Sergio Medina, 22 años: «Al dejar la Secundaria sentí alivio pero, por otra parte, también tristeza. Todo el mundo, tanto mi familia como mis amistades, esperaban que hiciese lo que cualquier persona hace». Él, al igual que seis de cada diez personas en España, abandonó la Secundaria en su último año. Según Eurostat, el abandono escolar prematuro es «un obstáculo para el crecimiento económico y el empleo, ya que obstaculiza la productividad y la competitividad, y agudiza la pobreza y la exclusión social».
A pesar de que siempre ha causado problemas en quienes la sufren, en situaciones de crisis económica la vulnerabilidad se agrava. «La juventud que abandona la formación de forma prematura está abocada a la falta de capacidades y cualificaciones. Se ve expuesta a un mayor riesgo de desempleo, exclusión social y pobreza», detalla el informe.
María del Carmen Rodríguez Jiménez es profesora en la Universidad de La Laguna y pertenece al Grupo de investigación para la educación en la diversidad (GIED). La investigadora define esta acción como la situación en la que alguien no concluye un ciclo educativo obligatorio.
Desde 2011, la tasa de abandono temprano en España ha disminuido trece puntos, pasando del 26,3 % al 13,3 %, reduciéndose prácticamente a la mitad. Sin embargo, continúa siendo el segundo país de la Unión Europea con peores cifras. La experta en educación afirma que, aunque la tasa es inferior, «a lo mejor no hay abandono pero sí hay mayor fracaso». Este fenómeno se define como toda insuficiencia detectada en los resultados. Asimismo, es importante destacar que están estrechamente relacionadas.
«Para estar en la ESO, que no me gustaba, estar sufriendo, no aprobando y que mi familia estuviese mal porque suspendía, para eso me enfocaba en otra cosa y me iba», cuenta el joven de 22 años. Y es que la desmotivación y la frustración conllevan a dejar de manera definitiva el proceso educativo. Según la Fundación Europea Sociedad y Educación , «es consecuencia de un proceso de desconexión con la escuela que puede tener muchas causas».
«Hemos tenido familias que no pueden comprar ni un paquete de folios»
Rodríguez argumenta que las causas son diversas. Entre ellas, la falta de motivación u otras no intrínsecas a la persona. «La flexibilidad, las becas que se dan» o las situaciones familiares también determinan el correcto desarrollo de la actividad educativa. «Hemos tenido familias que no pueden comprar ni un paquete de folios», señala la investigadora.
Juan Eugenio Jiménez, doctor por la Universidad de La Laguna e investigador en el área de Psicología Evolutiva y de la Educación, advierte que existe algo llamado «falsos positivos». Y es que, según explica el docente, sin un plan de intervención temprana de dificultades, el estudiantado puede terminar formando parte de la tasa de fracaso.
El investigador es el propulsor de Multimedia battery for assessment of cognitive and basic skills in mathematics (BM-PROMA), una batería multimedia destinada a detectar las dificultades matemáticas en la educación básica. El objetivo es que los vacíos de conocimiento no terminen en convertirse en impedimentos a través de la mediación y la atención personalizada.
La dificultad específica para aprender tiene una base biológica que requiere una evaluación exhaustiva y una intervención con profesionales pedagógicos. Según Jiménez, los porcentajes reales son del dos al cuatro por ciento de la población total. Por otro lado, los datos tras la pandemia indican que casi la mitad ha sufrido dificultades durante la cuarentena. Estos obstáculos se traducen en vacíos causados por la escolarización en línea.
La importancia de la intervención temprana
Una vez realizada la atención personalizada a veces «no consiguen mejorar y progresar. Ahí es cuando estamos ante alguien con una dificultad específica para aprender las matemáticas, ya que has descartado que la instrucción no es la causa al haber ofrecido un apoyo educativo», explica el docente. En cambio, argumenta que en el sistema actual español se tarda mucho tiempo en identificar los problemas.
Por otro lado, el experto argumenta que «las escuelas tienen que invertir en acciones preventivas de detección e intervención, en cualquier aprendizaje» para identificar «quienes son los que ya están presentando unos indicadores de riesgo y habría que atender de manera urgente, de manera inmediata». Por lo tanto, «cuando no desarrollamos intervención preventiva, aumenta la tasa de falsos positivos con el paso del tiempo». Del mismo modo, María del Carmen Rodríguez hace hincapié en este hecho y reivindica que «si tú detectas a edades tempranas el fracaso, el abandono escolar será menor».