Juan Martínez Torvisco es profesor de Psicología Social en la Universidad de la Laguna desde hace 29 años y en la UNED, desde hace 26. Fue director del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional. Imparte docencia en los grados de Enfermería, Relaciones Laborales, Antropología, Sociología y en el Máster en Intervención Familiar, Social y Comunitaria. Todas sus asignaturas están relacionadas con los procesos mentales, la comunicación interpersonal y los conflictos laborales.
¿Cómo se detecta si una persona padece soledad? «Hay una escala que, con diez o quince preguntas, determina si una persona se siente sola. Alguien se puede sentir solo aún estando rodeado de gente, esa es la peor de las soledades. Hay unos versos de Quevedo que lo explican: «La soledad de un ermitaño espanta, pero más espanta todavía la soledad de dos en compañía».
¿Qué factores la producen? «Depende de las expectativas. Hay que distinguir entre el anonimato, el aislamiento y el sentimiento propio de desacompañamiento. En los dos primeros hay voluntad propia, tú decides que no quieres interactuar con la gente. El sentimiento tiene que ver con el incumplimiento de expectativas. Por ejemplo, si tú decides jubilarte a los 65, viene tu jefe y te dice que mejor a los 70, o si tu pareja te deja. Esto te genera la soledad y, si perdura, depresión».
«Cada vez hay más personas que buscan vivir solas, no en pareja»
¿La incomunicación voluntaria puede acarrear ese sentimiento de abandono aunque la persona haya querido estar sola? «No, porque la persona busca alejarse para obtener privacidad. Mucha gente va a los carnavales con máscara para no ser identificada. También tiene que ver con la intimidad y esta es consentida».
¿Pueden llegar a ser adictivas? «La depresión no, pero el aislamiento sí. Está demostrado que, cada vez más, se busca vivir solo o sola, en vez de en pareja. Eso quita dependencia. El ser humano es un ser hedonista, busca el placer, y la independencia proporciona ese placer. Yo, por ejemplo, saco mis guitarras y me pongo a tocar solo, cuando mi mujer no está en casa».
¿Crees que la sociedad necesita ese alejamiento en algún momento? «En alguno sí. De hecho, hay trabajos que se hacen sin compañía: componer música, escribir un libro o un artículo. Este retiro que busca la productividad, también es voluntario».
«El confinamiento es injusto y aumenta el estrés o la ansiedad»
Las más sociables, ¿cómo pueden encontrar el placer ahora en este confinamiento? «Ahora estamos confinados de modo obligatorio, el individuo no lo ha elegido. Al no escogerlo, siempre nos encontramos mal. Es una circunstancia impuesta por errores del Gobierno, que no previó la que se nos venía o la falta de material. Lo cierto es que esa mala planificación hace que uno se encuentre encerrado en contra de su deseo».
Entonces, ¿dirías que es injusto? «Sí, claro. Es una ley creada por los hombres y, si bien es legal, es injusta. Tú dices: ‘Oye, ¿por qué no puedo pasear por el parque? Si no estoy contagiado y no me relaciono’. Sin embargo, la ley no discrimina, te dice: ‘No se puede salir’. Ayer leí el caso de un pueblo donde son 130 vecinos y ninguno está contagiado, ¿por qué no pueden salir a la calle?».
¿Altera la conducta de quién lo sufre? «Sí, así es, eleva la ansiedad o los niveles de estrés. ¿Cómo aguantarlo? ¿Qué decirles? Pues que hay que resistir, que es una situación excepcional y que acabará pronto».
«Hay que apartarse de la televisión»
¿Cuáles son las pautas para sobrellevarlo? «El que tenga un ático o una casa con posibles, que haga actividades satisfactorias al aire libre. Establecer una rutina: leer, pintar, hacer cosas que siempre habías querido hacer y no tenías tiempo y, siempre, intentar estar lejos de la televisión».
¿Que se alargue el confinamiento puede volvernos más solitarios? «No. Lo que si es verdad, es que una prolongación del confinamiento aumenta el conflicto en las casas. De hecho, se debería hacer un estudio de cuántos divorcios va a haber cuando salgamos fuera. Va a haber un gran incremento en el número de divorcios seguro».
¿Por qué lo aumenta? «Por la interacción permanente. Antes tú interactuabas cuatro horas a lo mejor, ahora es todo el día. El contacto en espacio reducido aumenta el nivel de ansiedad y estrés».
«De la depresión no se sale sin ayuda, hace falta tratamiento»
¿Cómo afecta al sentimiento de desamparo el ver a quién te rodea feliz? «Es complicado, primero hay que analizar por qué te sientes solo. En muchos casos son causas biológicas, producidas por alguna carencia de vitamina. Una persona deprimida se siente sola y tiene un pensamiento recurrente: ‘Estoy solo, no me quieren, me escuchan ni me atienden’. Ahí es de dónde sale el pensamiento, muchas veces, de quitarse del medio».
¿Ese pensamiento siempre es autoinducido o, también, puede ser real? «Puede pasar que la sociedad te aísle. Pero, ahí, el sentimiento es de frustración más que de soledad. A mí la que me preocupa es la depresión real, las personas que están deprimidas y no tienen visos de salir por sí mismas. De esta no se sale sin ayuda, es una enfermedad que necesita ser diagnosticada y tratada».