Luis Antón Canalís es doctor en Ingeniería Informática y desarrollador de videojuegos. Allá por 2008 decidió que era el momento de introducirse de lleno en este sector y fundó, junto a un compañero, Playmedusa, un estudio que integra a profesionales de distintas ramas. La trayectoria de este equipo, con miembros en Tenerife y Gran Canaria, se compone de títulos de un cariz educativo, juegos elaborados por encargo para empresas de comunicación, al igual que algunos hechos por su cuenta.
Antón siempre ha tenido claro que su futuro estaría orientado a los videojuegos. Los comienzos de esta pasión se pueden situar en el momento que recibe su primer ordenador, un Spectrum 148Kb, con el que empezó a hacer sus pinitos en el mundo de la programación. Así, nace su primera creación, lo que el protagonista prefiere llamarla prototipo, puesto que en ese momento sus proyectos nunca pasaban de esa fase de boceto. “Recuerdo especialmente uno inspirado en Choplifter en el que estuve trabajando durante todo un día de vacaciones de verano para conseguir un escenario en el que se movía un personajillo, un perro que le perseguía y el helicóptero de rescate del jugador”.
Sin embargo, el primer “juego de verdad” que le viene a la mente es uno titulado Lawn Fairy que elaboró para una jam junto al cofundador de Playmedusa, Israel Castro. El ingeniero señala que los orígenes de dicha organización coincidieron con la llegada del Iphone 3GS y la App Store, el primer mercado digital móvil en el que se podía publicar de forma relativamente sencilla y llegar a muchísimos usuarios con alto poder adquisitivo. Es en este instante, cuando su futuro socio, Israel Castro, lo involucra en una aventura que pervive hasta hoy bajo una marca comercial ya consolidada en el ámbito.
«Al ser mi hobby, desarrollar juegos un sábado por la noche no es nada desagradable»
El desarrollador, que se doctoró en Ingeniería Informática, afirma que esta carrera era la única vía para aprender a programar. Nunca se planteó, de forma seria, el dedicarse profesionalmente a diseñar videojuegos, ya que, según reconoce, «pasó de ser un hobby a una profesión”.
El hecho de adoptar este pasatiempo como un trabajo fue un “cambio gradual del que casi no me di cuenta hasta que empezaron a llegar contratos y clientes que necesitaban juegos”. De hecho, la labor de su grupo en Playmedusa se sustenta, en buena parte, en el servicio que ofrecen a terceros, elaborando videojuegos promocionales para diferentes entidades. El contacto con estas dos áreas, la ingeniería y la tarea de desarrollar, le permite vislumbrar ciertas diferencias: “Una aplicación tiene que funcionar y ofrecer un buen servicio; un juego, además, tiene que ser divertido y contar una buena historia”.
«De entre mis juegos no creo que pueda quedarme con uno»
Aparte de este servicio, el estudio organiza su día laboral de forma que haya un cierto período de tiempo dedicado a crear títulos propios. “Si hay mucho trabajo, lo hago en mis ratos libres. Siendo mi afición, trabajar un sábado por la noche no es nada desagradable”, añade Antón. Esta dedicación es la que ha dado lugar a un amplio catálogo con muchas ofertas que el fundador se resiste a elegir. “No creo que pueda quedarme con ninguno porque las experiencias las tengo asociadas a las personas con quienes trabajé más que a los juegos en sí», remarca.
Aún así no se quiere olvidar de Sound Juggler, Oddy Smog’s Misadventure y Rain o Sand, Stars!, «porque fue la etapa junto a Israel Castro; Rejuice! porque lo hice con mi hermana, Irene Antón; Pixel Theory: Leviatán por ser un bonito experimento junto a Alby Ojeda y un puñado de apasionados; y también Slider e Inky Caps Clash, por el gran «curro» que supuso junto a Aitor Lozano”.
Actualmente, Playmedusa está en pleno proceso con Crossing Galaxies, una aventura espacial que se divide en varios videojuegos. “Tenemos ya gran parte de la tecnología base desarrollada y ya es posible jugar a una versión muy temprana de prueba: (https://playmedusa.itch.io/crossing-galaxies). Nuestro primer objetivo es llevar a la Zona Indie, en la Tenerife Lan Party, un modo de juego para dos personas y de ahí en adelante hay planes, pero dependerán de si a los jugadores les gusta este previo”.
«Hay mil formas de entrar en este mundillo. Elige la tuya y disfruta»
Antón, cuando se para a analizar el sector, no duda en asegurar que la sociedad aún no se ha posicionado en un único bando, ya que una parte los adora y otra los aborrece. Él siempre se ha situado en la primera facción y, de hecho, uno de los recuerdos más vívidos que posee en torno a su primer contacto con este medio es jugar a la consola Football de Mattel que tenía su vecino. “Funcionaba con leds que se apagaban y encendían simulando un partido de fútbol», admite.
Igual de indeciso se muestra ante la elección entre los indie y triple A. Los primeros, explica, «tienen la gran ventaja de poder innovar porque no dependen de que su producto funcione económicamente”. Opina que el sector independiente ha concebido “verdaderas joyas”, pero tampoco se pueden dejar atrás los triple A: “Muchos simplemente hay que jugarlos porque son experiencias únicas”.
Antón, por último, se lanza a ofrecer consejo a todas aquellas personas que se planteen introducirse en el mundillo. Su primera recomendación, en tono jocoso, es la de huir: “Hay actividades mucho más sanas y edificantes”, advierte entre risas. A pesar de ello, subraya que es cuestión de pasión y que “si aun así crees que es lo tuyo y, lo más importante, vas a ser feliz… adelante. Hay mil formas de entrar. Elige la tuya y disfruta”.