La primera temporada en la que se disputó un campeonato de Fórmula 1 tuvo lugar en 1950. Tras 74 años de historia, la competición actual dista mucho de aquella primera celebración. Lo que comenzó siendo un espectáculo, hoy es un negocio que sirve para promocionar marcas y países. El auge de la categoría en la última década ha sido excepcional: de estar cerca de la bancarrota en 2014 a generar casi mil millones de euros en marketing, según datos de la EAE Business School. Sin embargo, ¿qué precio ha tenido que pagar la competición denominada como el pináculo del automovilismo para llegar de nuevo a la cima?
Desde el año 2015 el número de carreras por temporada no ha hecho más que crecer llegando a los 24 grandes premios que se disputarán este año, la competición más larga en toda la historia de la categoría. Tanto los pilotos como los equipos han mostrado su descontento con este incesante aumento. Incluso el tricampeón del Mundo, Max Verstappen, ha advertido con una posible retirada repentina ante estos cambios como indica al diario británico The Guardian. Además, esta situación parece solo empeorar, ya que Liberty Media, la compañía que posee los derechos comerciales de la Fórmula 1, ha anunciado que quiere llegar a contar con treinta rondas por temporada.
«La clave del crecimiento económico no yace en la cantidad de premios que se llevan a cabo por temporada, sino en donde se celebran»
La clave del crecimiento económico no yace en la cantidad de premios que se llevan a cabo por temporada, sino en donde se celebran. En los últimos quince años se han inaugurado ocho trazados nuevos . Por supuesto, estos son los circuitos que más cuota abonan por estar en ella. La región arábiga ha pasado de albergar dos rondas a cuatro lo que hace que Liberty Media reciba cerca doscientos millones de euros por su celebración.
La situación es similar en Estados Unidos. En la temporada de 2022 se estrenó el Gran Premio de Miami y, en 2023, tan solo un año después, llegó el Gran Premio de Las Vegas. Ambas carreras lideran las listas de precios de entradas convirtiéndose en los premios más caros de toda la Competición. Debemos destacar que ninguna de estas nuevas incorporaciones al calendario se encuentra en Europa, continente donde la correspondiente cuota a pagar por participar es la menos elevada.
La Fórmula 1 ha conseguido mantenerse a flote haciendo de sí misma un producto. No prevalece el deporte, lo hace el espectáculo, el negocio. Aunque este afán por comercializar la categoría ha cambiado la forma de entenderla, creo que el mayor fallo ha sido prescindir de aquellos circuitos que por su historia enriquecían el campeonato por unos que solo enriquecen a los jeques árabes y a los altos cargos.
Tras la infinidad de variaciones vividas en la Fórmula 1 en los últimos años, la afición no es la única que manifiesta sus quejas. Los equipos y pilotos cada vez se muestran menos satisfechos con el desarrollo de la competición. ¿De qué sirve el dinero si no existen mecánicos para construir el coche ni un piloto que lo conduzca?