Querida mamá, te quiero mucho pero no te voy a regalar nada hoy. Eres mi madre todos los días del año, trabajas las 24 horas intentando que estemos bien mi hermano, papá y yo. Sabes de enfermería, de cocina, de limpieza, de amor, de la vida, de historia, películas, libros y de infinidad de hechos y experiencias amargas y dulces. Anualmente, cada primer domingo de mayo se celebra tu día, y es tradición que los hijos le hagan obsequios a sus progenitoras para demostrarles su cariño y lo especial que es.
Cuando era más pequeña y llegaba este festejo, preparábamos detalles para ti cada año en el colegio, como una flor de papel, un collar de macarrones o un corazón con un mensaje e incluso una foto nuestra. Esa manualidad la realizaba con mucha ilusión para acercarme a despertarte y darte mi obra maestra. Pero este año será diferente. No tendrás un obsequio, al menos no hoy, 5 de mayo.
Y te explico por qué: no voy a hacerme cómplice de este negocio. En 2016 el periódico El País hizo una estimación de gasto de 30 millones de euros en flores, accesorios, libros, perfumes, chocolates, tecnología o alguna experiencia. Las grandes cadenas de centros comerciales esperan incrementar las ventas por esta fecha señalada en el calendario.
Los escaparates de las tiendan llevan semanas preparando una decoración especial con la temática más maternal del año con la intención de atraer a los consumidores. A veces parece que se nos olvida que los días de ausencia, los disgustos o las situaciones desagradables no se borran de la mente con algún que otro agasajo.
El mayor regalo que me han hecho, me lo diste tú al darme la vida. A cambio yo te muestro mi amor todos los días, vamos alguna tarde al cine, nos reímos por tonterías hasta que duela la barriga o simplemente nos damos un abrazo en un momento malo. Por eso creo que sería hipócrita darte un presente para demostrarte mis sentimientos hacía ti, porque el amor no se compra con regalos.