En 2017, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) registró que el 84 % de los cargos directivos en la profesión periodística en España son ocupados por hombres, a pesar de que más de la mitad de los periodistas son mujeres. «Somos perfectas como gregarias, pero no como dirigentes», indica Sonnia Chinea, directora de Radio El Día en Santa Cruz de Tenerife. Con tan solo siete años, sin ser consciente de que quería ser periodista, se acostaba en el patio de su casa a escuchar la RNE.
Complaciente con una profesión que se ha feminizado desde finales de los 90, afirma que a pesar de que el periodismo es una ocupación con predominancia femenina, «no llega hasta los puestos de relevancia, es decir, los puestos de director». A su vez, Carmen Ruano, exdirectora de La Opinión de Tenerife y quien se decantó por la comunicación desde los once años, confirma la escasa presencia de la mujer en este sector: «Cuando empecé en Diario de Avisos, solo había una mujer con alto cargo».
El Informe Mundial sobre la Condición de la Mujer en los Medios de Comunicación de 2011, elaborado por la Fundación Internacional de los Medios de Comunicación para la Mujer (International Women’s Media Foundation), recoge que los hombres ocupan casi el 71,3 % de los puestos de jerarquía intermedia de las empresas, frente al 28,7 % de mujeres. «Yo empecé haciendo prácticas en radio y después en televisión, y sí, los directores eran hombres», aporta Toñi Galván.
Galván es directora de Antena 3 Tenerife y trabaja en un equipo donde la mayoría son mujeres, tanto en producción como en redacción, administración y dirección. Sin embargo, ella no ha sido la excepción y tiene claro que tuvo que escalar más peldaños para alcanzar ese puesto que los que podría haber subido un hombre. «No pienso que haya unos motivos concretos, es como si ya nos viniera incorporado. Tienes que estar demostrando de más», destaca.
No obstante, estas desigualdades no solo se ven reflejadas entre los distintos cargos. En lo referido a la distribución de tareas, ciertos profesionales de la comunicación comentan que existe una segregación de las secciones por género en las redacciones con un único matiz: las que tienen más peso están integradas por el género masculino y el femenino se encarga de las restantes. Ruano remarca que ha habido un cambio importante en los últimos treinta años, pero aclara que «las mujeres se encargaban de áreas como sociedad o cultura que, en aquel momento, no se valoraba bien». Galván lo corrobora: «Había noticias de economía o política que, si te las contaba una mujer, parece que perdían credibilidad».
Pero, ¿cuál es el orgien de estas desigualdades? O, ¿por qué ocurre esto?
La responsable de Radio El Día lo tiene claro: «Porque existen los techos de cristal». Este es el nombre que se le ha acuñado a la explicación de desigualdad de género. Concretamente, se refiere a la existencia de barreras invisibiles que encunetran las mujeres a la hora de abrirse paso en su carrera profesional e ir progresando hacia puestos de mayor responsabilidad».
En el último Informe Anual de la Profesión Periodística de la APM recoge que los tramos salariales inferiores, constituidos por aquellos que se encuentran entre 1500 y 2000 euros, están mayoritariamente formados por mujeres. Sin embargo, a medida que aumenta la cantidad monetaria, los porcentajes se invierten. De este modo, aquellos que superan los 4000 € están destinados a hombres en un 5,5 % frente a un 1,7 % de féminas que reciben la cantidad.
Por su parte, la exdirectora de La Opinión de Tenerife asegura que existía un complejo de inferioridad entre el género femenino que frenaba sus carreras y provocaba que rehusasen de cargos más importantes. «Las mujeres se autolimitaban porque pensaban que no estaban capacitadas», explica. No obstante, subraya que «tenemos las mismas capacidades que un hombre periodista».
«No llegamos porque no nos eligen, no llegamos porque nos pagan sueldos inferiores y no llegamos porque no nos dejan traspasar esa barrera»
«Muchas veces las mujeres no han recibido educación suficiente y se le han negado aún los derechos más fundamentales», señala un ejemplar de la revista El Correo, elaborada por la UNESCO. Esta tradición y noramlizacion, según expertos en violencia simbólica, tiende a asentarse entre las mujeres hasta adaptarse y aceptar esos estereotipos. Toñi Galván apuntala: «Lo noto con los compañeros, en el día a día. Cuando una compañera se queda sin trabajo, aún se le preguntan cuestiones personales, las cuales no son necesarias para un hombre».
Esta realidad se ha extendido y reproducido en la sociedad sin ningún tipo de razón. Pero Sonnia Chinea lo tiene claro y encuentra una explicación: «No llegamos porque no nos eligen, no llegamos porque nos pagan sueldos inferiores y no llegamos porque no nos dejan traspasar esa barrera».