La tecnología se ha vuelto una parte indispensable en nuestras vidas y, con ella, internet. Según Expansión, en España el 85 % de personas están conectadas a la Red. Esto significa que, al igual que comer, beber o dormir, nos despertamos pensando en revisar el teléfono o teletrabajar. Aunque el uso de esta herramienta no se reduce solo a la actividad laboral ya que, conforme al diario español, 27 millones de españoles utilizaban las redes sociales en 2018. Pero, ¿cómo afecta a la vida este nuevo modo de relacionarnos?
Está demostrado que el abuso de sitios como Twitter o Facebook es capaz de generar adicción, aislamiento social, ansiedad y pérdida de la noción del tiempo que impida realizar otras actividades más allá de la pantalla del móvil. En especial, la juventud puede llegar a creer que la vida en línea es la vida real y desarrollar fobia a interacciones presenciales.
La Teoría del Cultivo es el ejemplo perfecto para explicar el peligro de estas plataformas. En los años noventa se utilizó para demostrar que cuanta más televisión veía una persona, más creería que lo que ve es real. Como consecuencia, actualmente hemos normalizado perseguir la vida ideal que muestran los grandes influencers. Aceptamos la creencia de que debemos ser perfectos, felices y atractivos en todo momento.
«Las redes sociales empeoran la ansiedad y depresión en la juventud»
Sin embargo, más que motivación para ser mejores, encontramos frustración pues al compararnos continuamente siempre seremos inferiores. Asimismo, el FOMO (Fear of missing out) o miedo a perderse algo alimenta el círculo vicioso de estar a la altura de un canon inalcanzable. De acuerdo con la Royal Society for Public Health, las redes sociales empeoran la ansiedad y depresión en la juventud. Ver imágenes poco realistas de usuarios de su edad pasándolo bien puede hacer que se comparen y se sientan culpables de desaprovechar su vida. Entonces, ¿de qué manera tenemos que usar internet para que no nos afecte negativamente?
Para poder disfrutar de sus beneficios hay que conocer la realidad o, mejor dicho, saber identificarla. No podemos comparar nuestra vida repleta de cosas buenas y malas con un momento posado, editado y subido a Instagram. Además, la autoestima es esencial para no caer en lazos tóxicos, como ocurre en los vínculos interpersonales. A veces buscamos la aprobación perteneciendo a un grupo o parecernos a alguien para valorarnos, cuando lo que necesitamos es aceptarnos. Ante la toxicidad de los medios, la bondad del amor propio.