Según el Informe Juventud en España 2020 (IJE 2020), presentado en marzo por el Instituto de la Juventud (Injuve), la población de los 15 a los 29 años es la más afectada por la pandemia. Sin haberse recuperado de la crisis económica de 2008, la juventud se enfrenta a un futuro donde las oportunidades laborales son limitadas. Además, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúan a España como el país líder en paro juvenil de la Unión Europea, con un 40 % de personas jóvenes en desempleo. En Canarias esta cifra asciende al 57,7 %.
Tal y como indica el IJE 2020, la precariedad laboral acompaña a la juventud al tiempo en que «la brecha entre las expectativas ‘prometidas’ y las oportunidades disponibles tiende a seguir agravándose». Lo más preocupante es la normalización de esta idea en las mentalidades juveniles, que «esconde amenazas aún peores, como la resignación o la frustración, con sus consecuencias sobre la salud mental».
De hechos, las encuestas realizadas por el equipo investigador señalan que casi el 40 % de la juventud «cree poco o nada probable encontrar trabajo en el próximo año y ha caído en 15 puntos la esperanza de poder emanciparse». Sin embargo, el informe incide en que «una juventud sin oportunidades no constituye una generación perdida, sino que revela un país perdido en su conjunto».
Es una realidad que «la Covid-19 ha provocado una crisis sin precedentes en los sistemas educativos», precisa el IJE 2020. Según datos de la ONU revelados en él, el cierre de escuelas y otros espacios formativos ha afectado en torno a 1,6 mil millones de jóvenes en formación de más de cien países. Las personas expertas apuntan que la juventud educada durante la pandemia podría tener mayores dificultades a la hora de competir en el mercado laboral, en comparación con otros trabajadores que se han formado presencialmente.
En cuanto al rendimiento académico, en manos ahora de las nuevas tecnologías, el informe indica que «solo un 5,6 % declara algún tipo de problema para seguir la actividad docente con normalidad». Además, aclara que el desempleo de madres y padres ha perjudicado al estudiantado en sus resultados educativos durante los meses de Covid-19: «las población joven con madres en paro muestran un 8 % menos de probabilidad de haber absorbido conocimientos educativos durante la pandemia», mientras que en el caso de los padres el empeoramiento es del 7 %.
Discriminación
Por otro lado, el IJE 2020 señala otros problemas como la existencia de la brecha salarial: «Solo el 28,2 % de las mujeres jóvenes tiene un contrato estándar (indefinido y a tiempo completo), en comparación con el 35,2 % de los hombres». En cambio, matiza que «ser mujer o identificarse como no heterosexual implica mayores probabilidades de sacar buenas notas y de tener un buen nivel de inglés». Las expectativas educativas hacia estos grupos son mucho mayores que en otros. «Este dato refleja probablemente los obstáculos, de carácter discriminatorio, que estos dos colectivos enfrentan a pesar de sus mejores resultados iniciales», concluye el estudio.
Asimismo, la investigación del Injuve refleja que las desigualdades de género y clase también se observan en las aspiraciones de la población juvenil: «Las mujeres continúan seleccionando ocupaciones de bajo estatus y remuneración, relacionadas con la educación (profesoras y maestras), la salud (profesionales de enfermería) y la estética (peluquería)». En cambio, concreta que los hombres «aspiran a un perfil de ocupación típicamente masculinizado: ingenieros, desarrolladores, directores generales y mecánicos». Por último, quienes provienen de familias de clase social media o baja «aspiran a trabajar en ocupaciones de clase alta con menos frecuencia que quienes crecieron en hogares más favorecidos».
Abandono escolar
Otra problemática, tal y como se manifiesta en el informe, es la cantidad de personas jóvenes que abandonan de manera anticipada la educación, concretamente un 16 %, «un dato que asciende al 20,2 % en el caso de los jóvenes varones». La educación en España reproduce las diferencias de clase, ya que los datos demuestran que la juventud más exitosa es la que dispone de recursos económicos y educativos en sus hogares.
Los resultados avalan que España es uno de los países con mayor porcentaje de jóvenes sin empleo ni formación. Dentro de este colectivo, las mujeres son las más afectadas, así como quienes tienen una menor edad o proceden de familias de clase baja. En cualquier caso, el informe apunta que «el sistema educativo español tiene retos importantes para cumplir con los objetivos de la Agenda 2030, como incrementar la calidad formativa o garantizar la igualdad de oportunidades».