera aprovechó su primera intervención para comentar el trato «paternalista» recibido por parte de tres hombres periodistas. «Se me infravaloró solo por ser mujer, joven y estudiante», denunció.
«Un buen periodismo puede llegar a muchas personas si apostamos por un pensamiento crítico y diverso y no por el clickbait»
Tras las primeras reflexiones sobre la labor periodística, Dominguez subrayó la necesidad de transformar el estado actual de la profesión. «Un buen periodismo puede llegar a tener muchos lectores si se apuesta por él, por un pensamiento crítico y diverso y no por el clickbait», señaló. A esta cuestión se sumó Rossi, quien agregó que la inmediatez y los ritmos «llevan a que se trate de forma superficial y no estructural» ciertas luchas sociales.
Mbomío quiso hacer hincapié y criticar a los medios que solo ponen en valor a las personas negras en días señalados o que relacionan el racismo únicamente con la violencia física. «Solo nos preguntan por racismo y migración, de alguna forma nos encierran en nuestra piel o pasaporte. Podemos opinar de cualquier tema como expertas no como personas que tenemos vivencias», recalcó.
«El lenguaje es el esqueleto de la realidad»
El lenguaje inclusivo como «asignatura pendiente» fue otro de los temas objeto de debate en la mesa. Aida Rossi reflexionó acerca de su concepción «monolítica» y estática. «El lenguaje es el esqueleto de la realidad, algo vivo, porque si la realidad puede evolucionar, este también», postuló.
Para Bajo de Vera lograrlo no supone ningún reto, por ello, quiso recalcar que este nuevo método debería trascender fronteras y también «implicar dejar de usar ciertas expresiones». Asimismo, sostuvo que «la mejor forma de aplicarlo es mezclar las distintas modalidades que existen porque el masculino genérico ya no se adecúa a la sociedad actual». En esta línea, Mbomío expuso que el lenguaje no solo tiene que ver con el género, puesto que para ella es fundamental el derecho de autoasignación al definirse como persona racializada. «No es un eufemismo, es una forma de evidenciar cómo la raza afecta de una manera a unas personas y a otras no», añadió.
«Somos personas eternamente llegadas. No existe una narrativa de lo cotidiano solo se habla de personas negras como excepción en positivo»
La periodista también quiso mencionar el «inmigracionalismo» (sensacionalismo de la inmigración) que «lleva realizándose de la misma forma desde 1988» y que otorga una connotación negativa al asociar a las personas negras con la tragedia. «Somos personas eternamente llegadas. No existe una narrativa de lo cotidiano solo se habla de personas negras como excepción en positivo, es decir, si no eres la primera persona negra que hizo algo, no puedes salir en los medios de comunicación. Quiero hablar como persona ciudadana, no como persona negra», expresó.
Con el objetivo de aproximarse a una solución y concluir la mesa, las cuatro ponentes compartieron distintas reflexiones finales. En ellas, Domínguez incidió en la importancia de no difundir informaciones que contribuyan al discurso del odio, mientras que Nayra Bajo de Vera centró sus miras en «construir realidades paulatinas, ser personas críticas y hacer creer de forma asertiva».
Durante su última intervención, Aida Rossi remarcó que «los discursos de odio no son debates» y que, por ello, «no tienen cabida en nuestra sociedad actual». Por su parte, Lucía Mbomío insistió en la no normalización de la narrativa del dolor, en relación a las personas negras, y la búsqueda de alternativas para que el periodismo se ajuste a la realidad. «No se trata de jugar a los anuncios de Benetton o de incluir cuerpos para llenar cupos, sino de sumar nuevas perspectivas. Que en vez de ejercer el rol de huéspedes podamos ser vecinos que construyan», puntualizó.
‘Periodismo igualitario’ de la mano de Ana Bernal Triviño
La doctora en Periodismo y docente en la UOC Ana Bernal Triviño continuó las Jornadas con su ponencia Periodismo igualitario. En ella, abogó por una comunicación que no piense solamente en el lenguaje no sexista, sino en cómo el discurso alimenta el machismo. Para ello, puso de ejemplo su participación en el programa Rocío, contar la verdad para seguir viva, un serial criticado desde el patriarcado, pero que consiguió aumentar el número de llamadas al 016: «Si se hacen las cosas bien podemos salvar muchas vidas».
La periodista orientó su conferencia a reparar en la creación del discurso machista. Para ello, citó a Gerda Lerner, que en su libro La creación del patriarcado sistematizó cómo este se genera y sustenta en la capacidad sexual reproductiva de mujeres. Además, apunta que «se establecen los pactos tácitos entre hombres y las acciones de control a través del daño psicológico y físico». En este punto la ponente mostró que «así se construye el relato machista que provoca que sigamos arrastrando mitos en los medios de comunicación».
«Conceptualizar para politizar»
Bernal Triviño continuó con la máxima de «conceptuar para politizar», pues «lo positivo del feminismo en la construcción de igualdad es el intento de poner nombre a lo que ocurre». Es aquí donde incidió en el papel del programa de Carrasco en «concienciar en prime time» para que las mujeres conocieran términos como la violencia vicaria, la luz de gas o la disonancia cognitiva.
La malagueña centró su atención en cómo el negacionismo pretende crear miedo en torno al feminismo, por lo que «la batalla en la comunicación igualitaria está aquí y no solo en el desdoblamiento de palabras». Además, alertó que «toda esta amenaza se construye a través de medios de comunicación y redes sociales, donde se juega a la disonancia cognitiva para desestabilizar». criticando así la doble vara de medir de las tertulias que centran sus miras «en la anécdota de la denuncia falsa para magnificar el 0.01 del porcentaje».
En esta línea, quiso destacar «la tendencia perversa» de los medios a la hora de convertir en noticiosos solamente los casos atroces de violencia de género y «desterrar la idea de que este asunto es cosa de dos y no de la sociedad». «Me parece un escándalo que podamos permitirnos como democracia que una persona mate a otra por una situación sistémica y estructural», apostilló.
«Los bulos no son libertad de expresión»
Ana Bernal Triviño encaró la recta final de su ponencia con el poder que ejercen los mitos y bulos a la hora de restar apoyo social a las víctimas. En este sentido añadió que España es el país de Europa que más noticias falsas difunde. «El gran arma del negacionismo es ampararse en la libertad de expresión, pero los bulos no son libertad de expresión», alertó. Tras esto, comenzó a mostrar noticias sobre los errores más comunes en la comunicación con titulares que minimizan el papel de la mujer o culpabilizan a víctimas para exonerar a los agresores.
Asimismo, tomó un tiempo para desmentir los mitos en torno a la Ley de Violencia de Género o sobre la existencia del Síndrome de Alienación Parental. «Es un falso síndrome que no tiene reconocimiento médico por ninguna Organización. Sin embargo, las burradas de Richard Garner se aplican en las justicias de todo el mundo», lamentó.
La doctora en Periodismo concluyó con la alarma de que «la carrera negacionista acaba de comenzar y están organizados, financiados y respaldados por los votos». Así, afirmó que la información, la unión y la conquista del discurso serán clave. «Es muy complicado el avance de la igualdad cuando hay autoridades que desde su especialidad dañan el proceso de cara a la opinión pública», sentenció.
Esta crónica ha sido realizada de forma conjunta con Pablo Herrera.